Cruzando barreras

• Separación •

—Lara—

—De acuerdo a los resultados y otros estudios, algunos colegas y yo llegamos a la conclusión de que se trata de un TEPT —informó el médico a cargo de Lara a Samuel, quien elevó una de sus cejas enrojecidas sin comprender—. Se denomina trastorno de estrés postraumático. Es un trastorno mental que se caracteriza por la imposibilidad de recuperarse después de experimentar o presenciar un evento verdaderamente atemorizante. Algunos pacientes lo enfrentan de muchas formas diferentes, en este caso, el cuerpo de la Señora Evans, se protegió de esta manera. 

El doctor hizo una pausa, bajó la vista al dispositivo en sus manos, revisó algunos datos y continuó hablando:

—El cuerpo aún sigue siendo un misterio para nosotros por lo que aún no sabemos cuándo va a despertar, ya ha pasado una semana y puede que pase un poco más. Por ahora se encuentra estable, la estamos manteniendo lo más cómoda posible. 

Samuel asintió ante el informe.

—El desgarre en su brazo derecho casi se ha recuperado y sus lesiones corporales prácticamente han desaparecido. Es una suerte que la señora Evans solo haya resultado con heridas leves. Cuando despierte, si es que lo hace, mi recomendación es que reciba cuanto antes terapia. Es normal sentir miedo durante y después de una situación traumática por lo que le llevará un tiempo recuperarse de ello. Con el tiempo normalmente las personas se recuperan bastante bien. Sin embargo, en todos los casos es diferente. Lo importante que estén con ella y hacer que se sienta segura. 

Cuando el médico terminó de hablar y Samuel agradeció por la evaluación, ambos hombres se sorprendieron cuando voltearon a mirar a Lara. 

Ella estaba despierta. 

De inmediato el hombre a cargo la reviso. Analizó sus pupilas, palpó su cuerpo, revisó sus heridas. Todo estaba perfectamente en orden, excepto por el hecho de que cuando el médico le hizo algunas preguntas, ella no contestó.

Lara se mantuvo callada por un largo rato, como si no conociera a nadie.

Samuel trato de animarla, hacer que dijera una palabra, pero ella solo quedó ahí, postrada en la cama, observando con ojos extraños alrededor, aunque no estaba desubicada.

—No se trata de ninguna complicación, al parecer solo no quiere hablar. Muchas personas cuando despiertan se sienten confundidas. Tal vez no lo recuerda o no sabe lo que pasó. Démosle un tiempo. Necesita adaptarse al lugar. 

Esta vez, Samuel no respondió. Paso por el lado del médico e hizo una llamada. 

—Sí, acaba de despertar. 

Fue todo lo que dijo porque inmediatamente Leonard le colgó.

Al cabo de unos veinte minutos el hombre apareció en el lugar. Leonard no estaba seguro de entrar a la habitación, se había congelado detrás del cristal, observando a Lara mirarlo. 

La chica parpadeo lento, con un rostro sensato que decía que tenía muchas cosas para decir. Suspiró apenas cuando regresó la vista hacia sus manos, luego apretó con bastante fuerza la cobija sobre sus piernas.

Carraspeó su garganta y finalmente habló sin levantar la mirada:

—Samuel… —dijo con voz ronca su nombre. El chico, sorprendido y que estaba parado debajo la puerta volteo a mirarla—. Dile que entre.

Samuel no respondió. Expresó una sonrisa sincera en sus labios y sintiendo un aura cargada de tristeza y dolor le pidió a Leonard pasar. Samuel lo miró, como si supiera ya el resultado. Disimuladamente, meneó la cabeza, luego bajó las persianas para otorgarles un poco de privacidad, tocó su hombro y acto seguido espero afuera.

El silencio que inundó la habitación no tardó mucho en ser corrompido. 

Leonard tragó duro al ver la mirada decisiva de Lara. No era necesario pedirle que no dijera nada. Sus ojos serios ya lo decían todo. 

Leonard cerró los suyos y como si se viera obligado a pedir perdón, inclinó la cabeza y se arrodillo. 

Lara soltó un largo suspiro. 

Ver aquel hombre imponente derrotado y abatido tal y como ella lo había estado algún día le rompió el corazón… Lara no quería recordar ya más su pasado, pero tuvo que hacerlo y más lo hizo cuando todo vino a su mente, perforando y cortando como si fueran afilados cuchillos. 

—Leonard… —murmuró. 

Quería pedirle que se levantará, pero no pudo hacerlo. Una parte de ella estaba satisfecha con verlo de esa manera, mientras que otra se debatía en pedirle que dejara de hacerlo. No quería verlo más de rodillas. Leonard ya había estado lo suficientemente así. El hombre ya había sufrido y se había avergonzado demasiado. Lara tampoco quería ya compararlo, verlo en ese estado le recordaba a su hermano. En el pasado, Edward también se había arrodillado, aunque claro, las circunstancias habían sido distintas. 

Ahora, Leonard estaba ahí frente a ella, con el rostro cabizbajo, al igual que como lo había estado con Sebastián.

El dolor en el pecho de Lara nuevamente apareció, sin embargo, logró contenerlo.  

—Leonard… —musitó de nuevo, pero de inmediato él la interrumpió.

—Perdón.




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