Cruzaría mil montañas solo para amarla

Era una fragancia única

Todo un mes tuvo que esperar Emilio para reunir a su familia completa y así contarles acerca de Olivia. Tiempo que Olivia estaba aprovechando para entrenar a otra persona para que administrara el bar ahora que ella ya no iba a estar.

“Familia. Papás, hijos, hermana..... tengo algo muy importante que decirles. Todos saben que este último tiempo no ha sido fácil para mí después de divorciarme de Antonia. Creía que sucumbiría a la tristeza y mi vida sería un infierno en soledad, pero ahora, dentro de toda la angustia, ha llegado a mí una luz de esperanza, una nueva razón para vivir....”, les confesó no sin antes disfrutar de la incertidumbre reflejada en la cara de su familia y de las posibles conjeturas que cada uno debía estar creanado en su mente ante tal declaración.

“No me digas papá que te volviste a enamorar...”, dijo Lucas.

Emilio sonrió y respondió... “Bueno, algo así.”

Todos lo miraron con asombro. No creían que hubiera olvidado tan rápido a Antonia, aunque si ese era el caso, y él era feliz, no se opondrían. Antonia había vuelto con el amor de su vida y Emilio ahora estaba libre de cualquier compromiso, así que no veían ningún inconveniente.

“Después del divorcio, me fui a visitar a mi amigo Pedro......”, comenzó desde el principio, les contó los detalles de su viaje y cómo se había enterado después de 25 años de que tenía una hija. Su familia no podía creerlo, sin embargo, al ver lo feliz que estaba Emilio, decidieron aceptar a la muchacha. Había una nueva nieta, una nueva sobrina, una nueva prima y una nueva hermana. Ya deseaban conocerla.

Emilio estaba haciendo todos los preparativos para traerla a vivir a la mansión. Acomodó una de las habitaciones especialmente para ella. Ahora ella sería la señorita de la casa. Sus hermanos casi no estaban en el hogar así que estaban felices de delegar en ella la administración de los bienes de la familia ahora que Antonia ya no estaba.

Rocío ya le tenía listo también un trabajo. Se encargaría de administrar la casa matriz de su cadena de tiendas que estaba en la ciudad, así ella podría dedicarse de lleno a expandir su negocio a nivel internacional.

Ahora que todo estaba listo y dispuesto, solo faltaba que Olivia llegara a tomar el lugar que siempre le debió pertenecer, como la primogénita de los Müller.

Olivia Müller.

 

Una semana después....

Pedro y Rut llevaron a Olivia al aeropuerto. Aún les costaba procesar que su pequeña niña se marchaba lejos de ellos. Sabían que era lo mejor para ella y que eso era lo que necesitaba para ser feliz.

Olivia prometió seguir en contacto y visitarlos a menudo. Los tres se fundieron en un fuerte abrazo y se despidieron con el corazón en la mano y promesas que Olivia no tardaría en cumplir.

 

Al llegar a su destino en Viña del Mar, Emilio estaba esperándola junto a su chofer. Después de un emotivo abrazo, subieron las maletas al auto y partieron a la casa familiar de los Müller.

Quedaba a las afueras de la ciudad, entre Reñaca y Concón. Era una casa enorme de dos pisos. Una mansión considerando su porte. Emilio había ascendido en el escalafón militar lo suficiente como para amasar una fortuna relativamente grande que le permitía tener ciertos lujos. Poseía propiedades en distintas regiones del país, acciones en diversas empresas, media docena de autos, y por supuesto un yate que lo mantenía en contacto con eso que siempre había amado, el mar.

Pese a todo era un hombre sencillo, que no dudó en compartir todos sus bienes con ella. Y sus hijos eran iguales a él en ese sentido. No sentían preocupación alguna por compartir la herencia que les correspondía con una hermana más.... la mayor.

No tenían apego a las cosas materiales. Para ellos, los lazos afectivos significaban mucho más, sobretodo si eran relaciones familiares. No toleraban las infidelidades por ello en un principio les costó asimilar y perdonar a su madre. Con el tiempo entendieron que ella no fue infiel y que era una víctima más de las maquinaciones de su abuelo. Por eso la perdonaron.

Ellos fueron criados así porque de cierto modo, Emilio no quería que sus hijos fueran como él había sido en su juventud. Estaba realmente agradecido de que sus hijos fueran tan correctos y serios en todos sus asuntos. No deseaba que ninguno de ellos fuera culpable de jugar con los sentimientos de ninguna mujer, sobre todo ahora que había visto y vivido en carne propia las consecuencias de un actuar irresponsable.

 

Una vez que la puerta se abrió, Olivia fue recibida por su nueva familia. Estaban todos, excepto Santiago, que había tenido que volver a Bosnia a concluir la misión que se le había encomendado. Todos la recibieron con los brazos abiertos, llenos de emoción.

Olivia se sintió abrumada y sus ojos se nublaron dejando escapar lágrimas de felicidad. Nunca había experimentado algo similar. Todo aquel amor familiar con el que alguna vez soñó, en ese instante, después de 25 años, se hacía realidad. Estaba agradecida con la vida, con su padre, con la familia que tenía enfrente, con Pedro y Rut, incluso.....con su madre.

 




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