Cruzaría mil montañas solo para amarla

Epílogo

5 años después...

 

“¿Está listo Señor Almeida?”, preguntó Olivia.

“Claro, Señora Almeida, listo como un buen Boy Scout”, respondió un divertido Santiago.

“Entonces bajemos las maletas y vámonos pronto, no podemos perder el vuelo. Nuestro hermano se casa y debemos llegar a tiempo”. Se hacía tarde y no podían demorarse más.

Abordaron el taxi y salieron con destino al aeropuerto, sin embargo el taxi tuvo que tomar un pequeño desvío….. hacia el hospital.

“Te dije que estoy bien, Cariño, no es necesario. Debe ser algo que comí en el trabajo”. Aseguraba Olivia.

“No me vengas con esas, Amor. Has estado mal toda la semana. Te he visto vomitar varias veces ya y tu desmayo en el auto hoy fue la gota que rebalsó el vaso. No podemos viajar si estás enferma. El mocoso tendrá que entender. Ahora que se va a casar, sabrá que lo más importante para un hombre enamorado es la vida y salud de su amada esposa”.

“No seas tan tajante. Esperemos los exámenes y veamos. Quizás alcancemos a llegar a la fiesta, porque a la ceremonia claramente ya no”. Olivia estaba frustrada. No podía creer lo exagerado que estaba siendo Santiago.

 

“La señora Almeida ¿cierto?”, preguntó el médico que había entrado en la habitación del hospital.

“Sí, soy yo”, respondió Olivia sin darle demasiada importancia al asunto y esperando a que el doctor le dijera que no había sido nada del otro mundo. Estaba ansiosa por verle la cara a su marido cuando le dijera "Te lo dije". Se reiría tres días por eso. Seguro.

“¿De qué está enferma mi esposa doctor?”

“Cálmese hombre, su esposa no está enferma". Y ahí estaba la confirmación. Olivia ya podía saborear el "Te lo dije". "Está embarazada. Tiene 8 semanas", sentenció entonces el doctor y Olivia palideció en un segundo. "Le recomiendo que cuanto antes agende una hora con su ginecólogo para que le recete las vitaminas que necesitará y para que le haga un ultrasonido. Por ahora, tómese este medicamento para los mareos y náuseas, coma sano, no fume ni beba alcohol. Fue un gusto”. El doctor se retiró y los dos se miraron con cara de incredulidad. No daban cabida a lo que acababan de escuchar. Luego, las lágrimas comenzaron a rodar por el rostro de Santiago.

“No puedo creerlo. Ya nos habíamos dado por vencidos. Nunca creí que otro milagro pudiera iluminar mi vida. Gracias por hacerme tan feliz”. Olivia estaba tan asombrada como Santiago e igual de feliz. Con esa noticia ya podía dar fe de que los milagros definitivamente sí ocurrían.

Debido al accidente de Santiago, las probabilidades de engendrar un hijo eran bajas. Pasaron años intentando ser padres y nada les había dado resultado. Probaron todos los métodos que les sugirieron, incluso, algunos muy absurdos…. y nada.

Decidieron dejar de intentarlo y pensaron seriamente en adoptar, pero por ese entonces Rocío le pidió a Olivia y a Santiago que se hicieran cargo de una nueva tienda que abriría en Italia, en pleno corazón de Milán.

Santiago ya no era parte de la Fuerza Aérea de su país. Las secuelas del accidente no le permitieron volver a volar de modo que lo dieron de baja. Como quedó sin empleo, su prima Rocío le ofreció trabajar para ella junto con, su ahora esposa, Olivia.

Ambos estaban tan enfrascados en esta nueva faceta de su vida, que olvidaron por completo el asunto de la paternidad.

Saber que ahora ya no serían solo 2 sino 3, los dejó fuera de sí.

 

“¿Y ahora qué?”, preguntó Santiago con incertidumbre.

“Ahora tomemos nuestras cosas, vamos al aeropuerto y hagamos lo posible por llegar a la boda del “mocoso” -  rió Olivia con picardía -. Ya oíste al doctor, estoy embarazada, no enferma. Mientras sea cuidadosa, todo estará bien”.

 

El matrimonio se efectuó sin contratiempos. Santiago y Olivia no alcanzaron a llegar a la ceremonia religiosa como habían sospechado, pero sí a la fiesta.

Una vez que sirvieron la comida, Olivia sintió las náuseas y en un par de ocasiones tuvo que ir rauda al sanitario para vomitar. Todos tenían sus sospechas, y no quisieron preguntar nada por lo sensible del tema, pero cuando Rocío astutamente le ofreció de beber una copa de champagne, Olivia declinó.

“Estás embarazada, ¿cierto?”. Rocío y sus preguntas nada sutiles.

Olivia asintió, mientras el resto de la familia la miraba con expectación y anhelo.

“¡Felicidades!” gritaron todos al mismo tiempo.

“No creí que mi hermanita me quitaría el protagonismo en el día de mi boda”, dijo el sonriente “mocoso”.

Agustín, que era el acompañante de Rocío como siempre, no encontró nada mejor que acotar….. “Solo falta que sean trillizos…….”




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.