¿cuál es la realidad?

Capítulo 1

Yo estaba sentada, estaba sobre la rama de un árbol, podía ver todo el patio de mi casa: era enorme y tenía una gran alfombra natural en la cual me gustaba caminar con mis pies desnudos. Mi hermana tenía un mes de nacida, y yo apenas podía trepar un árbol. Desde aquella rama que me sujetaba podía ver la casa de Mamá Johnson, era más linda que mi casa. Tenía muchos árboles y veías las ardillas trepar y bajar al césped.

Me tiro del árbol y corro por toda la alfombra naturas hasta atravesar todo el jardín. Entro a casa y puedo ver a mis padres gritarse una vez más, apenas comprendía que ocurría. Vi a mi hermana que estaba acostada en el sofá, alguien le había puesto unas almohadas y cojines al alrededor para que no se cayera. Yo me acerco a ella y empiezo a verla mientras mis padres se gritaban.

Mi madre hablaba fuerte y él también, yo empezaba a asustarme. Me di vuelta y a mi padre que toma un jarrón en manos y se lo arroja a mi madre, ella lo esquiva y este se destruye en mil pedazos en la pared de la sala.

Ella corrió rápido hacia nosotras y nos cubrió. Mi hermana empezó a llorar, mi madre estaba asustada, su corazón latía fuerte y su frente sudaba. Ella me miró y pude notar a mi corta edad de que esa no era su mirada, esos no eran los ojos de mi mamá. Estaban diferentes: ella me transmitía miedo y lo podía sentir.

Miré a mi padre y él estaba allí parado, mirándonos fijamente mientras su respiración era forzada. —Me largo lo escuché decir. Mi madre empezó a llorar en ese momento y yo no sabía que ocurría aun, no entendía nada.

Mamá tomó en brazos a mi hermana porque esta no dejaba de llorar. Miré hacia la puerta desde el sofá en donde estaba parada y vi a mi padre pasar por el pasillo con un bulto en manos. Yo corrí hacia él y me detuve a unos cuantos pasos. Lo miré mientras abría la puerta —papá —dije viendo como intentaba abandonarme. Aun escuchaba los sollozos de la pequeña en la cocina y como mamá trataba calmarla. Él escucho mi aguda voz y se giró, me vio con los ojos entristecidos y se arrodillo yo corrí hacia él y este extendió sus brazos y me apretó fuerte, yo lo apreté también y me susurró al oído que me amaba. Se apartó de mí y puse mi mano sobre su mejilla y vi como se derramó una lágrima de su ojo. Cuando la lágrima atravesó su mejilla, él se puso de pie y salió de la casa, dejándome allí parada sin tener tiempo de reaccionar.

Era real, era cierto, mi padre nos había abandonado y lo peor de todo era que yo no entendía por qué.

Ni siquiera entendía de que él se había cansado, solo creí que estaba triste y que en la noche volvería. Pero nunca volvió. Al día siguiente me desperté buscándolo y no lo encontré y así pasaron los años y yo me paraba frente a la puerta a esperar a que él volviera, pero me quedé con el deseo de verlo atravesar aquella pequeña puerta.

Con el tiempo el lugar se fue poblando más y más de personas. El gran jardín que tenía mi casa se redujo a unos pocos centímetros de patio. Mamá no tenía mucho dinero y tuvo que vender una parte. Por tiempo vivimos junto con otras familias porque ella alquilaba el sótano de la casa, pero un día le dieron trabajo en un hotel como recepcionista y le empezó a ir bien. Mi hermana y yo crecimos, ella no tiene ningún recuerdo de mi padre, a penas una foto y yo solo me acuerdo de aquel día y que me paraba frente a la puerta.

Ella y yo crecimos, apenas veíamos a mi madre en casa, varias veces consiguió otros empleos para saldar algunas cuentas que tenía pendientes. Tamara y yo entramos a la escuela y nos iba bien, bueno, unas compañeras me molestaban, pero yo trataba de olvidarlo y dejaba que molestaran hasta que se cansaran, ya luego se irían y me dejarían en paz y yo podría comer mi almuerzo tranquila. Tenía unos cuantos amigos, bueno, solo era uno, su nombre era Travis. Él y yo íbamos al mismo salón y la pasábamos todo el tiempo juntos cuando estábamos en la escuela, después de que salíamos de allí era como si nuestra amistad se quedara allí. Él nunca me invitó a su casa, ni yo lo invité a la mía. Creo que solo estábamos juntos para no estar solos.

Llegué a casa, y mi hermana ya estaba allí, había cumplido mis dichosos diez y ocho años. Yo estaba pendiente de ella y de lo que hacía, pero con el tiempo Tamara fue cambiando al igual que yo y ella lo había hecho de una manera radical.

 

 

-Los capítulos serán publicados los días: Lunes, Jueves Y el Sabado.



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En el texto hay: mentiras, psiquiatra, enfermedad mental

Editado: 02.02.2019

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