¿cuál es la realidad?

Capítulo 30

Y así fueron corriendo las manecillas del reloj, con el tiempo me fui acostumbrando a la comida del hospital, a ver las mismas caras y actitudes todos los días. Salir de aquella podredumbre de cuarto y pasármela encerrada en aquella habitación donde me la pasaba viendo televisión y nunca nada nuevo pasaba. De vez en cuando me escapé a pasar tiempo con mis queridos colegas locos cuando iban al patio. Me acerqué más aquel chico y por fin pude hablar con él y lograr que me mirara.

Todos estábamos sentados como de costumbre esa mañana, Matt estaba en su consulta y solo estábamos Darling, Leah y yo en la sala. Genial, un rato entre chicas.

—Oigan, ¿Ustedes no se aburren de estar así todo el día sin hacer nada? —Pregunta Darling poniéndose de pie frente a nosotras.

Yo la miré.

— ¿Qué más podemos hacer? —Pregunté.

—No sé, yo tengo mucho tiempo aquí y tengo mucho que no veo a un chico normal o cualquier otro además de Matt y ver a chicos lindos por la ventana. ¿qué tal si salimos y vamos a darle una visita a nuestros otros vecinos de sala.

La miré y me di cuenta de que esta chica estaba terriblemente loca.

—Yo voy —dije poniéndome de pie junto a ella.

— ¿Y si vienen y no nos ven? —Preguntó Leah.

Yo la miré incrédula de sus preocupaciones, a mí en lo personal no me interesaba, lo más que podían hacer era mandarnos a la sala donde nos toca y realmente eso no me importaba, quería hacer algo divertido. Iba a pasar unos cuantos largos meses aquí, así que no importa lo que haga, tengo que divertirme un poco, digo, soy joven y me estoy tomando mis pastillas.

Ella nos miró como dos lunáticas y no me importó.

—Bueno, quédate si quieres —Le digo caminando hacía la puerta.

Darling me siguió, pero ella en cambio se quedó allí sentada mirándonos, pienso que ella no creía que nos íbamos a ir. La miré una vez más para asegurarme de que no iba a acompañarnos, pero se había girado hacia la televisión.

Me giré y abrimos la puerta, Darling miró hacia los lados para asegurarse de que no venía nadie por el pasillo. Efectivamente estaba desierto. Ella me indicó para que saliéramos, yo cerré la puerta y muy sigilosamente de puntillas caminamos hasta la sala que estaba junto a la nuestra. Cuando entramos, me percaté de que había más personas que en la de nosotras, no sé, tenían que ser aproximadamente había unas quince personas allí. Había personas de todas las edades, había chicas, chicos, principalmente había jóvenes, así adolescentes. Ella cerró la puerta, yo pasé la mirada por el lugar. Algunos de ellos me vieron, otros ni les interesó saber quién había llegado. Di unos cuantos pasos junto con Darling y busqué entre ellos a ver a quién me acercaría y en un rincón solo lo vi. Él estaba solo, lo cual no me extrañaba, así fue como lo vi las dos o tres veces que alcancé a verlo.

Me acerqué a él y vi como Darling se dirigió hacia una chica, quien sabe quién era, pero no me importó. Quería volver a hablar con él, sentí que tenía que hacerlo, no podía ser tanta coincidencia que terminara entrado a la sala en donde él estaba.

—Hola —dije sentándome junto a él.

Él solo me miró por unos segundos, mientras estaba allí sentado, sin mirar un punto fijo, creo que solo estaba sumergido entre sus pensamientos, no quise interrumpirlo y me puse de pie para irme, pero algo sucedió. Miré mi mano y me di cuenta de que él la sujetaba. Coloqué mi mano sobre esta y volví a sentarme en aquella silla.

— ¿Cómo te llamas? —Le pregunté curiosa.

—Mi nombre es… yo soy —dice confundido—. Mi nombre es Robert.

—Lo miré y sonreí—. Es un gusto, Robert.

— ¿No se supone que debes de estar con tu grupo? —Pregunta mientras me mira.

Yo me encontraba perdida en sus ojos, en sus achinados ojos brillantes color miel. Eran tan fríos como las noches de invierno, tan perdidos como marinero en medio del mar. Miré su rostro y me resultó tan triste su condición. Sus mejillas heridas por sus lágrimas derramadas en el pasado.

— ¿Estas bien? —Le pregunté en medio de un susurró que se quebró al final.

—Sí, ¿No tienes nada mejor que hacer además de molestarme? —Dice fríamente.

Yo lo miré y sin pensarlo le pregunté:



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En el texto hay: mentiras, psiquiatra, enfermedad mental

Editado: 02.02.2019

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