¿cuál es mi Príncipe Azul?

El Robo

Después de ver llorar inconsolablemente a mi gordis y tras haberse enterado de mi desdichado y muy injustificado despido, logró convencerme de que aceptara la ayuda de su pareja. Según ella tenía un trabajo idóneo para mí, si ya había caído bajo por el solo hecho de aceptar la ayuda del ser más arrogante en la vida, un ser insufrible en todas sus palabras. No me quedó más opción que comer mi orgullo y aceptar trabajar como "gelatera" en una pastelería.

No era el hecho de tener que usar sombrero de honguito, o el hecho de tener que atender a niños todo el día. No, eso no me molestaba en absoluto, sólo que a pesar de haber cambiado de piso en ese mugroso Mall, resultó que mi plan no estaba saliendo como lo esperaba.

Necesitaba ganar más dinero para pagar la matrícula de la universidad y mi tiempo se estaba agotando.
Mientras me encontraba sumida en mis pensamientos y atendiendo a un mar de personas que esperaban su helado, logré reconocer aquella voz que unos meses atrás me hizo estremecer.

- Hola cara bonita, quiero llevar uno de sabor chocolate - mi mundo completo se paralizó, mi boca comenzó a moverse en una sonrisa sin mi autorización y mis manos comenzaron a temblar, no sólo era un temblorcito, era prácticamente un terremoto.

Ahí estaba mi príncipe Erik, tan hermoso como lo recordaba, su sonrisa burlona y sus ojos color miel que me sonreían, podían cambiar todo mi mundo, y efectivamente fue así. Luego de ese saludo de amor, en un pestañear de mis ojos no me di cuenta cuando se le acercó una chica de cabello largo dorado y piel blanca como la leche, era hermosa y casi perfecta la muy desgraciada, al llegar junto a él le dice sin más.

- Te estás demorando mucho, vamos a llegar tarde y será tu culpa... me miró de reojos y me saludo levantando la cabeza, le entregué los helados y él se despidió cerrándome un ojo de forma coqueta sin que la chica se diera cuenta.

NO, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, traición fue lo primero que se me vino a la mente. Tal vez mi cabeza loca y mis muchas fantasías románticas me estaban llevando a un error, existen muchas opciones para esa situación:

1. Qué tal si es su hermana- no, imposible la diferencia en su físico era muy notoria.

2. Qué tal si es una amiga - si, posiblemente era su amiga, él jamás me traicionaría....cierto?

3. Qué tal una mujer vulgar y ofrecida que encontró en el estacionamiento y que no pudo dejar porque ella le suplico que no la abandonara como lo hizo su padre y......laaalaa....ya entré en un estado de frenesí mental.

Definitivamente es la opción dos, él me amaba se le notaba en sus ojos y en la forma de hablarme, pero y si....? , NO, pero si tal vez él...?, NO. Después de terminar mi turno, el cual se hizo eterno por cierto, llegue a casa y traté de dormir, pero en mi cabeza seguía la imagen de mi principito, en donde me miraba con esos ojos que me matan y sus palabras que me enamoran.

A la mañana siguiente entre al local y encontré a todos mis compañeros rodeando a mi jefe, este se encontraba dando un discurso inteligible para mí en ese momento, trate de acercarme y preguntar qué ocurre. Maribel mi compañera de sección me dice que se ha perdido un sobre con dinero del día anterior, para mi sorpresa y sin más, todos se me quedan viendo con cara de reproche, yo sin entender aún lo que estaba sucediendo, observo a Joaquín mi jefe, que me señala pidiendo con su mano que me acerque donde estaba él.

Cuando entramos a su oficina lo noté algo nervioso y confundido, me pide que tome asiento porque lo que tiene que decir es muy complicado.

- Nicole, resulta que el día de ayer se perdió un sobre con dinero de la caja registradora y Carolina dice que la última en quedarse fuiste tú. No digo que eres la responsable -si como no, se le notaba hasta los poros de su gran nariz que estaba desconfiando de mi - Resulta que debemos hacer una investigación del asunto y por tanto quedarás suspendida unos días hasta nuevo aviso.

Quede suspendida pero en el aire, mirando todo a mi alrededor sin entender qué es lo que estaba sucediendo.
Se había acabado, mi mundo se derrumbaba otra vez a mi alrededor, me habían robado a mi principito y me habían culpado por robo.

 




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