26 de mayo del 2015 11:30 p.m.
Camino por la parte la ciudad menos confiable, donde todo lo que se nota son los límites de las pandillas más peligrosas de esta ciudad y justo donde la ley no existe en esta parte de la ciudad; aquí la ley es la de supervivencia.
Quien se adapta vive, quien no, muere o esclavo del más fuerte.
Comienzo a creer que ha sido una mala idea venir a reunirme con ella, no creo que esto de alguna forma me deje algo bueno por más que mis sentimientos me mientan diciéndome que todo puede cambiar. Ella no es para mí y aun así creo que puede ser para mí.
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─Llegas tarde, Elisa.
Esa voz, siempre ha sido esa voz.
─El lugar es muy oscuro por estos rumbos a esta hora, Priscila─ digo acercándome a ella, pero cuando en verdad presto atención es que me doy cuenta de que solas no estamos en su totalidad─. No puedes ser exigente conmigo cuando no suelo andar por este tipo de lugares.
─ ¿Qué es lo que pretendes decir con "esté tipo de lugares", niña? ─ miro por primera vez al acompañante de la mujer con la que parece ser que sueño despierta todo el tiempo. ─ Creo conveniente advertirte que estas en mis territorios y no en los tuyos, tú solo eres una simple oveja. Oveja que no sobrevivirá si sigues hablando sin medirte tus palabras.
Es grave, solo puedo notar cuan grave y amedréntate es su voz, pero él no es la razón la que estoy aquí es ella. Tomo una fuerte respiración y paso saliva decidiendo que lo ignorare, es ella mi motivo de estar en este lugar tan fétido y asqueroso.
Solo es por ella.
─Priscila, creí que esta reunión era solo nuestra. Debiste informarme que habría tercera personas─ digo notando que ella está sentada en las piernas de este hombre que no me inspira nada de confianza, así como todo este lugar. ─, de que se trata esto que no estoy entendiéndolo muy bien.
─Cariño, necesito que me dejes a solas con ella.
¿Cariño?
¡No! Ella no puede estar liada con este tipo de mala muerte, no de nuevo.
El hombre repugnante la toma por la cadera y la levanta, besa su cuello y cuando pienso que ya se va a retirar veo como estruja sus pechos frente a mí mientras ella sonríe pareciendo complacida con lo que ha hecho. Siento asco.
Me giro por completo para no verle lo que queda de su presencia en esta habitación, pero nada me puede quitar de la cabeza el que ella lo ha disfrutado. No puede ser que haya caído de nuevo, no le importo en absoluto.
─Me voy─ digo sin girarme, si lo hago romperé en llanto y ella no me puede ver débil─, no tengo porque ser objeto de manipulación, no tengo porque ver algo tan asqueroso. Yo no tengo lo que tú quieres en una persona por lo visto.
─Si yo fuera tú ni siquiera me movería de donde estas─ dice, pero no la reconozco. No es ella.
Nunca fue ella a decir verdad, una farsa y yo volví a caer por ella.
─ ¿Qué más me puede suceder si ya me has destruido? ─ pregunto con furia y dándome la vuelta para encararla.
Su rostro es muy diferente al que yo siempre vi, al que yo conocí. Es maldad, ella es maldad.
─Eres tan crédula, dulce Elisa─ dice negando con su cabeza mientras en su rostro se mira una sonrisa muy grande que me resulta perturbadora─. Deberías ver tu rostro de siervo acorralado, ¿En verdad creíste que yo sentía algo por ti?
Lo creí porque ella me hizo creer que le importaba, yo siempre fui suya.
─Qué más da lo que crea, ya me has destruido y no quiero seguir así─ digo y camino hacia la puerta─. Fue un error el venir.
La puerta está justo en frente de mí, giro la perilla para abrirla y marcharme de este lugar.
─Como lo veo yo no ha sido un error, Elisa.
─Vete al diablo y déjame en paz─ le espeto sin voltearla a verla─. Ve y revuélcate con ese tipo.
***
12:45 a.m.
Siento como todo me da vueltas, siento que he sido la tonta más grande que hay en este mundo, pero todo ha sido mi culpa. Lo reconozco.
¿Las personas cometen errores, no? Soy humana y los he cometido bastantes veces y me avergüenzo de eso. No debí acudir a su llamado simplemente.
Ahora hace mucho más frio de lo que hacía cuando iba con ella, todo está en completa soledad y temo hacer hasta el más mínimo ruido que pueda existir. Camino lo más rápido que mi estado de conmoción emocional me permite, ahora pienso que debí traer conmigo una chaqueta o abrigo que me cubriera de la brisa nocturna helada.
Casi llego a la calle principal que me marcara el fin de mi equivocación más grande que he hecho que pasara.
Cuando llego a la calle principal miro por todos lados con la esperanza de poder encontrar un taxi que me lleve a casa y poder dejar todo atrás, pero no veo ninguno y me veo obligada a caminar unas calles más. Calles cuya luz sea lo suficiente para ver qué es lo que pasa a mi alrededor.
El bolsillo de mi jean vibra en forma de alerta de mensaje. Con temor a que sea mi madrastra saco mi teléfono y miro el mensaje que me ha llegado; no es ella o alguien que yo conozca así que solo abro el mensaje para leer.