Cuando a mi vida llegó

Capítulo dieciocho

 

 

“No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.”

─Emilio Castelar.

 

─ ¿Dime que haces aquí? ─vuelvo a preguntarle.

Ella alza sus cejas y yo solo puedo ser capaz de acomodar mejor a la bebé de forma que no pueda verla. Quiero protegerla y quiero hacerlo de ella; siendo que es estúpido tratando de una persona que es menor que yo, pero no lo puedo evitar ella me ha hecho mucho daño y no puedo solo pretender que nada ha pasado entre las dos.

─Vaya, se nota que no soy bienvenida aquí ─dice con ese típico tono sarcástico que la caracteriza ─. Y en verdad que es una hermosa casa, quien pensaría que te sacarías el premio mayor con este chico.

Eso me enfurece, ella siempre viendo el valor y todo lo material en lo que le rodea; eso en verdad que me enfurece demasiado.

─Te he preguntado qué hace aquí ─ digo cansándome de esta charla que no me deja nada y no sacia mi duda ─, creme que tengo mejores cosas que hacer, así que si no me vas a decir que es lo que te trae por acá te voy a pedir que te marches por favor.

─En verdad que eres demasiado amargada, por eso nunca pudiste disfrutar la vida ─ dice luego de mirarme por unos segundos, necesito que se marche porque no tengo la suficiente energía para soportarla ─. Pero antes de que comiences a echar humo por las orejas o algo parecido, mamá me mando a decirte que las oficinas volverán a estar abiertas hasta el día 22 de abril.

─Bueno gracias por la información ─digo y me comienzo a balancear para arrullar a la bebé ─, ya te puedes marchar.

─Pero que considerada hermana ─dice rodando los ojos ─, ¿no piensas presentármela?

Se perfectamente que se refiere a la bebé y la verdad que no tengo ganas de que ella la vea, es tonto lo sé, pero necesito mantenerla alejada de ella lo más posible. Ella es el tipo de personas que no merece conocer a aquellas de alma pura y buena.

Pudiera ser comparada con el ti de simba de El Rey León de Disney, sí, justo con ese mal tío que no hace más que hacer mal a la manada y no aportar nada bueno más que desgracia pura.

─Lo cierto es que no lo haré, Priscila ─digo finalmente después de pensarlo por algunos segundos cruciales ─. Está algo delicada por le que, cualquier contacto le puede generar un mal.

Ella me mira y luego mira a la bebé en mis brazos no sé si me cree o sabe que miento, pero no planeo que la vea y estaría, estoy muy dispuesta a impedir a que entre y la vea.

─Bien… supongo que después podré conocerla.

─Supongo que así será ─contesto, miro el reloj y me doy cuenta de que se me ha hecho tarde para preparar algunas cosas. ─, Priscila lo siento, pero necesito que te marches tengo que hacer unas cosas y no podré atenderte como se debe.

Asiente.

─Como sea.

Y ahí esta la mordaz y mala vibra de quien es mi hermana pequeña. La despido con la mano y cierro la puerta con seguro, veo como es que camina directo a la entrada y sube a lo que parece un taxi que la espera.

Tomo mejor a la bebé y decido que será mejor cerrar bien las rejillas que impiden a la gente entrar y husmear por la casa. No quiero más visitas como estas.

Camino directo al teléfono y marco el numero de la casa de mis padres para hablar con ellos; el teléfono timbra por al menos un minuto hasta que escucho como toman la llamada un “Bueno, ¿Quién habla?” se escucha por el otro lado de la línea.

Es mamá quien contesta, perfecto.

─ ¿Puedes decirme por qué les has dado mi dirección a Priscila? ─exijo una vez puedo hablar.

─Porque…

─No mamá, entiende que yo a ella no la quiero cerca de mí ─ digo interrumpiéndola. ─. Es la razón por la que me he marchado y estas haciendo que al único que extrañe sea a papá y a ti te tome un resentimiento más grande por seguir apoyando a quien me lastimo.

─Noa, pensé que…

─Lo siento, pero las cosas no se arreglan de esa forma ─digo nuevamente interrumpiéndola ─, deberías saberlo ya. Dile a papá que pronto lo veré, Adiós.

Para el momento en que llega Abraham yo me encuentro de mal humor y le pide que me deje estar sola al menos por algunas horas, que solo tuve un mal día.

El se sirve de comer y yo solo espero a que sea pronto se me pase el mal rato que he pasado con la visita de Priscila y lo que mamá dijo o lo poco que dijo. Me siento mal por hablarle de esa forma, pero cada una de las palabras que he dicho son reales.




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