Cuando a mi vida llegó

Capítulo veinte

 

Los días posteriores a nuestra plática resultaron difíciles porque tuvimos que entregar a la bebé a servicio social y yo me tuve que hacer la idea que no podría quedármela aunque quisiera porque no era el momento. Quise olvidar por un momento que yo la tuve y que la cuidé regalándole temporalmente un hogar y amor, pero no bastaba porque solo me sentía hundirme en una tristeza que parecía no tener final.

Me lamenté por comportarme de esa manera, me lamenté por portarme grosera y de maneras no adecuadas con Abraham y con mis padres al querer lléname de consuelo y tratar de cierta forma unir los pedazos de un corazón roto por una pequeña que no me pertenecía. Entendía que no podía ser mía y que yo era joven para mantenerla conmigo, pero en mi mente me sentía la persona más preparada para cuidar de ella y de su bienestar.

Supongo que pasaron varios días en donde mi humor no era el adecuado y en donde había noches en donde lo único que podía hacer Abraham era abrazarme por las noches mientras las lágrimas eran derramadas y jugaban una carrera en donde la meta era llegar mi mandíbula.

 

─Debes comer un poco, Noa ─me dijo Abraham ─. No me gusta que no quieras comer, no me gusta verte de esa manera.

─No siento hambre Abraham ─le dije ─, por favor déjame en paz.

─No, no lo voy a hacer ─me respondió ─así te tenga que obligar a comer un poco, no pienso dejar en paz. Comprende que te quiero y que me lastima verte de esta manera, sabes que no podíamos quedárnosla porque no es momento indicado y también sabes que de los dos solo yo trabajo ahora y tú no has terminado de estudiar como yo tampoco lo he hecho.

Escuchaba que hablaba, pero no comprendía sus palabras me sentía como Bella Swan en Luna Nueva, me sentía flotando de alguna manera y con los días pasando de manera muy rápida, pero aunque me sintiera de esa manera aun podía presumir de que no había atentado contra mi vida y que el vacío emocional no me hacía querer dañar mi vida intentando actividades arriesgadas por el contrario a eso, solo me mantenía sentada en mirando hacia la ventana, en la terraza o incluso no hubo veces en las que no llegué a salir de la cama en todo el día.

Cuando Abraham no estaba me levantaba para distraerme un poco de mis pensamientos y de esa tristeza que me llenaba por completo, limpiaba un poco la casa o solo me dedicaba a mirar películas que me hicieran derramar todas las lágrimas que pudiera mi cuerpo cargar sin importarme un poco el hecho de poderme deshidratar o que mi rostro estuviera demasiado hinchado como para no lucir reconocible.

─Supongo que tienes razón ─le dije luego de un largo tiempo ─, es mejor que me olvide de ella y continúe.

─No supongas, tengo la razón ─ me contesto entrando a la habitación ─. Debes avanzar y continuar con tu vida, me lastima verte de esa manera y me lastima ver que actúas de manera automática sin el mínimo interés por sentir.

─Lo siento.

─Esta vez no basta con sentirlo Noah ─contestó ─, me has tratado y lastimado de una manera un tanto cruel pensando solo en ti sin detenerte a pensar en que a mí, también me duele el no tenerla.

─ ¿Crees que algún día la volvamos a ver? ─pregunté.

─No lo sé ─contestó sentándose a mi lado ─, pero sí la vida quiere que sea de esa manera sucederá y entonces el momento será perfecto.

─Está bien.

─Está bien.

 

“A veces olvidar significa y cuesta más hacerlo que solo decirlo varias veces. A veces se necesita hundirse un poco para que puedas comprender que es momento de avanzar aunque tengas que llorar algunas veces.

El poder lograrlo se encuentra en intentarlo luego de tener la oportunidad de sentirte hundida y sin esperanzas.”

 

─Es momento de avanzar ─le dije mientras me levantaba ─. Debo bañarme.




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