La madrugada encontró a Daniel en su habitación, acostado en la cama, con los ojos fijos en el techo. No podía dormir.
No porque no tuviera sueño, sino porque cada vez que cerraba los ojos, veía a Sofía alejándose. Veía su indiferencia, su frialdad, su mirada vacía cuando lo veía.
Sofía ya no me quiere.
El pensamiento era un puñal que se clavaba más profundo con cada latido.
Se giró en la cama y tomó su teléfono. Última conexión: hace un minuto.
No con él.
Nunca con él.
Marcó su número. Colgó antes del primer tono.
La angustia lo ahogó.
La persona a la que más quería en el mundo lo estaba dejando atrás, y él no podía hacer nada para detenerlo.
¿Por qué? ¿Qué hice mal? ¿En qué fallé?
Quiso llorar, pero sus ojos estaban secos. Ya había derramado demasiadas lágrimas en silencio. Ya no le quedaban.
Entonces, sin pensarlo, escribió:
"Sofía, dime la verdad. ¿Sigues queriéndome?"
Los segundos pasaron. Vio que lo leyó.
Pero no respondió.
No.
No.
No.
Arrojó el teléfono sobre la cama y sintió cómo su pecho se cerraba. Esa era la respuesta.
Cuando alguien ama, no duda. No deja esperando. No deja en visto.
Quiso gritar. Quiso maldecir. Quiso desaparecer.
Pero en lugar de eso, se levantó, se puso una chaqueta y salió a la calle. Necesitaba aire.
Caminó sin rumbo. Las calles estaban desiertas, iluminadas solo por la luz tenue de los faroles. El viento frío le golpeaba el rostro, pero él apenas lo sentía. Su mente estaba en otro lugar.
¿Será que ya hay alguien más?
El pensamiento lo hizo detenerse en seco.
No. No podía ser. Sofía no era así.
Pero... ¿y si lo era?
Sofía no era cruel, pero a veces el amor no muere de golpe. A veces, simplemente se traslada a otro corazón.
Y Daniel sintió que el suyo se partía en dos.
Se apoyó contra una pared, sintiendo que le faltaba el aire. ¿Cómo es posible que alguien pueda doler tanto sin siquiera tocarte?
Quiso escribirle de nuevo. Por favor, dime algo. Por favor, no me hagas esto. Por favor, no me dejes así.
Pero no lo hizo.
Porque en el fondo, sabía que ya la había perdido.
Y esa certeza…
Le destrozó el alma.
Editado: 20.02.2025