Cuando Amar no es suficiente

13. Verdades No Dichas

El cine independiente estaba en una calle poco transitada, con un letrero de luces titilantes que apenas se sostenía en su lugar. El interior era pequeño, con butacas antiguas y paredes tapizadas de carteles de películas que nadie recordaba.

—Definitivamente, este lugar grita películas raras —murmuró Leo, mirando alrededor.

Natalia sonrió.

—Te sorprendería lo que puedes encontrar aquí.

Daniel, aún con los pensamientos revueltos por el encuentro con Sofía, intentó concentrarse en la pantalla cuando la película comenzó.

Pero apenas pasaron quince minutos cuando su mente se llenó de ruido.

Cada escena, cada palabra susurrada, parecía entremezclarse con recuerdos que no quería revivir.

La primera vez que llevó a Sofía al cine.

La forma en que ella se acurrucaba en su hombro en las escenas de terror.

El sonido de su risa cuando algo la hacía reír genuinamente.

Daniel cerró los ojos.

"No me voy a ir."

Lo había dicho en el restaurante con seguridad. Pero ahora, sentado en la oscuridad, se daba cuenta de lo difícil que era dejar atrás los fantasmas.

Un roce en su brazo lo sacó de su trance.

Natalia lo había tocado, apenas un contacto ligero, pero suficiente para hacerle saber que lo había notado.

Daniel giró el rostro. En la penumbra, sus ojos se encontraron.

Natalia no dijo nada. No necesitaba hacerlo.

Y, por alguna razón, eso fue suficiente para que su pecho se sintiera un poco menos apretado.

La película continuó, pero esta vez, Daniel logró enfocarse.

Cuando salieron del cine, el aire nocturno los envolvió con su frescura.

—Bueno —dijo Leo, estirándose—. No entendí absolutamente nada de esa película.

Natalia rodó los ojos.

—No era para que la entendieras, era para que la sintieras.

—Pues sentí que me estaba durmiendo.

Daniel se rió, y el sonido le pareció extraño en su propia boca. Ligero. Real.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Natalia, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Leo revisó el reloj.

—Podríamos ir por algo de beber. Hay un bar cerca que no pide identificación si parecemos lo suficientemente confiados.

—¿Y si parecemos lo suficientemente perdidos? —bromeó Daniel.

—También funciona.

Empezaron a caminar. Pero justo cuando doblaron la esquina, Daniel sintió que su cuerpo se tensaba.

Porque, a unos metros, apoyado contra un poste de luz, estaba Gabriel.

El ex mejor amigo de Sofía.

El chico que, hace apenas unos meses, había sido su amigo también.

El mismo que ahora estaba con ella.

Gabriel lo vio y se enderezó. Sus ojos brillaban bajo la luz de la farola.

Y entonces, dio un paso hacia él.

Natalia y Leo se dieron cuenta al instante.

—¿Qué pasa? —preguntó Natalia en voz baja.

Daniel no respondió.

Porque Gabriel ya estaba frente a él.

—Daniel —dijo con voz tensa.

Daniel sintió su mandíbula apretarse.

—¿Qué quieres?

Gabriel exhaló, como si hubiera ensayado esta conversación mil veces.

—No busco problemas. Solo… quiero hablar.

Daniel se cruzó de brazos.

—¿Hablar? ¿Después de todo?

—Sé que estás enojado conmigo.

—No, Gabriel. No estoy enojado. Estoy decepcionado.

Gabriel cerró los ojos un segundo, como si el comentario lo golpeara de verdad.

—Las cosas no son como crees.

Daniel soltó una risa seca.

—Oh, ¿no? Porque desde aquí se ven bastante claras.

Natalia puso una mano en su brazo, un gesto sutil de apoyo.

—Solo dame cinco minutos —pidió Gabriel—. Si después de eso sigues pensando igual, me iré.

El silencio entre ellos era denso.

Daniel no quería escucharlo.

No quería volver a abrir heridas que apenas empezaban a cerrar.

Pero al mismo tiempo…

Parte de él quería respuestas.

Quería entender cómo alguien que consideraba su amigo había terminado traicionándolo así.

Respiró hondo.

—Cinco minutos —dijo.

Gabriel asintió.

Y entonces, con un tono grave, dijo algo que hizo que todo su cuerpo se tensara.

—No fue como piensas, Daniel. Sofía nunca quiso que supieras la verdad.

La verdad.

Dos palabras que cambiaban todo.

Daniel sintió que el suelo bajo sus pies ya no era tan firme.

Y por primera vez en mucho tiempo, tuvo miedo de lo que estaba a punto de escuchar.




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