Los días han pasado tan rápido que el sentimiento de Isabela de querer que el ciclo
escolar termine se ha ido, ahora está angustiada porque los días corren con tanta
rapidez que parecen fugaces, Ivar ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida, era
inteligente, centrado, amable y tenía una personalidad encantadora, su cabello era
oscuro, sus ojos eran dos aceitunas brillantes, el color de su piel era trigueña y tenía
unas manos hermosas, sus gustos musicales eran geniales y el hecho de que fuera un
deportista lo hacían un chico cool. Pero todo lo que sentía se lo guardaba no podía ser
abierta con su madre porque ella había sido muy clara con ella desde el principio,
Isabela tenía prohibido tener novio, no hasta la edad de veintiún años, para su
desgracia había conocido el amor antes de tiempo y por eso Isabela no había podido ir
a ver a Ivar a sus partidos, su madre tampoco la dejaba salir, tenía que mantener ese
amor en secreto, pero era tan grande que era imposible esconderlo.
El fin de semana por fin había llegado, era sábado en la mañana y la madre de Isabela
estaba en casa, sus días libres variaban últimamente, Sara era el nombre de su mamá
ella era enfermera y constantemente traía su estrés a la casa, este día no era la
excepción, Sara había tenido un turno agotador y estaba muy cansada, siempre le
había cargado la mano a su hija, sin darse cuenta le exigía demasiado, ella no estaba
de acuerdo en que estudiara arte, le decía que esa carrera no le dejaría de comer y
que probablemente terminaría desempleada y viviendo siempre en su casa, Sara tenia
muchas heridas en el alma, estaba llena de amargura y no lograba comprender como
es que le iba tan mal en el amor, el padre de Isabela, Harry, se había casado con ella al
mes que la había conocido, tuvieron una noche alocada después de conocerse en un
bar de la ciudad y Sara quedó embarazada desde el primer encuentro, obviamente
Harry no estaba enamorado de ella y tampoco quería ser padre tan joven, pero la
presión de sus padres los hicieron casarse y vivieron juntos por diez años, después de
eso Harry las abandonó, Sara descubrió que su esposo tenía una aventura con una
mujer a la que conoció en el trabajo y se fue con ella, al poco tiempo supo que Harry
tenía una doble vida, siempre estuvo con esta mujer y todo apuntaba a que las había embarazado al mismo tiempo, solo que aquella mujer si la amaba, quedando así llena de odio y rencor, no le importó abandonar a Isabela, aun cuando ella se le colgó de los pies para que no cruzara la
puerta, Isabela nunca supo que hicieron mal ella y su mamá, el abandono de su padre
la hizo sentir un profundo sentimiento de no ser suficiente y se aferraba a toda persona
que le mostraba afecto aun cuando fuera algo toxico.
Unos pasos tímidos se acercan a la puerta de la habitación principal, es Isabela quien
toca la puerta llevándole el desayuno a su mamá.
—Mami ¿Estas despierta? Te traigo el desayuno, son hotcakes, están deliciosos.
—Agh…. ¿Qué hora es? ¿Por qué me despiertas tan temprano? Quiero seguir
durmiendo. —responde Sara a regañadientes.
—Ah, son las once y media de la mañana.
—¿Qué? Ay no puede ser… que tarde es.
Isabela abre la puerta y le deja el desayuno a su mamá en el buró para después
sentarse a sus pies.
—Eh… mamá, quería pedirte un favor, es más un permiso. —expresa Isabela con
timidez.
—¿Ahora qué quieres? No pienso darte más dinero, te dije que si querías más ingresos
te buscaras un trabajo de medio tiempo.
—No, no es eso, he limpiado toda la casa y también lavé toda la ropa, ya terminé mi
tarea y dejé preparada la comida para que no tuvieras que hacer nada hoy y pudieras
descansar.
—Aja, ¿Qué es lo que quieres? —pregunta Sara en modo de sospecha.
—Me preguntaba si me darías premiso para ir con mis amigas a comer, no tienes que
darme dinero con los ahorros que tengo es más que suficiente, además he vendido
algunas cosas en internet y me ha ido muy bien, la verdad me gustaría salir esta tarde.
Sara se levanta de la cama y revisa la cocina y la casa y se da cuenta que
efectivamente todo está limpio.
—¿A dónde irán a comer? ¿A qué hora volverás a casa?
—Aun no decidimos el lugar, pero probablemente vayamos a una cafetería y regresare
temprano como a las ocho en punto.
Sara mira a Isabela de pies a cabeza como si la examinara.
—Está bien, te doy permiso, solo porque te fue bien en el examen de matemáticas, vi
que pegaste el papel en el refrigerador, un ocho no está mal, pero pudo ser un diez, así
que si, diviértete con tus amigas.
—¡Gracias mami! ¡te prometo que llegaré temprano! Te traeré algo. —dice Isabela
mientras abraza efusivamente a su mamá.
—Sí, sí, déjame descansar, revisa la tarea de tu hermano antes de irte, gracias por el
desayuno, pero no tengo hambre, voy a dormir otro rato, llévatelo por favor.
—¡Sí! ¡gracias mamá! Eres la mejor.
Sara vuelve a acostarse he Isabela sale brincando de alegría de la habitación.
—¿Por qué estás tan contenta? no es normal verte tan inquieta ¿A dónde vas Bel?
Pregunta Dany casi como un detective.
—Ese no es asunto tuyo mocoso, además deberías hacer tu tarea en lugar de
interrogarme.
—¿Tú crees? —expresa Dany con un tono sospechoso.
—¿Por qué pones esa cara de tonto? —pregunta Isa molesta.
—Será mejor que vengas conmigo niña enamorada.
—¿Qué? —exclama Isabela asustada, mientras su hermano la jala a su habitación.
—Lo sé todo, sé porque actúas de esa forma tan rara y porque te ríes sola en la