cuando cupido te odia

Amor fugaz

—Sí, diviértete, te veo mañana.

Por una parte, Isabela se siente aliviada de tener un cómplice, jamás se imaginó que

sería su hermanito, al que tanto se resistía, pero al final, la sangre llama y no existe

nada a medias, un hermano es un hermano.

 

La hora esperada ha llegado, Isabela está dispuesta a sorprender a Ivar en uno de sus

partidos, lleva puesto un pantalón de mezclilla y un suéter rosado con unos tenis

blancos, se ha ondulado el cabello y se ha maquillado un poco se ve muy bonita,

después de media hora de dar vueltas en círculo Isabela por fin da con el lugar y justo a

las seis en punto se sienta felizmente en las gradas, las personas que contemplaban el

partido la miraban con asombro, parecía una influencer, era muy atractiva y se

preguntaban quién sería el afortunado al que había ido a ver.

—¿Dónde está? —Isabela trata de ubicarlo y una vez que lo ve en la cancha su

corazón se estremece.

Ivar era mágico, así lo percibía ella, siempre tenía una sonrisa en el rostro, no era tan

serio como lo describían, ella admiraba lo bueno que era en el deporte y como se

desenvolvía con tanta naturalidad y confianza, sin duda él era todo lo opuesto a ella, el

tenía a sus dos padres, económicamente estaba bien, su madre era cariñosa y lo

apoyaba en su sueño de ser futbolista, tenía un gran auto estima, parecía que no

conocía el sufrimiento, pero eso no era del todo cierto, Ivar había perdido a su abuela

hace unos meses, ella era todo para él, pero el cáncer se la llevó, dejando un gran

vacío en el corazón de Ivar.

—¡Guao! ¿Cómo puede correr tan rápido? —se pregunta Isabela maravillada.

En eso, una voz dulce la saca de su asombro.

—¿Disculpa está ocupado este asiento? —pregunta una hermosa mujer con

amabilidad.

—¿Qué? ¡no! ¡Por favor siéntese! Lo siento, puse mi bolso aquí sin darme cuenta.

—No te preocupes, casi se me hace tarde para ver jugar a mi hijo, soy un desastre jaja.

—¿Enserio? Yo me perdí jaja, soy muy mala ubicándome, yo vine a ver a mi amigo.

—expresa Isa con una gran sonrisa.

—¿Y quién es tu amigo?

—¡Aquel chico de allá! ¡el que acaba de meter un gol! —grita Isabela emocionada.

—¿Qué? ¡Ese es mi hijo! ¡metió un gol! Jajaja ¡increíble! —manifiesta la mujer entre

gritos.

—¿Usted es su madre? —pregunta Isa impresionada y avergonzada al mismo tiempo.

—Mucho gusto, soy Ángela, un placer conocerte. —sonríe Ángela con amabilidad.

De pronto los gritos eufóricos de Ángela hacen que Ivar voltee a las gradas y su

corazón se emociona al ver a Isabela quien se ha quedado petrificada.

—Isabela…. Viniste… —expresa Ivar lleno de felicidad.

El partido continuo he Ivar está más motivado que nunca, en las gradas hay dos chicas

a las que quiere impresionar y lleno de energía hace otra increíble jugada y mete otro

gol, esta vez cumple la promesa que le hizo a Isa, le dijo que la próxima vez que lo

viera jugar la saludaría como en las películas y así lo hizo, él le dedico el gol haciendo

un corazón con las manos hacia donde estaba ella, haciendo que sus mejillas se

ruboricen y sus ojos comiencen a brillar.

—¡Mira nos dedicó el gol! Qué lindo de su parte.

—Sí...

—¿Por cierto cómo te llamas? ¿De dónde conoces a mi hijo?

—Me llamo Isabela Adams, voy en la misma clase que Ivar.

—Así que tú eres la famosa Isabela ¡Que grata sorpresa! Ustedes tienen el mismo

apellido jaja

—¿Enserio? Jamás le pregunté su apellido. —dice Isabela sonrojada.

—Ivar ya me había hablado de ti, de hecho, es de lo único que me habla en casa jaja, a

decir verdad, creo que ya te había visto, cruzaste la calle mientras el semáforo estaba

en verde, me alegra saber que estas bien. —menciona Ángela con una sonrisa.

—Ay… lo lamento, no me fijé al cruzar. —expresa Isa apenada.

—No te preocupes, a todos nos pasa.

—Ivar es muy bueno en lo que hace, me alegra saber que usted lo apoya, eso lo hace

tener confianza.

—Es mi deber como madre, apoyar a mi único hijo, mi esposo y yo siempre lo vamos a

apoyar.

—Gracias, eso lo hace muy feliz.

—¡El partido terminó! ¡vamos con él!

—¡Sí!

—¡Mamá! —Ivar abraza a su madre con mucho cariño.

—¡Isabela! ¡viniste! Me alegra que estés aquí, no te esperaba, fue una gran sorpresa.

—Mamá ella es Isabela y…

—Sí, ya la conocí, hablamos por un buen rato. —expresa Ángela con una sonrisa.

—¿Enserio? Bueno, ya se conocieron. —dice Ivar con agrado.

—La conocía de oídos porque tu no dejas de hablar con ella.

 

—Ay mamá jaja. —Ivar se ruboriza.

—Bueno, porque no vas a los vestidores, te duchas y luego te vemos por aquí para ir a

comer algo de pizza.

—¡Sí! vuelvo enseguida.

—Ah, no tiene que incluirme en el plan, no quiero incomodar, vine sin aviso así que no

se preocupe.

—¿Qué estás diciendo linda? Si no tienes otra cosa que hacer ven con nosotros, Ivar

se pondrá muy feliz.

—Muchas gracias, iré con gusto entonces. —dice Isabela con una sonrisa en el rostro.

Mientras tanto en los vestidores.

—¡Oye Ivar! ¿Quién es la belleza que estaba con tu mamá? ¿Es tu novia? —pregunta

Jasper uno de sus amigos emocionado.

—¡Sí! ¡Está guapísima! Deberías presentárnosla. —manifiesta Tim en forma de

jugueteo.

—No es mi novia, es mi amiga. —responde Ivar con una sonrisa.

—¿Qué? Viejo, ¿Cómo es eso posible? En la escuela nunca te conocimos a nadie,

ósea non hay chicas tan lindas en el salón, pero ella es fabulosa ¿Qué no te gusta?

—Me encanta… pero es difícil hablar de amor con ella, nuestra amistad es increíble, no




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