cuando cupido te odia

Creo en mí

Una chispa de confianza se había prendido dentro del corazón de Isabela, sus amigos

confiaban en ella, en la posibilidad de acercarse un paso más para cumplir su sueño de

pertenecer a la academia de arte Senses (sentidos)

—Estoy lista.

Las clases habían terminado, los nervios se estaban comiendo a Isabela, pero sabía

que no podía desaprovechar esta oportunidad, después de la escuela todos regresaron

a su casa a cambiarse quedando de verse afuera del teatro musical Soul (alma) esta

vez nada la detendría.

—¡Apresúrate Dany! No quiero que se nos haga tarde. —dice Isabela mientras termina

de alistarse.

—¡lo siento! Ya estoy listo, Kikey nos está esperando afuera.

—¿Kikey? —pregunta Isa confundida.

—Sí, le pedí que nos llevara a tu audición, en su auto llegaremos más rápido, es su día

libre, además aceptó enseguida.

—¡Gracias al cielo! ¿Cómo me veo? —pregunta Isa nerviosa.

—Te ves divida, vámonos ya. —Dani la toma de la mano y se van.

—¡Hey! ¡miren nada más quienes vienen por ahí! Son mis sobrinos preferidos,

vainillitas, hace un par de semanas que no los veo y ya están enormes jaja. —expresa

Kikey con gran alegría.

—¡Kikey! Gracia por llevarnos, gracias por no contarle nada a mamá. —expresa Isa

agradecida.

—¿De qué lado creen que estoy? Del lado de la diversión por supuesto, andando que

se nos hace tarde.

—Gracias tía Kikey. —dice Dany mientras se relaja.

—Dany… tengo ganas de regresarme... estoy muy nerviosa. —expone Isa con las

manos temblorosas.

—No te preocupes, te he visto ensayar por horas para este momento, lo harás muy

bien. —Dany le toma la mano a su hermana y se van así todo el camino.

—Lo harás bien cariño, eres fabulosa, enséñales a esos jueces los melismas que la tía

Kikey te enseñó hacer.

—Eso haré. —dice Isa con una sonrisa.

Por fin han llegado al teatro, hay muchos jóvenes que al igual que ella tiene el sueño de

entrar a esa academia, jóvenes con recursos limitados, pero con gran talento y sueños

grandes, pero Isabela deseaba más que nadie un lugar en esa academia.

 

—Ya estoy aquí…

Isabela ve a sus amigos quienes la esperan ansiosos, Ivar posa los ojos sobre ella

admirando su belleza, pues Isa se veía radiante.

—¡Isabela por aquí!

—¡Chicos! —Isabela corre hacia donde están ellos y les presenta a su familia.

—Ella es Kikey y este de aquí es Dany mi hermano pequeño.

Kikey saluda a todos de manera efusiva, Dany en cambio, mira fijamente a Ivar.

—Hola pequeño. —Ivar le alborota el cabello.

—Hola… —responde Dany en voz baja.

—Se llegó la hora linda, te vemos adentro. —dice Kikey mientras la despiden.

—Crucen los dedos por mí. —expone Isabela mientras se aleja con una bella sonrisa.

Aquel lugar parecía enorme, aunque no lo era tanto, el teatro tenía un olor mágico casi

embriagante, las luces, la decoración, el escenario, todo era tal y como se había

imaginado, la gente a su alrededor lucia igual de ilusionada, algunos alardeaban

calentando sus gargantas para que todos los escucharan, otros practicaban sus pasos

de danza, sus guitarras y cualquier instrumento que dominaban, Isabela solo

permanecía callada, lo único que la acompañaba era su voz, su voz y su deseo de

demostrarle a su madre que sus sueños no eran una estupidez.

—Hola, disculpa ¿Qué numero tienes? —una voz tímida se asomó por debajo de su

hombro.

—¿Eh? El numero cuarenta y seis. —Isabela voltea y ve a una chica bajita de cabellos

lacios y cortos de color castaño, tenía una cara muy bonita casi como de muñeca, pero

sus lentes enormes la ocultaban.

—¿En serio? Yo soy la numero cuarenta y siete, ya casi es nuestro turno.

—Sí, ¿estas nerviosa? —pregunta Isabela mientras le sudan las manos.

—Mucho, siento que voy a desmayarme jaja, soy Livi, Olivia, pero puedes llamarme

Livi.

—Gracias, yo soy Isabela, mucho gusto ¿tocas el violín?

—Sí, también el clarinete y tú… ¿tocas algún instrumento? —pregunta Livi cohibida.

—No, solo canto y practico danza, aunque en esto último no soy muy buena.

—Estoy segura que con la práctica mejoraras —sonríe Livi con amabilidad.

Por otro lado, Ivar junto con los demás esperan impacientes el turno de Isabela,

aquellos que han participado son muy talentosos, pero tanto Dany como Ivar sentían

que Isabela no tenía nada que envidiarles.

 

—Apuesto a que lo logra, Isabela entrará a la academia de arte. —dice Ivar con una

gran confianza.

—¿Qué? Eh, si, también lo creo. —Dany mira de reojo a Ivar, a pesar de que siente un

poco de celos, se da cuenta que no es una mala persona.

El tiempo ha transcurrido y se ha hecho un llamado al número cuarenta y seis.

—¡Es tu turno! —dice Livi emocionada.

—¿Qué? —Isabela está muy nerviosa.

—Te toca subir al escenario, mucha suerte.

El tiempo parece detenerse, lo único que Isabela puede escuchar es su corazón y su

respiración acelerada, jamás había cantado en público y por lo menos había

cuatrocientas personas en aquel lugar, cada latido era un salvaje golpeteo a su pecho,

sentía como si su cuerpo se hubiera convertido en goma y que en cualquier momento

iba a colapsar.

—¡Numero cuarenta y seis adelante! —grita el moderador con energía.

Los aplausos eran escasos, pero los gritos de ánimo de sus amigos inundan el lugar,

incluso Dany he Ivar estaban de pie con una enorme sonrisa, se sentían orgullosos de

ella sin siquiera haberla escuchado y entonces se dio cuenta del por qué estaba ahí.

Tenía algo que demostrarse así misma antes de querer convencer a los demás que




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