cuando cupido te odia

Amor propio

A veces estamos tan acostumbrados al sufrimiento que cuando nos pasa algo bueno

sentimos que no está bien, que no lo merecemos que algo malo debe estar escondido

por ahí, pero cuando bajamos la guardia y nos abrimos al amor, cosas maravillosas

comienzan a pasar.

—¡Mamá! ¿Te encuentras bien? ¿El maldito de mi padre te hizo llorar otra vez? —le

preguntó Liam enardecido.

—¿Qué? No, nada de eso. —sonrió Eleonor llena de paz.

En ese momento, su celular sonó, se trataba de su ex esposo y ella lo puso en alta voz.

—¿Erick? —Al escuchar el nombre de su padre, Liam apretó los puños con rabia.

—Hola linda, ¿Cómo estás? ¿te estas cuidando? Veras…Alexa y yo terminamos, me

siento un poco solo y pensaba quedarme con ustedes un tiempo y si las cosas salían

bien y si tú te portabas bien podríamos intentarlo, eh…quizás si te pago una cirugía de

rejuvenecimiento y un aumento de busto pueda volverme a enamorar de ti y quien sabe

talvez…— en ese momento Eleonor lo interrumpió tajantemente.

—No.

—¿Qué? ¿No escuchaste lo que dije? ¿Estás ebria? —No solo Erick estaba

sorprendido, Liam también lo estaba, su madre era el plato de segunda mesa de su

padre, siempre aceptándolo cuando terminaba una relación, de haber sido su esposa

parecía su mujer de consuelo, ella lo amaba y siempre lo aceptaba con la esperanza de

enamorarlo y volver a estar juntos, era tan toxica su relación que no solo ella era

utilizada, su hijo sufría al ver todo eso, cada que su padre se largaba con sus mujeres y

dejaba llorando a su madre.

—Dije que no.

—Jajaja ¿Qué? Pero…

—No soy tu plato de segunda mesa, ya no voy a permitir que me utilices, no quiero

tener nada que ver contigo, de ahora en adelante si quieres hablar conmigo será en

cosas relacionadas a nuestro hijo y no vuelvas a intentar nada más, ya no me

interesas.

—¿Qué estás diciendo vieja desabrida? Yo.

Eleonor colgó la llamada, dejando a su hijo atónito.

—Mamá…

—Lo siento, lamento mucho que me hayas visto rebajarme de ese modo, no era justo

que me vieras deteriorarme así, no quiero que creas que tratar a las mujeres de este

modo está bien o que es normal auto destruirte solo por el odio de otras personas, tú y

yo merecemos un amor verdadero, un amor propio y absoluto.

Eleonor abrazó a su hijo y lo besó en la frente y vio a su madre subir a su recamara con

una sonrisa satisfactoria, había triunfado ante la ansiedad de agradar a un agresor que

la había inducido a la anorexia, llamándola gorda, celulítica y vieja.

—Nunca más, nunca más te volveré a exponer así Eleonor. —ella se abrazó así misma

y se pidió perdón mirándose al espejo y reconciliándose con ella misma.

—Hoy yo también di un paso importante. —le escribió Eleonor a Isabela y añadió. —he

decidido ser feliz.

—Me alegro por ti, eres demasiado valiosa para ese hombre. —le respondió Isabela y

después escribió. —Yo también haré algo al respecto, me alegra haberte conocido.

—¿Conociste a otro hombre? —le preguntó Liam recostándose en el regazo de su

madre.

—¿Qué? No, jaja.

—¿Entonces porque estas tan feliz? Quien quiera que sea, le agradezco que te haya

animado a dejar a Erick.

—No es un hombre, más bien una amiga, conocí a una chica con la que hice clic y

ahora somos amigas, es demasiado joven creo que tiene tu edad, pero de alguna

forma conectamos.

—Enséñame su foto de perfil. —le dijo Liam curioso y añadió al ver la imagen ¿Quién

tiene un plato de comida como foto de perfil?

—Jajaja, es lo que cenamos, nunca había probado la langosta. —sonrió Eleonor

enternecida.

—Invítala a la casa, si te hace tan feliz invítala, trataré de no ser grosero.

—Lo haré, la invitaré un día de estos.

Isabela estaba recostada en su cama, esa noche durmió con una sonrisa.

—De ahora en adelante dejaré que las cosas buenas me pasen…

El primer día de la semana había llegado, Isabela estaba con un semblante diferente,

estaba de buen humor y era amable con todos.

—¿Por qué estas sonriendo? ¿Estás esquizofrénica o qué? —le pregunto Liam

mirándola juiciosamente.

—No todos somos unos amargados como tú, algunos somos positivos y felices.

—¿Ah, sí? A mí me parece que eres una bipolar, deberías ir al psiquiatra, si no, en los

únicos lugares donde vas a cantar será en el manicomio.

—Mira pedazo de egocéntrico, a mí no me vas arruinar el día, tienes envidia de que yo

sea…

—¡A ver chicos! veo que ya platican juntos eso debió ser un avance para ustedes,

ahora solo intenten no insultarse, recuerden que del odio al amor solo hay un paso y yo

quiero ver ese beso lleno de amor pasional. —les dijo el profesor incomodándolos.

El ensayo comenzó y Liam he Isabela se miraron con desprecio, seguían cayéndose

mal y pensaban que ninguno de los dos se agradarían nunca.

El descanso había llegado y Liam había desaparecido del salón, Isabela tenía clases

de actuación he interpretación, su profesor de danza le había aconsejado tomar clases

extras debido a la falta de química que veía en ella y Liam, por ninguna razón quería

perderse la oportunidad de interpretar a Ann en la obra así que se quedó hasta muy

tarde en la escuela.

—Eso sería todo por hoy señores, nos vemos mañana, recuerden practicar en casa.

—Sí, hasta mañana.

Isabela estaba cansada, tenía ganas de tomar algo frio y fue a la máquina expendedora

por una soda.

—La escuela se ve muy vacía, seguramente ya todos se fueron. —exclamó Isabela

sedienta, al terminar su bebida se percató de que en la salida un grupo de chicos la




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