cuando cupido te odia

Rescate

Isabela nuevamente estaba huyendo de unos salvajes, el estrés que sintió era tal que

comenzó a tener taquicardias y sudaba frio, no había forma de escapar de ellos

estaban ebrios y era evidente que se habían saltado las clases, eran estudiantes del

área de actuación, pero de otro grupo, uno de ellos había conseguido su número y la

había estado acosando con imágenes de su miembro y le ponía cosas irrespetuosas

que la hacían sentirse violentada, su mente en ese entonces estaba tan sumergida en

su tristeza que no le dio mucha importancia, pero ahora estaba aterrada, eran tres tipos

ebrios que la deseaban y querían divertirse con ella.

—Dios mío… no de nuevo ¿Dónde se supone que voy a esconderme? ¿Estoy

atrapada?

Los zapatos de Isabela resonaban por los pasillos mientras sus acosadores le gritaban

cosas horribles.

—¡Oye bonita! No te escondas, solo queremos charlar, ven, seamos amigos, tal vez te

guste jaja.

—¿Por qué siempre me pasa esto a mí? ¿Qué voy hacer si me atrapan?

A lo lejos, Isabela pudo ver una luz encendida en uno de los salones de arte, sin

pensarlo dos veces corrió con todas sus fuerzas y entró, cerrando la puerta con seguro.

—Por favor que ya se vayan… —Isabela se tapó la boca y las lágrimas salieron de sus

ojos de manera incontrolada.

Los chicos tocaban y pateaban la puerta exigiéndole a Isabela que saliera de ahí.

—¡Ya sabemos que estás ahí dentro preciosa! ¿Por qué eres tan creída? Solo

queremos hablar contigo.

—Si, si sigues tan altanera te vas a quedar sola idiota.

—¡Abre la puerta!

—Váyanse… váyanse ya… —el estrés que Isabela sentía le estaba ocasionando

mucha ansiedad y sentía que las paredes a su alrededor se encogían cada vez más y

una vez que la puerta se abrió gracias a las patadas de esos malhechores algo

sucedió.

Liam había ido a lavar sus pinceles, pues recién terminaba de pintar una de sus obras,

pero unos golpeteos y los fuertes gritos perturbaron su tranquilidad y lo obligaron ir a

ver de qué se trataba.

—¡Hey! ¡ustedes! ¿Qué demonios están haciendo en mi salón?

—¿Qué? —uno de los chicos lo miró de arriba abajo, no esperaban que hubiera

alguien en los salones.

 

—No es de tu incumbencia.

—Están en mi aula, claro que es de mi… —la puerta se abrió por el fuerte aire que

había y los ojos de Liam se abrieron de golpe al ver que dos de ellos sujetaban a

Isabela con fuerza.

—Ayúdame… —exclamó Isabela casi como un susurro, parecía que estaba a punto de

desmayarse.

Los chicos ni pensaron cuando de repente, Liam comenzó a golpearlos salvajemente,

eran tres contra uno y aun así no pudieron hacerle frente, una rabia inexplicable se

apodero de él y le rompió la nariz a uno de ellos.

—¡Agárrenlo bien! —exclamo uno de los chicos mientras la sangre le escurría de la

boca y fue así como entre los tres comenzaron a golpearlo y le partieron el labio, Liam

estaba harto de ellos y quería quitárselos de encima, pues Isabela no se veía nada bien,

no entendía porque no corría, pero al parecer no podía mantenerse de pie.

—¡Quítenme las manos de encima bastardos! —Liam le dio un cabezazo al tipo que le

golpeaba el estómago y los trató de tal modo que los cobardes salieron huyendo.

Liam sacudió la cabeza pues el golpe que había dado lo había aturdido.

—Isabela ¿Estás bien? —Liam la revisó para ver si aquellos animales no la habían

lastimado, pero se dio cuenta de que tenía mucha fiebre y mientras le palpaba la frente

ella habló…

—Sabía que eras tú… sabía que volverías a ayudarme. —Isabela lo abrazó como pudo

y se recargo en su pecho.

—Espera no hagas eso, no sabes lo que dices. —Liam se quedó extrañado del afecto

entrañable con que lo estaba tratando y se sentía incómodo.

—¿Por qué tardaste tanto en venir? Me estaba muriendo de tristeza…mi querido Ivar

yo te sigo amando. —Isabela se puso a llorar para después perder el conocimiento.

—¿Ivar? Otra vez ese nombre… me volviste a confundir con esa persona otra vez.

Liam la tomó en sus brazos y la llevó al hospital, el medico que la atendió se dirigió a él

con tranquilidad dando a entender que no era nada de qué preocuparse.

—¿Ella va a estar bien? —preguntó con seriedad.

—Su novia está estable ahora, le pusimos algo de suero, tiene desnutrición y sus

niveles de estrés son demasiado altos. ¿Padece de depresión?

—No es mi novia, no tenemos ninguna relación salvo que compartimos clases en la

universidad.

 

—Oh, lo lamento, gracias por traerla ¿sabe si tiene algún familiar a quien podamos

llamar?

—No lo sé, no sé nada de ella, su celular se estropeo al caer al suelo, ni siquiera

prende ese cacahuate. —Liam no podía creer que alguien siguiera usando ese tipo de

celulares anticuados.

—Deberían denunciar a los tipos que los agredieron, si no hubieras llegado tal vez

abrían abusado de ella o algo peor. —le dijo el doctor con indignación.

—Créame, esos desgraciados van a recibir su merecido, más les vale que no los

vuelva a ver.

—Sera mejor que los policías sean quienes se encarguen de ellos, yo puedo constar

las agresiones físicas y psicológicas que sufrieron.

—Gracias.

—¿Seguro que no quieres que te revisemos?

—No, estoy bien, solo necesito unos analgésicos.

—Tu compañera deberá quedarse esta noche en observación, después podrá ser dada

de alta, puedes irte a descansar, nosotros la cuidaremos bien, trataremos de localizar a

sus familiares.

—Voy a quedarme, si algún conocido llega me iré en seguida.




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