La noche avanzaba y Liam se asombraba de que nadie fuera a preguntar por Isabela,
ni siquiera un amigo, algún enamorado y no podía dejar de preguntarse si ese tal Ivar
con el que tanto lo confundía llegaría algún día a cruzar esa puerta.
—¿Enserio nadie vendrá? —se preguntaba extrañado y así pasó toda la noche.
Isabela despertó a las seis de la mañana en punto, desorientada por verse en una
cama de hospital se llenó de miedo, vio sus muñecas que estaban marcadas por la
fuerza con la que la habían agarrado esos maleantes y fue entonces que a su mente
llegaron las imágenes de Liam he Ivar completamente borrosas, no entendía nada,
hasta que el doctor le explicó todo.
—¿Dice que me desmaye por el estrés? —le preguntó Isabela tratando de entender el
panorama.
—Sí, por lo que veo tienes un trauma ¿fuiste acosada antes?
—Sí, en la preparatoria… —dijo Isa apenada.
—No tienes por qué avergonzarte, no es tu culpa haber sido víctima de abuso, gracias
a Dios no llegó a más, pero emocionalmente pareces estar pasando por todo un
proceso ¿quieres que te canalice con un psicólogo?
—¿Sería muy costoso? —le preguntó con preocupación.
—Es gratuito, estoy seguro que te será de mucha ayuda.
—Una pregunta doctor ¿Nadie vino a verme?
—Está ese muchacho que te trajo, Liam, se llama, está anclado en la sala de espera.
—dijo el doctor con una sonrisa y añadió. —Se ve que está muy preocupado por ti, ya
tiene enfadadas a las enfermeras de tantas preguntas jaja.
—¿Él se quedó toda la noche? —pregunto Isa asombrada.
—Sí, creí que era tu novio, pero me aclaró con firmeza que no, aun así, no se ha
movido de su asiento, tiene un buen compañero señorita Adams, los amigos son
invaluables. —las palabras del doctor dejaron pensativa a Isabela, no podía creer que
ese mal humorado la hubiera ayudado.
—Ah… una cosa más, soy estudiante y no tengo un trabajo formal, ¿cree que puedo
hablar con recursos humanos para ver la posibilidad de algún apoyo con la cuenta del
hospital? Todo se ve demasiado costoso… —dijo avergonzada.
—No será necesario, el joven ya pagó por usted.
—¿Qué?...
Ante la sorpresa Isabela se quedó sin palabras, para su sorpresa Liam ya cruzaba la
puerta.
—El doctor me dijo que podía pasar. —le dijo Liam con un notorio desvelo en la cara.
Isabela se impresionó de verlo golpeado, tenía un moretón en la mejilla izquierda y el
labio partido.
—¿Te amputaron la lengua o por que no dices nada? —le preguntó con una expresión
de preocupación.
—Gracias por salvarme… —los ojos de Isabela se llenaron de lágrimas, la gratitud que
sentía le inundaba el corazón.
Liam no sabía como responderle, por alguna razón verla llorar le desagradaba mucho.
—Si no hubieras llegado no sé qué sería de mí.
—Esos idiotas no podrán ni caminar cuando me los encuentre, les romperé la cara a
palos y… —Isabela le tomó la mano y negó con la cabeza para después decirle…
—No, ya hiciste suficiente, te golpearon por mi culpa.
—¿Qué? Ellos quedaron peor. —respondió Liam avergonzado, le dolían los golpes,
pero no quería demostrarlo.
—Buscaré un empleo de medio tiempo y te pagaré hasta el último centavo, solo dame
tiempo por favor. —le dijo Isabela mirándolo fijamente.
—No quiero que me pagues nada, eres pobre, te vas a quedar en la calle.
El humor de Liam era sarcástico, tosco y hasta estúpido, pero Isabela ya no podía
enojarse con él, se echó una carcajada haciendo que sus mejillas se pusieran
coloradas.
—Págame así… —murmuro Liam y añadió. —sonríe y me habrás pagado todo.
En ese mismo momento se recostó en los pies de Isabela y se quedó profundamente
dormido, roncaba con una intensidad que ensordecería a cualquiera, Isabela no pudo
resistirse a acariciarle la cabeza.
—Creo que nos juzgamos injustamente ¿verdad…? lo siento…
Por fin habían dado de alta a Isabela, Liam la llevaba en su motocicleta hasta su casa,
habían acordado que la dejaría hasta la puerta, pero la curiosidad de ver el
departamento de su coestrella le ganó y una vez que estaban a dentro ella lo invitó a
comer.
—Así que aquí vives. —le dijo Liam quien miraba a todos lados.
—Sí, no es un palacio como seguramente será tu casa, pero es cómodo y siempre
tengo agua, así que eso es un plus.
—Creí que vivías con alguien ¿Qué se siente vivir sola?
—Es difícil de explicar, no es que me guste la soledad, pero tener paz es algo
elemental para la salud mental, así que, me quedo con ella.
—¿No te llevas bien con tu familia? —Liam se había prometido no ser un metiche, pero
tenía curiosidad de saber más de Isabela.
—Es una larga historia…me duele mucho recordarla.
—Ah, entiendo, no tienes que responderme, no debí preguntarte por eso.
—No sé por qué, pero sí quiero contarte. —le dijo Isabela mientras le sonreía con
tristeza.
—Ok, para que esto sea justo… yo también me abriré contigo, así sabremos los
secretos del otro y podremos amenazarnos si uno se atreve a revelarlos.
—¿Qué? Jaja, yo nunca traicionara tu confianza.
—Yo tampoco lo haría, aunque no lo parezca sé guardar un secreto.
—Entonces te lo contare todo. —le dijo Isabela mirándolo fijamente.