cuando cupido te odia

Sal de mi corazón

Isabela se encontraba envuelta en un sentimiento que la estrujaba tan fuerte que no

sería fácil escapar de él, Kevin la escuchaba con atención mirando su angustiante

expresión facial y su voz temblorosa.

—Desde que Ivar murió prometí no volver a enamorarme de nadie, descubrí que el

amor puede llegar a ser muy doloroso, me hice esa firme promesa y decidí no

involucrarme con ningún chico, nada de citas, nada de flores, nada de romance, pero

en un descuido, en un chasquido ese chico se metió en mi corazón ¿Cómo pude dejar

que eso pasara?

 

—Creo que hiciste una promesa muy difícil de cumplir Me refiero a que uno no elige

de quien enamorarse, mucho menos el momento en el que ocurrirá.

—Me descuidé, me confié demasiado, creí que si solo éramos amigos estaría bien,

pero ese muchacho es inevitable, es… mágico, raro y extremadamente agradable,

incluso sus errores y lo que más me desagradaba de él hoy me parece hermoso

¿Cómo le puedo llamar a esto? —le preguntó Isa angustiada.

—Amor. —le dijo Kevin con una sonrisa.

—¡No! Debe tener otro nombre.

—Bueno, etapa del enamoramiento.

—Puede ser, pero ¿puedo revertirlo verdad? Digo, aun no es cien porciento amor,

puedo hacer algo para detenerlo, gracias Kevin eres brillante, ahora sé lo que debo

hacer.

—¿Qué? Esas no fueron mis palabras…

—¡Enserio te lo agradezco! Haré hasta lo imposible por aclarar mis sentimientos, no

puedo enamorarme de Liam Evans, no le fallare a Ivar.

Kevin se quedó muy preocupado con las palabras de Isabela, era más que evidente

que se estaba engañando sola.

—Escucha Isa, no creo que sea saludable cumplir una promesa que hiciste cuando

más dolor estabas sintiendo, no creo que Ivar… —Isabela lo interrumpió abruptamente

y añadió cortante.

—No, esto es lo mejor, Ivar siempre será el amor de mi vida, nadie lo va a reemplazar.

—Isa…

—Gracias por la comida, estuvo deliciosa, me tengo que ir, gracias por traerme a casa.

—¡Espera! ¿No quieres el postre? —Isabela no lo dejó terminar de hablar y salió muy

de prisa del auto y se metió azotando la puerta.

—A él es a quien más trabajo te cuesta soltar… su recuerdo es una carga para ti…

—Kevin se fue de ahí con una gran preocupación en su corazón, Isabela seguía

aferrada a una promesa sin sentido, estaba anclada con un fantasma y podía dejar ir la

oportunidad de ser feliz solo por no soltar el pasado.

Liam aun estaba en la escuela, sus clases por fin habían terminado, el sol se estaba

ocultando y toda la academia se pintaba de un color naranja precioso, sus compañeros

habían salido, pero él aun estaba acomodando sus pinturas, la profesora de arte era la

señorita Selena Bug, una mujer de treinta años que había entrado a trabajar hacia solo

tres meses, tenía el cabello castaño, largo y ondulado, usaba unas gafas que la hacían

lucir interesante, además de que se ejercitaba y tenía un cuerpo llamativo y

voluminoso, era muy atractiva y se corría el rumor de que coqueteaba con sus alumnos

solo por diversión, pero tenía los ojos puestos en Liam, lo deseaba tanto que estaba

obsesionada con él, su lujuria había llegado al límite y esta era su oportunidad para

seducirlo.

Selena se aseguró de que nadie estuviera cerca, se mordió los labios y se recargó en

el escritorio, cruzó las piernas dejando ver sus medias y le clavó la mirada a Liam,

quien recién terminaba de acomodar su material.

—¿Fue un día difícil para ti? —le preguntó Selena con una voz cálida y añadió. —Has

estado muy callado.

—No es eso, solo estaba tratando de terminar mi pintura, por alguna razón no logro

hacerlo, voy atrasado. —le dijo él con una seriedad que a ella le pareció sexy.

—No entiendo que le hace falta, para mi es perfecta, al igual que su creador. —sonrió

coqueta mientras se acercaba a él.

—Yo tampoco sé que le hace falta, solo no me gusta.

Selena se inclinó hacia Liam y humedeció su dedo índice con su lengua para después

frotar su saliva sobre la mejilla de Liam pues estaba manchada de pintura.

—No te asustes, solo quería quitarte esa mancha. —le sonrió maliciosa.

—¿Era necesario que hiciera eso? —le preguntó Liam con el ceño fruncido.

—¿Por qué? ¿Está mejor así? —Selena tomó la mano de Liam y se la puso en el

pecho.

—No me provoque, señorita. —le dijo Liam con molestia.

—¿Y que si lo hago? ¿Qué me vas hacer? No siempre tendrás estas oportunidades,

una mujer dispuesta hacer lo que le pidas.

—Quítese señora, no me gustan las mujeres fáciles como usted. —Liam la empujó y

cuando estaba dispuesto a salirse del salón ella lo tomó de la mano y le araño el brazo.

—¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo? ¡no me dejes así! Que no vez que

puedo hacerte mucho daño si quiero. —le dijo Selena furiosa.

—Haga lo que se le de la gana y suélteme, me dan asco las personas como usted.

—¡Maldito infeliz! ¡me las vas a pagar!

Selena se llenó de frustración y comenzó a tirar todo a su alrededor, en su arranque de

ira miró la pintura de Liam y tomó tinta negra y comenzó a manchársela echando a

perder su obra.

—Te vas a arrepentir de haberme rechazado estúpido.

 

Mientras Liam caminaba hacia el estacionamiento sintió que alguien lo seguía y furioso

volteo enseguida pensando que se trataba de la profesora, pero su sorpresa no fue

menos desagradable, ante sus ojos estaba Camila, quien lo miró fijamente.

—¿Qué haces aquí? Isabela no está ¿Qué no entiendes que no quiere verte?

—Eso ya lo sé.

—¿Entonces qué haces siguiéndome?




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