Silencio.
Hay mucho silencio en la habitación.
Puedo escuchar claramente como las gotas de lluvia caen, como se deslizan en la ventana que está enfrente de nosotros.
Miro su perfil y entrelazo su mano con la mía.
—Harry — hablo llamando su atención.
—Junie.
Miles de dudas se despiertan en mi interior, pero ya no puedo guardar estas emociones tan fuertes que inundan mi pecho, ya no puedo refundirlas en lo más profundo de mi miocardio.
—Te amo — digo en susurro casi inaudible.
Su rostro cambió casi de inmediato a una expresión indescifrable.
¿Felicidad? ¿ tristeza? ¿enojo?
—Yo no a ti — declaró fríamente.
Solté su mano como si su tacto me quemara. Y en este momento supe que mi rostro era el que ya tenía la misma expresión ansiosa de hace algunos segundos.
¿Decepción? ¿dolor?
Ninguna de las respuestas eran correctas.
En mi rostro apareció una sonrisa y él se sorprendió durante algunos minutos, hasta que se incorporó para irse, cuando ya estaba algunos centímetros de mí reaccioné y decidí hablar.
—Yo quise intentarlo — esas fueron las primeras palabras que abandonaron mis labios, la persona que estaba a unos pasos de mi se detuvo en seco.
—Juro que quise hacerlo — ahogue los sollozos que se encontraban ansiosos por abandonar mi boca, mientras intentaba que todas las lágrimas que estaba reteniendo no se deslizaran por mis mejillas.
—Trate de crear un final feliz, aunque no creía en ellos, ni en los estúpidos romances de los adolescentes o en los cuentos de hadas — dije con dificultad.
—Uno para ti y para mí, uno para nosotros — y para este momento agradezco que él no se haya volteado y visto lo miserable que me veo ahora mismo.
Me pongo de pie con toda la fuerza que me queda y tomó una bocanada de aire, haciendo que el continuara su camino hasta llegar a la puerta.
—No quiero que seas mi sirenita quiero que seas mi Darcy — habló y me acerco hasta a él logrando que voltee a mirarme.
—Y yo quiero ser tu Elizabeth — levante mi mano y toqué su mejilla.
—No Alysa — un tono gélido teñía su voz cuando bajo mi mano lentamente.
—Yo no te amo — enfatizó cada una de sus palabras.
Las ruinas de mi mundo se desmoronaron, yo no tenía a nadie. Observe cómo se alejaba de mí salía de mi cuarto, fue detrás de él.
—Eres un jodido cobarde Harry Jones. — solté con furia y él me miró atónito.
—Alejas a todas las personas porque le tienes miedo a las emociones que estas pueden causar en ti, pero si lo haces ahora, yo ya no estaré aquí cuando vuelvas.
—Estoy cansada — murmuré con lágrimas en mis ojos de nuevo.
—Estoy exhausta de que te vengas a mi y te alejes cuando quieras, de que ocultes todo sobre ti como si fueras una caja de pandora — confieso.
—Pero ahora ya no, porque si te vas ahora no quiero que vuelvas, no desearé ver tu rostro otra vez — digo con esperanza.
—No soy un cobarde simplemente, no te amo a ti — abrió la puerta y se marchó dejándome completamente sola.
Camine involuntariamente a cerrar la puerta y me gire dándole mi espalda a esta, caí al suelo y todas las lágrimas que retuve cayeron por mis mejillas.
Él había roto algo que creía que nunca más se podría volver a romper.
Él rompió mi corazón.