Cuando digamos adiós

CAPÍTULO III

20 de mayo del 2017

—Su hija ha sido diagnosticada con "trastorno de ansiedad social"y "anorexia nerviosa" — declaró mi psicóloga a mi madre.

—Sabemos que no es fácil lidiar con estas enfermedades pero va a tener que ser fuerte para que hija tenga un soporte y no caiga — prosiguió mientras el en el rostro de mi madre se notaba el dolor.

Y yo solo podía preguntarme: ¿causó tantos problemas? ¿yo soy el problema?

—Tendrá que tomar estos medicamentos diariamente para evitar que tenga otra crisis — termina entregandole un frasco y una receta a mi madre.

—Vas a estar bien, lo prometo — dijo mi médico.

Me levanto de mi silla y sigo a mi madre por los pasillos blancos del psiquiátrico. Y de pronto siento unos brazos que rodean mi cuerpo casi esquelético, lo hace despacio porque tiene miedo de romperme, mientras yo sentía como sus lágrimas rodaban por sus mejillas.

Me odio, todo es mi culpa incluso las lágrimas de mi madre, soy yo la causante de todo esto.

—¿Te encuentras bien? — interroga el chico que se encuentra a centímetros de mi rostro.

Mi boca no podía formular ni una sola palabra, sin embargo cuando iba a decir algo, Harry Jones me abraza, rodea mi diminuto cuerpo con sus brazos y eso causa que sus jeans terminen empapados.

—Gracias al cielo, estas bien — repetía una y otra vez, tratando de convencerse a sí mismo de que yo me encontraba bien y sus manos acariciaban mi cabello.

Con mis brazos aun temblando correspondi a su abrazo.

Me aferre a él.

Y lloré, después de 7 años de no haberlo hecho.

Inmensas lágrimas corrían libres por mis mejillas hasta desvanecerse en mi clavícula.

Jones no dijo ni una sola palabra y permitió que me aferrara a él mientras lloraba como una desquiciada, sus brazos me sostenían firmemente como una señal de que no me dejaría caer.

...

Me encontraba frente a mi departamento, Jones se había encargado de mi durante toda la tarde y había respondido todas las llamadas de mi madre y me encontraba inmensamente agradecida de que no me hubiera dejado sola.

—Gracias por todo lo de hoy — susurre.

—No hay de que Wilson, a cualquiera le puede ocurrir — dijo mientras se giraba.

—Hasta pronto Wilson — se despidió de mí.

—Nos veremos Jones —respondí y empecé a abrir la puerta de mi departamento.

—Solo... si sientes que no puedes más, contactame — soltó dándose la vuelta y extendiendo un pequeño papel hacia mí sorprendiéndome.

—No es necesario.

—Wilson, no estás sola, yo siempre estaré aquí — hablo agarrando mi mano y colocando el papel en ella.

Y en el momento en que iba a refutar se alejó de mí, así que decidí entrar en mi departamento, y fue en ese lugar donde todo estaba oscuro, lo sentí de nuevo él se equivocaba estaba completamente sola y nadie podía ayudarme.

Me dirige a mi habitación no encendí ninguna luz, ya que no tenía fuerzas. Me recosté en mi cama abrazándome a mí misma. Era raro mi cama era solo para una persona, y aun así se sentía tan vacía.

Hoy Harry Jones había alargado mi vida. Y estaba agradecida de que gracias al él mi madre ahora no llora a su hija, pero soy demasiado débil y siento que ya no soy un humano solo mucho dolor para ella, ya que mis demonios nunca me liberarían.

—Lo siento madre hoy volví a sentirme miserable — susurro antes de quedarme dormida.

Nota: Hola, les habla la autora, es mi primera historia y espero que les guste.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.