Harry Jones es una persona indescifrable, es como un rompecabezas en el que nunca puedo juntar todas sus piezas.
Al terminar nuestra jornada Jones me acompaña a mi departamento y no se como hablar sobre lo que descubrí en clases.
¿El siempre lo supo? ¿sabía sobre todos mis sentimientos y nunca dijo nada?
—Junie, ¿todo bien? — pregunta al notarme distraída.
—Si — hablo rápidamente.
En mi campo de visión aparece la castaña de la primera clase.
—Hola Leo — pronuncia enfrente de nosotros.
¿Leo, el diminutivo de Leonardo? ¿El primer nombre de Harry?
—Hola Hannah — responde mi compañero con amabilidad.
—¿Quién es ella? — pregunta al notarme a su lado.
—Su nombre es Alysa, una vieja amiga — contesta con facilidad.
Y noto que los azules ojos de este me examinan.
—Me presento mi nombre es Hannah Grimaldi, mejor amiga de Leo — dice extendiendo su mano hacia a mi.
—Hola — susurro intimidada por la forma en la que me mira. Es que como si yo fuera una presa y ella un cazador.
—Eres muy bonita, tus ojos hermosos — alaga.
Y yo guardo silencio ya que recuerdo como unos ojos iguales a los míos me juzgaban y criticaban todos los malditos días durante 18 años de mi vida.
—Gracias tu también lo eres — aseguro con una sonrisa, ya que ella no tiene la culpa de nada.
Y no lo digo solo por educación, su cabello castaño hace que su piel y sus ojos azules resalten. Su delgada complextura y altura de 1.60 junto con su sentido de la moda, la hace parecer una modelo.
En cambio yo, yo poseo el cabello negro, una piel muy blanca y unos malditos ojos grises. Mi altura de 1.70 no me ayuda ya que usualmente soy más alta que todas las chicas y recibi cualquier tipo de apodos por esto.
—¿Alysa? — interrumpe Jones a Hannah sacándome de mi trance.
—Yo, yo me tengo que ir — respondí y rápidamente me marche.
Corrí y para mi mala suerte empezó a llover. Deje que las gotas de lluvias cayeran sobre mi, sin importarme nada. Los recuerdos rodaban por mi mente, sin darme descanso me atormentaban.
—No eres una Wilson.
—Eres una decepción para nuestra familia.
—¿Te has dado cuenta que has subido mucho de peso?
—A alguien con físico nunca podría ser una bailarina.
—Me das asco.
—Comes demasiado.
—Esa niña fue la que destruyó nuestro matrimonio, todo era perfecto hasta que decidiste tenerla.
—¿No lo comprendes? tú nunca serás lo suficientemente buena.
—Te odio.
—Mi error más grande fue permitir que tu madre te tuviera.
—Para, por favor, por favor, te lo ruego para — dije mientras caía al suelo empapado de agua.
—¡Alysa! — escucho que alguien grita mi nombre a lo lejos.
Mi visión se vuelve borrosa y creo poder observar la silueta de Harry entre la gente.
—¿Jones?
—Si soy yo — dice mientras llega hasta mí.
—Haz que pare — ruego entre sollozos.
—Por favor haz que se calle — hablo sin fuerzas.
El se sienta a mi lado permitiendome recostar mi cabeza en su hombro, entrelaza mi mano con la suya y es muy cálido para una persona que siempre siente frío.
—Haz que todo el dolor se vaya — suplico escondiendo mi rostro lleno de lágrimas contra la tela mojada de su camisa.
—¿Cuántos demonios nos atormentan? — cuestiona y todo se vuelve negro.