Cuando digamos adiós

CAPÍTULO VII

—Mami — hablo mientras me lanzo a sus brazos.

—¿Cómo le fue a mi bebe? — pregunta mientras me carga y comienza a caminar.

—Excelente — sonrió y le muestro el folleto que se encuentra en mis manos.

—¿Qué es eso cariño? — cuestiona mientras agarra el folleto de mis manos.

Observó mientras lo abre y le señalo a la bailarina de la primera página.

—Hay una audición en la escuela, me gustaría participar.

—¿Pero? — interroga con una sonrisa.

—Necesito tu firma y la de papá — al mencionar a papá mi madre se tensa.

—¿Puedo?

—Mi linda muñequita, yo te daré mi firma pero tendremos que idear un plan para convencer a tu padre — dice mientras me deja en una de las sillas de la cocina. Asiento con mi cabeza.

— Papi — habló mientras estiró mis brazos hacia el.

—Padre, es padre, tienes 7 años, ya no eres una niña — corrige severamente.

—Mira — le muestro el folleto que mi madre dejó en el mesón.

—Una bailarina, muy bonita — dice sin prestarle importancia.

Mi madre me guiña un ojo en señal de que siga, explicándole.

—Hay una audición en la escuela y quiero participar — su rostro hace una mueca de confusión.

—Necesita la firma de ti papi — habló nerviosa.

—¿Tu, una bailarina? — cuestiona mi punto, mientras sus ojos empiezan a examinar toda mi figura.

—Alguien con tu físico nunca podría ser una bailarina — afirma sin piedad alguna.

—Daniel — reprende mi madre al escuchar esas palabras.

—Solo le digo la verdad, no quiero que digan que mi hija es un fracaso — suelta esas palabras secamente.

—Es solo una niña — habla mi madre.

—No es una niña, tu la sobreproteges — dice bruscamente.

—Solo tiene 7 años.

—¿Dónde está la persona cariñosa con la que me casé? — pregunta frustrada.

—¿No lo comprendes Eliza?, esta niña arruinó nuestro matrimonio — habla señalándome.

—No ella no lo hizo, tú lo hiciste — dice mi madre mientras me saca de la silla y me lleva a mi cuarto.

Abre la puerta de mi habitación, entra conmigo en ella y la cierra con seguro.

—Papi, ¿me odia? — pregunto.

—No cariño, él solo está agotado por el trabajo — dice mientras pone un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, lágrimas caen por sus mejillas dejando su rostro empapado.

—Él te ama al igual que yo — habla y me abraza contra su pecho.

—Sigue durmiendo Junie— escuchó la voz de Harry a lo lejos.

Me remuevo y siento dedos jugando con mi cabellera.

—Estoy aquí — dice con una voz cariñosa.

—No te voy a dejar sola — susurra cerca de mi oído.

Abro los ojos y cuestionó adormitada.

—Incluso si mi mundo se desmoronara, ¿estarías conmigo?

—Incluso si fuera un desastre yo estaría contigo — afirma.

—Si el dolor me consume, ¿estarías ahí para tranquilizarme? — cuestionó en voz baja.

—Aceptaría todo tu dolor como si fuera el mío.

—Y si caigo en lo más profundo del océano, ¿te atreverías a saltar al agua para rescatarme?

—Lo haría una y mil veces.

Y en ese momento supe que no estaba sola, alguien estaba dispuesto a aceptar mi dolor como si fuera suyo, me protegería de todos los demonios que me atormentan desde que era una niña.

Él estaría ahí.

Siempre.

En cada momento.

En cada segundo.

El apaciguaría a todo a lo que le temo.




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