Cuando El Cielo Desciende

9. VISIÓN Y COINCIDENCIA

 

    Era cuestión de solucionar todo. Michael le contó a Gordan de lo sucedido en casa de Ormingt, y el le creyó. No podía ser coincidencia que su dibujo se haya convertido en real, ese alienígena que los policías no encontraron cuando tomaron la decisión de matarlo a tiros, era idéntico al del dibujo. Pudo rescatar unas imágenes de la transmisión cortada, y lo relacionó con su pintura. Michael no recordaba haberlo visto, aunque si lo vio, en el espejo que se encontraba encima del tipo que corría en la oscuridad. Eso no podía recordarlo. Lo más relevante que pudo encontrar en sus recuerdos fue la lengüeta, ese cuerpo blanco también, aunque no le prestó mucha atención. Ambos se preguntaron, ¿alguien más ha de tener la misma visión? ¿Por qué demonios en casa de Ormingt? Ese inocente moreno tendrá algo que ver con todo esto, se dijo Gordan. Michael no creía lo mismo, agregando que era el amigo, ¿como pudo haber traído a un alienígena al planeta Tierra? Era demasiado extraño. Entre ambos se plantearon lograr descubrir esto, aunque no conseguían nada.

El padre de Samuel -amigo del pequeño Andrew- Arnald Johnson, era conocido de Gordan, y comentó que había visto a una mujer pálida, en el patio de su casa. El chico, Samuel, también vio algo, le contó eso a su padre, agregando: Andrew, mi amigo, también lo vio. Cada vez más miembros se agregaban al grupo de extrañas visiones, y nadie encontraba una lógica respuesta que acabe con todo. Solamente algo, como pudo aquel alienígena haberse ido tan rápido. Era demasiado lento, esa criatura fue liberada por los idiotas de los policías, y luego la culpa la tienen los habitantes, con los robos de cuarta y por andar haciendo violaciones de la ley. Además, la policía era quien menos se acercaba al tema, y todos estaban de acuerdo en ello. Un juego de cartas en un aposento completamente oscuro, en el que solo la iluminación sea una lámpara antigua y a la vez moderna, eso era lo único que hacían. Jugaban en una mesa de los años veinte, que seguramente era perteneciente a un negociador millonario, opuesto a los idiotas, siendo un tipo elegante y excéntrico. La elegancia fluía por sus venas, sería un hombre muy malo, pero demasiado.

Samuel contó su testimonio, en una mesita, mientras estaba sentado en aquella incómoda banqueta demasiado baja, y más para el, un petizo de los típicos. Arnald estaba ante él, y anotaba cada dato importante. Annie hacía compañía, debía ayudarlos, más si su hijo había sido testigo de terrible catástrofe. Nadie mencionaba a William, que quizás era el culpable número uno. El tipo en la oscuridad, en realidad, era él. Lo vio, cuando estaba allí, en los baños químicos, a punto de largar la orina, aunque lo hizo mientras la lengüeta se le acercaba. Tras haberla matado, quizás no aparezca más en las visiones. Lo más lógico era que, como hicieron los fantasmas junto a Jack Torrance en el Resplandor, intenten adaptarlo a un lugar, convirtiéndolo en un organizador de viajes de Marte hasta la Tierra, transportando en poderosas naves a extraterrestres. El alienígena que cayó en su planeta consiguió hipnotizarlo, y eso le vino perfecto. Sus ojos eran dos pelotas enormes. Con Michael no pudo hacerlo, la lengüeta no era demasiado larga y no pudo haber llegado. Además, no podían elegirlo, era demasiado débil y nunca fue vulgar. En cambio, William si lo era. Todos, y a la vez nadie, ya que ninguna persona sabía que en realidad él era el culpable, concordaban conque William era el principal sospechoso.

Todos seguían sin mencionarlo.

Ante ellos, se formó una escala compuesta por hileras de cartas, muchos ases, y ninguna otra. Comenzaba a bajar, lentamente, una señora pálida, vestida con un traje que relucía con el resplandor del sol. Era una blancura extrema. Se le veía mitad de un pecho, y poco a poco comenzaba a desvanecerse. Samuel no paraba de mirar su cara, paralizado. Era el único que logró, vagamente, reconocerla.

-Está llegando, chicos. Apresúrense, ¿quieren quedar como yo? El está viniendo, con ayuda del extraterrestre... el... -cuando iba a mencionar el nombre desapareció, y lo hizo mientras comenzaba a caer.

-Ahora si, no puedo negar tu locura, Andrew. Esto es completamente real, -comentó Annie- nada me está gustando. Es un sueño irreal.

-No es un sueño, es realidad. -Aclaró Michael.

-Debemos ocuparnos de esto. Alguien que conozcan, todo aquí vale -mencionó Gordan- digan conocidos, amigos, novios, novias. ¡Todo vale!

-Yo tengo un esposo. Su nombre es William. Hace poco... hizo una obra teatral.

-¿Stewartz? -Preguntó Gordan.

-Sí.

-Trabajó junto a mi.

-Yo le dije mi experiencia a papi -agregó Andrew- se veía completamente extraño.



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En el texto hay: extraterrestre

Editado: 04.04.2018

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