❆ Natividad Jale
Como habrán deducido, soy Natividad Jale y sí, yo fui aquella que le llamó a Adriel para que buscara el árbol perfecto de Navidad. Pero mis intenciones van más allá de adquirir un arbolito que fácilmente puedo obtener, ya era hora que estos dos se conocieran y necesitaban un empujoncito para lograrlo. Con seis capítulos narrados, ya conocieron a los dos protagonistas principales de esta singular y romántica historia, pero aún falta un personaje que requiere de sus más discretas atenciones.
Lo malo de esto es que no puedo revelar su identidad porque acabaría con el misterio y la sorpresa que rodea a este personaje, más no se me decepcionen porque yo les voy a contar lo que este hizo a espaldas de la novia inmortal, mientras ella buscaba sonsacarle información al descendiente de las nieves. Sin más preámbulos —siempre quise decir esa frase a un público selecto como ustedes— empecemos...
❆❆❆
El frío de la media noche estaba por completo posado sobre las serenas aguas del hermoso lago que se encuentra rodeado por tres volcanes en tierras mágicas y místicas, era la hora perfecta para que el alma perdida llena de odio que una vez fue un alma llena de esperanza y amor, buscara ayuda o una alianza en el plano incorpóreo para llevar a cabo su venganza en contra de la novia inmortal.
Ahondando en el lago, el alma perdida levitaba sobre el núcleo de las pacificas aguas, porque ese era el hogar de un espíritu antiguo que yacía hundido en lo más profundo, con rostro de mujer primitiva pero hermosa, posaba vestimenta muy singular, llamaba la atención las plumas que estaban sobre sus cabellos largos y lacios, un collar de piedras verdes como el Jade adornaban su cuello que le colgaban hasta el nacimiento de su pechos, una tela como el lino blancuzca y opaca le cubría los pechos en forma de X y las caderas en forma de Y, mostraba por completo los brazos y las piernas, su rostro estaba pintado con sangre en forma de runas y por supuesto ella tenía una voz melodiosa, era atrayente de almas para ahogarlas en la oscuridad.
—No eres de aquí. ¿De dónde vienes y qué quieres? ―preguntó el ser insólito que, recibía al ser forastero que le buscaba.
—Soy del norte, muy en el norte y quiero matar a una persona que es un obstáculo en mi venganza, tu podrías servirme ―contestó el alma perdida que levitaba sobre la superficie del lago.
Aquella respuesta hizo que de algún modo el ser de las aguas alzara sus cejas ocultas tras la runas de sangre, ya que había descubierto su rostro a la luz de la luna.
—¿Y yo por qué tendría que servirte? No sé quién eres.
—Haré lo que me pidas, será un trato porque soy la venganza misma —respondió con seguridad el alma perdida.
―Al menos sabes, ¿quién soy?
—Eres un alma perdida como yo, un alma perdida por amor como yo ―aseguró el forastero.
—Estás en lo cierto, pero también cumplo una condena como tú ―mencionó el ser nativo del lago—. Me llamaba Citlatzin que significa: Estrellita y el pecado que cometí dio origen a este depósito de aguas. ―Contó el ente alzando los brazos a los lados.
—Me parece mentira que tu pecado haya dado origen a este hermoso lago y estés cumpliendo una condena, Estrellita ―declaró el alma, totalmente incrédulo.
―Mi condena fue dada por los ríos y el viento, estoy atrapada aquí para seguir atrayendo a las personas y hundirlas en las profundidades, abrazados por la oscuridad en el fondo de las aguas —reveló el ente que anteriormente era Citlatzin, ondeando las aguas a su alrededor con sus manos.
—Muy interesante, pero no veo un río por aquí más que un enorme y llamativo lago ―advirtió el alma perdida, observando todo a su alrededor, rodeado de montañas y tres volcanes—, a menos que me cuentes cómo llegaste a esto.
Citlatzin se rio levemente provocando oleaje en el lago que estaba quieto, pues las aguas escucharon la risa del ente nativo y habitante de su interior.
—Como dije, mi pecado dio origen a este cuerpo de aguas. Lo que ves ahora como lago, antes en mi tiempo, eran tres ríos que se unían en el centro de los tres gigantes ―dijo ella, observando los tres volcanes que eran rodeados por algunas nubes y neblina―. Cada día me bañaba en ellos, regalando a los vientos y a los ríos un canto con mi dulce y cantarina voz, hecho que hizo a las corrientes de aguas enamorarse de mí, día tras día los tres caudales esperaban con anhelo la hora de mi baño para escuchar mi voz.
—Entonces dime: ¿cuál fue tu pecado? ―preguntó el alma extranjera, escuchando con atención a la dulce Citlatzin mientras admiraba como los vientos danzaban alrededor de ellos.
—Yo era hija de un cacique y estaba comprometida con el hijo de otro cacique, pero resulta que me enamoré de quien no debía, un plebeyo. Estos no tenían permitido tener contacto o relación con la nobleza, hecho que no impidió el amor entre él y yo.
―A lo largo de tantos años, la misma estúpida historia se repite una y otra vez y, aun así, los humanos no entienden la lección de los que sufren las consecuencias de las idioteces que cometieron los antepasados —expresó con odio puro el alma forastera.
—Dime una cosa: ¿alguna vez te enamoraste en vida? ―preguntó Citlatzin recibiendo un silencio sepulcral de parte del visitante, hecho que la hizo sonreír—. No hace falta que contestes... tu silencio indica que sí lo hiciste y de una manera muy profunda y pasional.
―Ve al punto. ¿Cuál fue tu pecado? —exigió saber, casi irritado por recordar la pobre criatura que se consideraba en vida.
―Su mirada y el contacto de su piel con la mía, hacía que ambos sintiéramos una electricidad intensa por todo nuestro cuerpo, creando el deseo de no querer separarnos jamás, pero debíamos aislarnos por ley de nuestra sociedad, así que acordamos seguir encontrándonos a escondidas. Yo me apresuraba a bañarme en los ríos para encontrarme con el amor, dejando mi dulce canto de lado, esto provocó indiferencia hacia los ríos, los cuales le preguntaron al viento ¿qué era lo que me sucedía y por qué dejé mi canto?
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Editado: 13.12.2023