❆ Adriel Edurne
Después de revisar una lista de cosas que necesitaba para escalar, Adriel fue al pueblo en busca de aquello con rapidez, pues si eraposible, ese mismo día quería subir, pasar la noche en el pico y en la mañana descender paracumplir con el pedido de las piedras de una buena vez y estar pendiente de lospermisos que la señorita Jale prometió conseguir, estaba comprometido a cumpliry lo que menos quería era retrasar más su regreso a su amada y solitaria cabañaen Canadá.
Adriel encontró un guía para que lo llevase hasta cierto punto del volcán, estaba convencido que alcanzaría a Nivea antes de llegar al pico; este se apresuró para arreglar su mochila con todo lo que necesitaba para sobrevivir arriba, tenía la certeza de que Nivea no había empacado todo lo necesario, por eso parecía que él llevaba el doble de carga.
Con la mochila de montañismo lista, la ropa y el calzado adecuado, al fin salieron ambos a caminar por el mismo sendero en el que Adriel perdió de vistaa Nivea horas antes; elguía le explicó que había varios caminos para subir, unos más cortos para llegara la punta, pero riesgosos,otros más largos y seguros, por suerte su guía conocía un camino corto parallegar por lo menos seguros y a la mitad del volcán en unas tres horas. Sinpensarlo tanto, ambos tomaron esa ruta y salieron a la caminata a la hora enque el sol alcanzaba su punto más elevado en el horizonte, listos para aventurarse a escalar.
El turista, primero sintió como si subiera una colina, caminó con fuerza y ganas, aún era un hombre joven y vigoroso, caminaban sobre la hierba seca y pasaban cerca de árboles frutales, algunas siembras de café y maíz, pues todavía andaban por las faldas del volcán; mientras más ascendían, menos plantaciones se encontraban y más bosques les daban la bienvenida, las laderas eran cada vez más empinadas y para Adriel ya no era como una colina, sino que un cerro omejor dicho: una montaña.
Amplias barrancas le esperaban si no tenía cuidado de pisar bien el suelo. A un costado del camino y entre las ramas de algunos árboles se podía divisar parte del paisaje con el lago y el pueblo cercano al volcán; los breves descansos que se tomaba para recuperar el aliento eransolamente eso, efímeros einsuficientes porque Adriel no estaba acostumbrado a escalar cuerpos detierra tan empinados. El sol ya estaba inclinado para ocultarse, el guía le indicó que faltaban aproximadamente unas dos horas para que el sol se ocultara y unas tres horas y media para que oscureciera por completo.
Estaban llegando un aproximado del medio camino cuando vislumbraron un tipo de selva cerrada que tenía una caverna de roca oculta entre la maleza, ambos hombres decidieron ir a ver el sitio para inspeccionar y descubrir el misterio que poseía, pues la caverna era grande y ancha, más no profunda porque al acercarse vieron a una mujer bonita y con la cabellera rubia recogida enuna trenza que bebía agua sentada sobre una enorme, oscura y casi planaroca. Sin duda alguna era Nivea, le delataba el elegante collar de diamantes en su cuello descubiertoque quedaba fuera de lugar y la reacción que dio al ver a Adriel, eraobvio que ella no se esperaba su aparición en ese lugar. Él se acercó hastaella con los pulmones sin aliento, dejando caer la mochila al suelo por unmomento en lo que recuperaba lasganas para seguir subiendo.
—¿Qué hace usted aquí? —preguntó ella alvisualizar con ojos grandes y nada aprobatorios a Adriel sin molestarse en vera la otra persona que estaba allí.
—¿No es obvio? Escalar un volcán —respondió casi susurrando por lo jadeante después de beber agua energizante como si nunca hubiese tomado líquidos en su vida.
—¿Acaso es un acosador?
—De ninguna manera —respondió de inmediato—, todo tiene una explicación, es una coincidencia que ambos estemos subiendo el mismo volcán, el mismo día, a lamisma hora y en la misma ruta... —dijo con las manos en alto a la altura de sus hombros, descendiendo el tono de voz gradualmente para quedarse en silencio un momento—. Cuando lo digo de esta forma, sé que suena acosador, pero juro que no fue planeado.
—Señor Edurne, no sé qué es lo que pretende con seguirme hasta el volcán, pero le advierto que no lo quiero cerca de mí —exigióNivea al levantarse de la roca con su mochila en mano.
No esperó la posible respuesta de Adriel, ella solo salió de la caverna y siguió su camino hacia arriba sin voltear a verle, era claro que le daba la espalda y no quería saber nada de él, todo lo contrario a lo que él quería de ella, y, hasta ese momento se daba cuenta con toda la claridad que los jadeos del subidón le permitían.
—Señor...
—No se preocupe —dijoAdriel, levantando la mano para que el guía no hablara—, puede irse y regresar al pueblo, de aquí irésólo o mejor dicho detrás de ella.
El guía de inmediato aceptó, le dio instrucciones para seguir el camino hasta llegar al pico, también le aconsejó buscar un palo o una vara para apoyarse cuando el camino se tornase rocoso y el suelo casi resbaladizo. Adriel lo oyó, sin embargo, no lo escuchó debido a que no quitaba la vista de Nivea.
Se le olvidó casi la mitad de las instrucciones por tratar de caminar más rápido y alcanzar a Nivea para seguirla a una distancia prudente, tenía temor a extraviarse y sobre todo por no alejarse de ella. Quería su cercanía. Había algo que le daba seguridad estando junto a ella y eso en parte le desconcertaba, no obstante, no se permitió sentirlo porque su meta era llegar a la cima sin perder el aliento por completo.
Al fin, Adriel vio a Nivea caminando entre los árboles con una vara, él la alcanzó, pero no la rebasó porque procuraba seguir yendo detrás de ella y observar su caminar, sus ademanes, el movimiento de sus costillas al respirar, averiguar con la vista qué era aquello que lo atraía a ella.
—Le dije que no lo quería cerca de mí —se quejó ella,pisando fuerte el suelo.
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Editado: 13.12.2023