Cuando el invierno toca Invernalia - Corazón I.

❆ Capítulo 14

Nivea Edelweiss

—¿Podría besarme?

Esas palabras dejaron a Adriel en un estado atónito y silencioso, parecía que no respiraba y ni se inmutaba, la perplejidad se adueñó de su atractivo semblante —según Nivea y más con el rostro risueño por acabar de levantarse y despertar—, la actitud de este ponía nerviosa a la otra y el arrepentimiento se apoderaba de la razón de la novia inmortal.

—Creo que no fue muy prudente de mi parte pedir algo así —dijo Nivea después de un incómodo silencio. Con la mirada gacha, la voz decidida y penosa pidió—: Por favor olvide lo que le pedí, haga de cuenta que nunca dije esas palabras...

La cercanía y los suaves labios de Adriel sobre su boca fueron los culpables de interrumpir las palabras que Nivea daba con la intención de borrar el anterior pedido que, para su sorpresa, este fue cumplido.

La boca de Adriel era tierna y gentil con la madurez de un hombre un poco experimentado, pero a medida que extendían el beso, su boca reclamó más de ella; las lenguas de ambos congeniaban y danzaban un baile de pasión repentina, como si se conocieran y se reencontraban después de tanto tiempo separados. Las manos de ambos se quedaron quietas en sus respectivos lugares, dejando que solamente los labios fueran los protagonistas totales en la parte física.

La salida del sol del amanecer se reflejaba entre sus perfiles. Era toda una escena espontánea y bellísima a la vez.

De nuevo, Nivea sintió en su pecho un movimiento regular, su corazón congelado se atrevía a latir con un poco más de persistencia que la última vez, llenándola de un suave calor por todo el cuerpo que emanaba desde su pecho, haciendo que cerrara los ojos, disfrutando de la calidez que los latidos repartían por todo su ser.

El beso iba de maravilla hasta que, a Nivea se le cruzó de nuevo una imagen en su memoria, quizás un recuerdo de su vida pasada porque esa vez ella visualizó un paisaje oscuro que parecía una noche fría y estaba acompañada de un hombre que acunaba sus mejillas entre las manos de él con delicadeza y unían sus frentes para decir palabras de amor, Nivea alcanzó a escuchar algunas, en especial las de sus propios labios:

"Gracias por salvarme todas las veces que lo hizo, sepa que le entrego mi corazón con toda la alegría que pueda tener cabida en este pecho mío".

Nivea abrió de golpe los ojos, se tensó y empuño sus manos, como pudo trató de evitar una nevada sobre ellos en el pico del volcán, estaba perdiendo el control de sus habilidades especiales y no era normal que en Centroamérica nevara, eso sería quedar en evidencia ante él y demostrar que ella era especial y no una humana, definitivamente no podía perder el control.

Entonces una corriente de viento helado les azotó con fuerza en lugar de la nevada, causando el final del beso entre ambos, pero a cambio, ella recibió un abrazo de Adriel, sus largos y cálidos brazos la rodearon por completo, con fuerza, su cara estaba enterrada en el pecho de este y lo más curioso es que le gustó el detalle protector que tuvo él con ella, al grado de escuchar el trote del corazón vivo.

Las actitudes de Adriel dejaban confusa a la novia inmortal, escuchar latir el corazón de ese hombre se había convertido en su melodía favorita, parecía que había sido creada solamente para ella, totalmente personalizada para tranquilidad y armonía de un alma atormentada por siglos como la novia inmortal.

Los gestos protectores de Adriel le cayeron a ella como agua en medio del desierto, era más que claro que Nivea estaba necesitada de atención sincera sin requerir nada a cambio como había sucedido varias veces años y años atrás, estaba cansada de los intereses mezquinos de los hombres hacia ella, aunque aún no le quedaba muy claro la razón de Adriel en el volcán, pero se permitió por un momento ser protegida por él de un frío que, claramente no sufría.

El viento cesó ya que Nivea estaba tranquila y serena en los brazos de Adriel, también su corazón dejó de latir. Los brazos de Adriel abandonaron el cuerpo de Nivea y en su lugar posó sus ojos sobre ella, causando un leve nerviosismo por la cantidad de sensaciones que ese hombre de ojos verdes y brillantes le causaba en pleno amanecer.

—No era necesario protegerme del viento, yo...

—De antemano me disculpé por mi comportamiento protector que podría tener hacia usted, así que sí era necesario —explicó muy serio, más serio de lo normal y quitando el abrigo de su cuerpo para dárselo a ella—. No está abrigada y apenas amanece, no hay suficiente calor.

Por una parte, Nivea se desencantó al escuchar que Adriel hacía esas cosas debido al instinto protector que había desarrollado a causa de su ex, pero por otra se volvía a encantar por los gestos que seguía teniendo él con ella. Ninguno de los dos volvió a tocar el tema del beso y evitaban a cualquier costa verse a la cara como dos adolescentes.

Después de que Adriel encendiera el fuego y calentase agua para entrar en calor acompañados del sol diurno recién salido del horizonte, Adriel se alejó de Nivea para lo que parecía recolectar algunas piedras en una bolsa negra de lona.

Ella se dedicó a observar el paisaje porque las nubes se disipaban poco a poco y dejaban ver la superficie con un sol que aumentaba lentamente; las montañas en el horizonte alzadas con tonos verdes y azules; los pueblos asentados al margen del hermoso lago que imponía su belleza ante los ojos de todo el que le viera: seductor para cualquiera, modelando su color azul apasionado, cautivador por sus curvas con las montañas y los bordes, por supuesto que asombraba con la brisa dulce que despedía; a eso había que agregarle la cadena de volcanes monumentales, grandiosos y temibles que desfilaban en varias direcciones, ambos lograron vislumbrar un aproximado de ocho volcanes y uno de ellos parecía activo.




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