Cuando el invierno toca Invernalia - Corazón I.

❆ Capítulo 17

❆ Adriel Edurne

La noche en que Adriel y Nivea habían regresado al pueblo en la superficie, Adriel no pudo dormir hasta altas horas de la madrugada debido al cansancio, su mente había sido tomada en por todo aquello que había sucedido en días anteriores y por supuesto en la escalada del dichoso volcán que sería inolvidable para él.

Si algo tenía Nivea Edelweiss era ser inolvidable y misteriosa, dos cosas que tenían en ascuas a Adriel y nacieron en el momento en que la besó, porque antes de eso solamente la veía como una mujer que se había cruzado en su camino y le había salvado la vida varias veces, haciendo que se sintiera en cierto modo seguro a su lado. Aún no entendía cómo es que en menos de una semana su existencia estuvo en peligro más de lo que estuvo en su vida entera.

«Talvez Venecia tenga razón y no debo buscar fantasmas donde no los hay», pensó Adriel en medio de las vueltas que daba en la cama del hotel.

El sol del otro día llegó y con ello una invitación de Nivea y Doroteo a ambos hermanos para visitar los pueblos alrededor del hermoso lago, pues resultó que Nivea alquiló una lancha para viajar por agua y así disfrutar de las vistas y las tradiciones de los ciudadanos de cada uno de los pueblos con nombres de algunos de los apóstoles del Nuevo Testamento.

Venecia respondió por los dos hermanos y aceptó de inmediato la invitación, estuvo al lado de Doroteo en todo el viaje y el paseo, tanto por agua como por tierra.

En cambio, la situación con Adriel y Nivea era diferente, ambos tenían una distancia prudente, y de vez en cuando se veían a los ojos, aún tenían varios puntos que tratar como el beso y la conexión inexplicable de ambos, pero de alguna manera se acompañaban, evitaban hablar del elefante rosa en la habitación y disfrutaban del paseo —a su manera—.

Los cuatro veían todo con expectativa y asombro debido a: los colores, los trajes típicos, la música folclórica que estaba por doquier, las personas nativas y el arte maya que se encontraba por todos lados.

Empezaron por un pueblo que en su playa tiene una vista impresionante del lago con los volcanes de fondo, llegaron justo cuando se llevaba a cabo un partido de voleibol de playa, los cuatro lo observaron por un momento antes de irse a recorrer una calle llamada Santander que tenía de todo, desde ropa típica hasta artesanías y comida exquisita del lugar. Terminaron visitando una reserva natural a las afueras del pueblo, recorrieron los senderos bien señalizados que tenían varios caminos con vistas diferentes y, por supuesto, las más bonitas eran las del lago.

***

El grupo de cuatro se separó debido a que Venecia quería estar a solas con Doroteo, ellos tomaron la dirección del mariposario. Adriel y Nivea fueron por los senderos y llegaron a una cascada de unos treinta metros de altura, la observaron desde un puente colgante en las alturas que se meneaba a los pasos de ambos, los cuales se quedaron a medio puente para observar más de cerca la cascada y envolverse en el sonido que emanaba de ella.

Nivea tenía sus manos sobre los tensores del puente, Adriel se acercó a ella nervioso sin saber cómo hablarle, pues cuando él regresó al pico del volcán y abrazó a Nivea no hubo más palabras entre los dos, solamente las necesarias para comer, dormir, empacar y regresar al pueblo, ambos no tocaron ningún tema en concreto.

—El lugar es hermoso, gracias por traernos.

Adriel se posicionó al lado de ella y también colocó las manos sobre los tensores del puente, a centímetros de distancia de las manos de Nivea, la cual no apartaba la vista de la cascada y las coloridas aves que revoloteaban en el entorno.

—De nada. Confieso que también es primera vez que visito estos lugares.

—El sonido de la cascada es...

—Relajante y cautivador —completó ella que, cerraba los ojos dejándose envolver por el sonido.

—Exacto.

Imitó a su compañera y cerró los ojos, dejándose llevar por el oído. Sin saber cómo, sus manos buscaron las de ella, en especial aquella que estaba más cerca de la suya, era inevitable que él la buscara fuera a propósito o no, siempre él se cruzaba en el camino de ella por alguna razón inexplicable, era magnético y atraído hacia ella.

Nivea le correspondió a la búsqueda del tacto, es más, hasta entrelazó sus dedos con los de él, llenando su pecho de calidez, una calidez seductora para su alma lastimada por el pasado. Definitivamente su alma se abría para darse una oportunidad más.

El momento íntimo y espontáneo entre las dos almas solitarias que se encontraban descubriéndose poco a poco, fue interrumpido por el movimiento del puente colgante porque más personas caminaban en el ya mencionado para cruzar de un lado a otro. Ambos soltaron sus manos en el mismo instante en que abrían los ojos.

—Deberíamos seguir el camino —sugirió Nivea, con la vista baja.

—Sí, eso mismo pensaba proponer, debemos encontrar a su amigo y a mi hermana —confirmó Adriel, siguiendo el camino y dejando atrás a la cascada.

Los cuatro se volvieron a encontrar, pero solamente para volver a separarse porque intercambiaron direcciones, pasaron observando los colibríes y algunos monos araña para retratarlos en instantáneas.

Al llegar al mariposario, Adriel se deleitó por la cantidad de colores en el lugar, tanto por las mariposas como por las flores, la luz solar hacía brillar el cabello rubio de Nivea que se tornaba platinado al ser atravesado por cada rayo, hecho que hizo parpadear a Adriel y hasta restregar sus parpados para observar mejor aquello que no creía, podía ver por lapsos de tiempo el cabello de la mujer platinado y era realmente hermosa así; su pecho se daba el lujo de inflarse para llenarse de gratos momentos al lado de ella.

—Necesito preguntarle algo —dijo al fin Adriel sin poder contener más la incógnita que tenía en la punta de la lengua—. ¿Por qué me pidió que la besara?




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