Cuando el invierno toca Invernalia - Corazón I.

❆ Capítulo 25

 

El encuentro inevitable con el espíritu maligno, había hecho cambios en las mentes de ambos protagonistas, pero en especial en la extensa mente de Nivea que lo veía todo en una nueva perspectiva, más clara, más realista y por supuesto más madura; porque según ella, esta se había comportado de forma inmadura al enamorarse de un simple hombre que no era su tan esperado prometido y lo había puesto en peligro en más de una ocasión, hecho que no se daría el lujo de perdonar si este muriera en el acto.

Esa madrugada Nivea había permitido ser llevada y mimada por Adriel a su cabaña, pues sería la última vez que estaría cerca de él de todas las maneras posibles, dándose mutuamente consuelo, tranquilidad, calor, compañía y confort, ambos acostados en la cama tamaño Queen de la habitación de Nivea, abrazados uno frente al otro.

Nivea estaba especialmente embelesada con el sonido del corazón de Adriel, el ritmo, la calidez, el sonido, las sensaciones que emanaban de este junto con el tacto en su mano al sostener sobre el pecho de él, la llenaban de tranquilidad, esperanza, entusiasmo por vivir, seguridad y calidez, cosas que ella no tenía ni se permitía con facilidad debido a su estado latente por más de un milenio en su solitaria vida.

Adriel la acogía en sus brazos, estrechando su pequeño cuerpo al lado de él para sentirla, acariciarla, quererla, añorarla, contemplarla, apreciarla, venerarla, todo con una intimidad casi gloriosa y mágica que se daba espontáneamente entre ellos dos, sin forzarlo, sin planearlo, sin pedirlo, era totalmente hermoso, inocente y temerario a la vez, sin palabras, con caricias, solamente inmóviles en la cama envueltos en el silencio, porque ese momento requería silencio en lugar de simples o complejas palabras.

 

❆❆❆

 

Horas después de estar recostados en la cama conviviendo y dando gestos íntimos y confortables además de quedarse totalmente dormidos, abrazados compartiendo el mismo aire y el calor; ambos despertaron al ser interrumpidos por la luz solar que se coló en la ventana de la habitación. Adriel acarició el cabello y el rostro de Nivea con veneración, viéndola como la persona más hermosa del mundo, hecho que le provocó a ella una punzada de dolor en su pecho, ¿una punzada de dolor en su pecho? Pero ella no sentía nada desde que tenía memoria.

De un salto, Nivea se levantó de la cama y se deshizo de los brazos del hombre a su lado, tomó aliento y fuerzas para hacer algo totalmente contrario a lo que quería, pero debía:

—Debes irte.

—Claro que debo irme —respondió él con una sonrisa cariñosa—, está claro que necesito mi ropa y un baño

—¡No! —exclamó ella, dejando en seco a Adriel que se incorporaba en la cama, viéndole con el ceño fruncido y confundido—. Hablo que debes irte, debes irte de aquí para siempre —aclaró con un tono seco.

El lindo rostro de Adriel se contrajo en una mueca de tristeza, seriedad y confusión, totalmente ignorante de lo que Nivea pretendía hacer.

—No quiero —dijo él muy seguro, se puso en pie para acercarse a Nivea—. Te dije que te quiero y no pienso dejarte, no otra vez.

Nivea sintió un hormigueo avasallador recorrer por todo su cuerpo al escuchar las hermosas palabras que emitían los labios tan deseosos de Adriel, el hombre que ella con seguridad amaba. Sacó fuerzas de donde no las tenía, juntó sus manos en puños a los costados, tragó saliva, respiró para armarse de valor y por fin dejar salir las palabras que destruirían el corazón de ese hombre, pero le salvaría la vida:

—Sí, me dijiste que me quieres, pero resulta que yo no —declaró con seriedad, mirada altanera y una ceja arqueada—. Debes irte.

El silencio gobernó entre los dos por instantes, parecía que Adriel luchaba en su interior decidiendo si creer las palabras de Nivea o no. En cambio, ella solamente tragaba saliva una y otra vez mientras apretaba los labios.

—Puedes decirme cuantas veces desees que no me quieres como yo a ti, pero tus acciones me dicen todo lo contrario, tu piel me demuestra que desea mi contacto —dijo él, acercándose para acariciar la piel de ella en su rostro—. Tus ojos me ruegan que me quede a tu lado compartiendo calor, tus labios desean tomar todo de mí en mi boca tal y como yo lo deseo, y en la madrugada tu furia me demostró que aprecias mi vida más que la tuya, eso es algo que no me puedes negar y yo tampoco quiero ignorar.

«¡Maldición!», replicó Nivea en su mente.

Adriel estaba tan cerca de ella que se le hacía difícil pensar y replicar para alejarlo, todo lo que él había dicho era cierto, era cierto y mucho más, ¡por el Gran Espíritu que era verdad! Pero Nivea había tomado su decisión y esta no volvería atrás, no si quería salvarle la vida.

Ella sonrió con sarcasmo adrede para hacer más creíble su actuación y replicó:

—Mi piel desea el contacto de un hombre, para todos los fines soy una mujer que necesita de un hombre y más de uno como tú, atractivo y que provoca deseo carnal —escupió Nivea, fingiendo ser insensible y colocando su cara más descarada, aunque su garganta sintiera escozor por el veneno que inyectaba—. Soy un ente inmortal que vive en el frío, por lo tanto, busco calor y soy muy ambiciosa en todo lo que hago, siempre quiero tomar todo de algo o alguien y, soy una persona que tiene todo el tiempo que desee para lograrlo.

Adriel se quedó en silencio un momento con el ceño fruncido, parecía meditar todas y cada una de las palabras que Nivea le había dicho, con el labio inferior tembloroso, casi imperceptible debido al manojo de bazofias que ella cacareó, hasta que abrió la boca y replicó:

—Si lo que dijiste es cierto, entonces dime: ¿por qué diablos me salvaste ayer? —preguntó con un brillo mínimo de esperanza en sus verdosos ojos.




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