La clase de la profesora Andrade finalmente terminó, y los estudiantes comenzaron a salir del aula. Mateo esperó pacientemente junto a la puerta, sintiéndose un poco fuera de lugar en ese bullicio desconocido. Cuando Sofía apareció, absorta en una conversación con otra estudiante, Mateo respiró hondo y se acercó.
—Sofía, ¿podemos hablar un momento?
Ella se detuvo y se giró, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa e incomodidad al verlo allí. Su amiga la miró con curiosidad y luego se despidió, dejándolos solos en el pasillo.
—Mateo —dijo Sofía, su tono cauteloso—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a disculparme —respondió él con sinceridad, sintiendo el peso de sus palabras—. Me equivoqué. No debí ser tan… distante y crítico con tu presencia en la biblioteca. Y mucho menos hacer comentarios sobre tu perfume.
Sofía lo miró en silencio por un momento, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión era difícil de leer.
—Me molestó, Mateo —admitió finalmente—. Sentí que lo único que hacía era importunar. Y su comentario sobre el jazmín… es algo personal para mí.
—Lo entiendo —dijo Mateo con humildad—. Y lo siento de verdad. No sabía lo del significado del jazmín para usted. Y mi necesidad de silencio… no es culpa suya. Es… mi forma de ser. Pero eso no justifica mi actitud.
Un leve matiz de sorpresa cruzó el rostro de Sofía. Parecía no esperar una disculpa tan directa.
—Gracias —murmuró—. Se siente bien escucharlo.
Un incómodo silencio volvió a instalarse entre ellos. Mateo se sentía torpe, sin saber cómo continuar.
—Me di cuenta hoy… que tu está en otro paralelo —dijo finalmente—. Tu presencia en la biblioteca antes de mi clase… no es parte de su horario regular.
Sofía sonrió ligeramente, una sombra de su habitual alegría. —No. Me gusta llegar temprano para estudiar y ese rincón de la biblioteca es tranquilo y tiene buena luz. Además… —hizo una pausa, mirándolo a los ojos—, el tema de su curso me interesa mucho, aunque no esté inscrita oficialmente. A veces escucho un poco antes de mi propia clase.
La confesión de Sofía tomó a Mateo por sorpresa. ¿Ella iba a la biblioteca no solo por el espacio, sino también por interés en su clase?
—Ya veo —dijo Mateo, sintiendo una oleada de calidez inesperada—. Bueno… siempre es bienvenida a escuchar.
La tensión en el rostro de Sofía pareció disminuir ligeramente.
—Gracias, Mateo. Eso significa mucho.
En ese momento, un grupo de estudiantes de ingeniería pasó a su lado, hablando animadamente sobre un proyecto de cálculo. Mateo notó que Sofía fruncía ligeramente el ceño.
—¿Todo bien? —preguntó él.
—Sí, solo que… tengo que ir a mi clase de ecuaciones diferenciales ahora. Un contraste bastante grande con las civilizaciones antiguas —dijo con una pequeña sonrisa irónica.
Mateo sintió una punzada de curiosidad. —Ecuaciones diferenciales… ¿le gustan?
Sofía hizo una mueca divertida. —Son… un desafío. Digamos que prefiero descifrar jeroglíficos que resolver integrales triples.
Mateo no pudo evitar una leve sonrisa. Era la primera vez que compartían una pequeña broma, un momento de ligereza después de la tensión.
—Bueno, quizás algún día pueda ayudarla con la historia a cambio de que me explique algún misterio del cálculo —ofreció, sintiéndose un poco audaz.
Los ojos de Sofía brillaron con una chispa de interés. —¿En serio? Me encantaría.
—Tal vez… podríamos tomar otro café algún día —sugirió Mateo, sintiendo una mezcla de esperanza y nerviosismo—. Esta vez, sin malentendidos sobre perfumes ni silencios perturbados.
Sofía sonrió abiertamente, y el aroma a jazmín que emanaba de ella pareció volverse un poco más dulce. —Me encantaría, Mateo.
Mientras Sofía se despedía y se dirigía hacia su clase, Mateo se quedó observándola alejarse. La tensión de la mañana se había disipado, reemplazada por una sensación extraña y prometedora. El aroma a jazmín ya no le parecía una intrusión, sino una suave melodía en el preludio de algo nuevo. Quizás, después de todo, un poco de contraste sí podía traer vida a su silencioso mundo. Y tal vez, solo quizás, el despertar no solo sería para el bibliotecario, sino también para la historia que ambos amaban.