La campaña presidencial de Elías había alcanzado un punto álgido, con cada paso que daban siendo observado bajo un microscopio. El apoyo seguía creciendo, pero las tensiones dentro del equipo también aumentaban. En medio de la vorágine política, Camila trataba de mantenerse firme, pero una sombra del pasado de Elías se cernió sobre su vida, alterando la estabilidad que había logrado construir junto a él.
Era una tarde lluviosa en Santo Domingo cuando Camila se encontraba en su oficina, organizando algunos documentos y preparando un discurso que Elías debía pronunciar en un evento importante. Mientras tomaba un respiro, una llamada inesperada interrumpió su concentración. El número era desconocido, pero algo le decía que era importante. Contestó con la curiosidad típica de alguien acostumbrado a recibir noticias urgentes.
—Camila, soy Pilar. —La voz al otro lado de la línea era suave, pero su tono inmediato le dio a Camila la sensación de que algo no estaba bien—. Creo que necesitas saber algo… algo importante sobre Elías.
El corazón de Camila se aceleró. Pilar era el nombre de la ex prometida de Elías, la mujer con la que había compartido años de su vida antes de que él la dejara por ella, por Camila. La historia de su ruptura había quedado en el aire, un remolino de circunstancias no completamente explicado, pero el hecho de que Pilar hubiera decidido llamarla directamente le provocó una sensación incómoda en el estómago.
—¿Qué sucede? —respondió Camila, intentando mantener la calma.
—Te prometo que no quiero causarte problemas, pero las cosas han cambiado, y creo que lo que estoy a punto de contarte es algo que debes saber. No soy la persona que fui, pero no puedo quedarme callada.
Camila escuchó en silencio mientras Pilar le relataba una serie de hechos que involucraban a Elías y a ella, cosas que Camila no había conocido hasta ese momento. Pilar, al parecer, había estado investigando algunos aspectos del pasado de Elías, aquellos que él nunca le había contado completamente. La conversación, aunque cargada de detalles emotivos, parecía estar lejos de cualquier intento de reconciliación entre ellas. Pilar le hablaba con un tono frío, casi de advertencia.
—Elías aún guarda muchas cosas de ese tiempo, Camila. Cosas que ni tú ni él parecen querer enfrentar. Pero como mujer, siento que es justo que lo sepas antes de que te sigan engañando con una imagen idealizada de él. Hay secretos, Camila, y las consecuencias de mantenerlos ocultos pueden ser más graves de lo que imaginas.
Cuando la llamada terminó, Camila no pudo evitar sentir que un peso le caía sobre el pecho. La revelación de Pilar la dejó confundida, buscando respuestas en cada rincón de su memoria. Pensó en todo lo que Elías le había contado, en lo que había dejado de contarle. ¿Había realmente algo que él le ocultaba? ¿Había alguna parte de su vida de la que ella no estaba al tanto? La imagen que tenía de él empezó a desmoronarse lentamente, como si todo lo que había creído y aceptado estuviera siendo puesto en tela de juicio.
Unas horas después, Camila se encontró cara a cara con Elías en su apartamento. Elía entró agotado del evento de campaña y la vio sentada, pensativa, en el sofá. Los dos se miraron en silencio por unos segundos. Había algo en el aire, una tensión palpable que ninguno de los dos podía ignorar. Finalmente, fue Camila quien rompió el silencio.
—Elías, tuve una llamada hoy. Pilar me llamó.
El rostro de Elías se endureció al instante, como si la mención de su ex prometida evocara una reacción instintiva de protección y distancia. Sabía que esta conversación iba a llegar algún día, pero nunca pensó que fuera de esta manera. Su respiración se volvió más pesada, y sus ojos se suavizaron, pero su expresión no cambió.
—Camila… —dijo, acercándose a ella—. Te prometí que te iba a ser honesto contigo, pero sé que no todo lo que compartí contigo fue lo suficiente. Pilar y yo… hubo un tiempo en que creí que ella era la persona con la que iba a pasar el resto de mi vida. Pero eso cambió, y no fue fácil. Lo dejé atrás, pero las sombras del pasado nunca se desvanecen completamente.
Camila lo miró fijamente, con los ojos llenos de dolor y confusión. Sus palabras, aunque sinceras, no lograban calmar la tormenta que se había desatado en su mente.
—¿Qué fue lo que no me dijiste, Elías? —preguntó con voz baja, pero firme—. ¿Qué secretos guardas que ahora me ponen en esta posición?
Elías suspiró, sabiendo que tenía que enfrentar la verdad. Pilar había sido una parte importante de su vida, pero eso no significaba que su amor por Camila fuera menos profundo. Sin embargo, sabía que las palabras de Pilar no iban a desaparecer, y que las semillas de la duda ya estaban plantadas en el corazón de Camila.
—Hubo cosas que no quise mencionarte, no porque quisiera ocultártelas, sino porque creí que estaban enterradas. Cuando terminé con Pilar, fue un proceso doloroso, pero la política, la presión de la vida pública, hicieron que todo se complicara aún más. Y en ese proceso, me alejé de todo lo que no fuera mi carrera. Pero no quiero que pienses que soy el mismo Elías que era en ese entonces. He cambiado, Camila, y es a ti a quien quiero a mi lado.
El silencio que siguió fue pesado, denso, como si el aire hubiera cambiado por completo. Camila se levantó y caminó hasta la ventana, mirando hacia la ciudad. Sentía una mezcla de enojo, tristeza y miedo. ¿Cómo podía confiar completamente en alguien que había compartido su vida con otra mujer de esa manera, y que ahora parecía ocultarle tanto?
Elías se acercó a ella, con una expresión que reflejaba arrepentimiento y también miedo. Sabía que había cometido errores, pero lo que más le dolía era la incertidumbre de perder a Camila por no haber sido completamente transparente. Sabía que este era el momento en que todo podría desmoronarse.
—Te amo, Camila. Y aunque todo esto duela, quiero que sepas que mi amor por ti es más fuerte que cualquier sombra del pasado. Pero necesito que confíes en mí, como yo confío en ti.