Elías, al verla tan entusiasmada, propuso algo especial: pasar el fin de semana con su familia en la casa de Punta Cana. “Será bueno para todos, mi amor. Que tu familia vea dónde te llevé, lo que hemos construido. Y también que disfruten contigo lo que te mereces”, dijo él mientras la abrazaba por la cintura.
Camila aceptó encantada, y ese mismo día condujo hasta su antiguo hogar. Al llegar, fue recibida con abrazos apretados, risas, preguntas y el cariño cálido de siempre. Su madre, con los ojos brillosos, no podía evitar observarla con orgullo. “Esa muchacha está más bonita que nunca, y ni se diga de lo elegante”, dijo entre bromas mientras la ayudaba a bajar unas bolsas del carro. Su padre, siempre discreto pero profundo, le colocó la mano en el hombro y le dijo: “Tu camino es grande, Camila. Pero nunca olvides que aquí comenzó todo.”
Después de compartir un almuerzo familiar cargado de anécdotas y platos típicos, Camila les anunció el plan del fin de semana: “Mañana nos vamos todos a Punta Cana. Elías quiere que vengan y pasemos el fin de semana juntos en la casa de allá. Dice que quiere que vean el mar desde el jardín, y que coman pescado fresco conmigo.”
El anuncio fue recibido con sorpresa y emoción. Su hermana pequeña soltó un grito de alegría, y su hermana comenzó a hacer preguntas sobre qué debía llevar. Esa noche, la casa volvió a estar llena de voces, maletas, planes improvisados y el sonido de una familia que, aunque con caminos distintos, nunca se había desunido.
Al día siguiente, partieron hacia Punta Cana. El trayecto estuvo lleno de conversaciones sobre política, risas, música a todo volumen y momentos de silencio contemplativo al ver los paisajes. Su familia no podía ocultar la fascinación cuando llegaron al portón de la casa. Al entrar, los ojos se abrieron como platos: una casa elegante, de líneas modernas, rodeada de jardines cuidados, una piscina cristalina y una vista impresionante al mar. El sonido de las olas rompía suavemente contra la orilla, y el aire salado acariciaba la piel con dulzura.
“Esto parece una película”, murmuró su madre, mientras su padre recorría el lugar con pasos lentos y admiración silenciosa.
El fin de semana transcurrió entre almuerzos al aire libre, caminatas por la playa al atardecer y largas conversaciones bajo las estrellas. Elías se mostró atento, relajado y completamente dispuesto a integrarse con la familia de Camila. En un momento especial, mientras todos compartían una cena junto a la piscina, su madre tomó la palabra y dijo con voz serena: “Gracias, Elías, por cuidar de mi hija. Por no quitarle su esencia, por sumarle luz.”
Esa noche, Camila y Elías se sentaron solos en la terraza, con una copa de vino en la mano y la brisa envolviéndolos. “Gracias por esto”, le susurró ella. “Por unir mi mundo de antes con el de ahora. Por entender lo que significa mi familia para mí.”
Él la miró con ternura, y acariciándole el rostro, respondió: “Esa es la Camila que amo. La que no olvida, la que camina con firmeza, pero con el corazón bien anclado. Y tu familia… también es mía ahora.”
Durante el segundo día en Punta Cana, la familia de Camila se despertó temprano después de un desayuno en la terraza preparado entre todos —mangú, huevos, frutas tropicales y café fuerte—, decidieron aprovechar el día al máximo.
Se organizaron en grupos: algunos optaron por montar bicicletas por los senderos cercanos, otros fueron con Elías a dar un paseo en lancha por la costa, y los más tranquilos se quedaron jugando dominó y cartas bajo la sombra de las palmeras.
Camila, acompañada de su hermana y su madre, recibió una sesión de masajes frente al mar, mientras lMás tarde, organizaron un pequeño torneo de voleibol en la playa donde todos participaron entre risas y competencias amistosas. Al caer la tarde, realizaron una fogata en la arena con música de guitarra en vivo y compartieron historias, anécdotas familiares y canciones tradicionales. Fue un día lleno de unión, carcajadas sinceras y la certeza de que, a pesar de las diferencias de mundos, el amor y la familia siempre encuentran la manera de integrarse y celebrarse.