Hannah.
—Es una pesadilla — chilló Julia mientras se cruzaba de brazos —. No puedo, les juro que no puedo.
Nos miramos entre nosotros para después ver a la rubia, la verdad no sabía exactamente que decirle. El gran código amarillo de Julia fueron la asignación de las tutorías (si, este año decidieron programarlas los primeros días), a la rubia le enviaron el listado de los tutores y los tutorados en la tarde, pero lo que la disgusto hasta el alma fue el nombre junto al suyo: Tyler Hendrick, alias, jugador de futbol que solo piensa con lo que tiene entre las piernas. Pobre Julie.
—Tal vez no sea tan malo — la animé.
—Prefiero el suicidio — contestó.
—Vamos, Julia, ¿Qué es lo peor que podría pasar? —habló Trevor.
—Que caiga en sus encantos — comentó Katie, la rubia la miró con enojo —, sabes que tengo razón.
—¿Y si pides cambio de tutorado? — Landon se apoyó contra su jeep.
—Tendría que convencer a otro tutor de cambiar — explicó —, dudo que alguien acceda.
Me miró.
—Oh no, te quiero Julie, pero no — solté rápidamente — pero si quieres te ayudo a convencer a alguien.
—Está bien — miró hacia el cielo — Señor Bigotes, si me escuchas, ayúdame.
Intentamos no reír ante la mención del Señor Bigotes, el viejo peluche de Julia que fue triturado por accidente cuando teníamos once (es una larga historia).
Entramos en la escuela, había ya varios estudiantes merodeando los pasillos. Cada uno se fue a su casillero por sus respectivas cosas, Landon me miró mientras sacaba su libro.
—¿Y de quien serás tutora este año?
Me llevé la mano a la frente — Que tonta, no pregunté.
El timbre sonó.
—Tendrás que averiguarlo después — contestó cerrando el casillero.
El salón de historia estaba casi lleno, esta clase junto a biología y artes escénicas (guitarra) son las únicas que no comparto con ninguno de mis amigos. Me senté en uno de los puestos cerca de las ventanas a esperar que el profesor llegara.
—¿Está ocupado? — preguntó alguien.
Quite la vista de la ventana
—No — contesté después de unos segundos.
¡Santa Virgen de la papaya, ayúdame!
—Eres Hannah, ¿verdad? — sus ojos azules estaban analizando mi rostro.
—Sí, ¿Cómo…como lo supiste? — es raro que una persona logre identificar bien entre gemelas idénticas, sobre todo si no las conoces bien.
—El cabello — contestó sonriendo de lado —, el tuyo es más anaranjado.
¡Vaya! Creo que es el primero en notarlo. Casi nadie nota las diferencias entre Heather y yo.
Note quedes callada, ¡háblale!
—¿Y cómo estuvo tu primer día en Perkins?
—Excelente, todos son muy amables — paso las manos por su claro cabello.
No me extraña que sean amables, sobre todo las chicas.
—Y gracias por decirme donde era la oficina del entrenador, me salvaste — acomode mi cabello.
—No hay de que — le sonreí.
El profesor Rowell entro y encendió el proyector, dejándonos a todos en silencio. La clase comenzó, en la pizarra de proyectaba un video de la segunda guerra mundial, mientras todos tomaban apuntes, yo cada cierto tiempo miraba al chico a mi lado.
Raegan tenía, metafóricamente hablando, la palabra guapo escrita en la cara. Su piel semi bronceada le daba aires de surfista, el cabello castaño claro peinado, pero desordenado a la vez lo hacía lucir rebelde y sus ojos, de un azul tan claro que se podía confundir con verde. ¡Diablos, es guapísimo!
Deja de mirarlo, pareces una acosadora.
Enfoqué la vista nuevamente en el video y seguí haciendo anotaciones, pero de igual forma mi mirada se escapaba al chico a mi lado. El profesor Rowell detuvo el video a la mitad.
—Miradas hacia el frente, jóvenes — dijo.
No pude evitar sonrojarme, ¡Virgen santísima!, Rowell me había descubierto. El video siguió su curso, esta vez evite a toda costa mirar al castaño a mi lado. Cuando el video termino, el profesor comenzó a hacernos preguntas.
—Señorita Boyd, ¿podría decirme que países invadió Alemania en 1939? — preguntó el profesor.
Arrugue los ojos. Cerebro, por favor no me falles.
—Primero fue Polonia, y después … — piensa, piensa, piensa.
¿Por qué no recuerdo el resto de los países?
Porque estaban viendo al bombón que está a tu lado.
¿Por qué Raegan se tuvo que sentar a mi lado?, Virgencita, no me abandones.
—Después invadió Dinamarca, Bélgica, Noruega y Holanda — contestó Raegan.
El aire volvió a mis pulmones.
—Gracias, señorita Boyd — el profesor recalco mi nombre, todos rieron.
Demonios.
El profesor siguió preguntando a otros alumnos, miré al chico a mi lado.
—Gracias — le susurré apenada.
—No hay de que — sonrió.
Creo que me acabo de derretir, igual que un helado al sol. La clase siguió su curso con normalidad, solo que cada cierto tiempo compartía miradas con el chico de ojos azules, lo cual no ayudaba en nada a mi concentración, o mis mejillas. El timbre sonó, comencé a guardar mis cosas.
—No eres muy fan de esta materia, ¿verdad? — la voz de Raegan me hizo paralizarme.
—Prefiero las ciencias, pero no soy tan mala en historia — respondí sin mirarlo, aunque sentía su mirada en mis movimientos — solo estoy muy distraída.
—Creo que yo también — sonrió.
—Respondiste bien, asi que lo dudo.
—Solo fue suerte.
Salimos del salón, estaba asombrada de que Raegan siguiera hablando conmigo. En el pasillo nos encontramos con los amigos de Heather, pero la que presto más atención a nosotros fue Jena. Excelente, creo que se ira de chismosa.
—Hasta que te encuentro, Rojita, ¿te estabas escondiendo de nosotros? — Landon se detuvo frente a mí con Trevor a su lado.
—Jamás me escondería de ustedes — miré ligeramente a Raegan.