Ethan había estado metido en el almacén ajeno a todo lo que había ocurrido en la recepción. Desde ahí dentro y rodeado de cajas no era capaz de escuchar nada. Lo primero que oyó al salir del almacen, con una pesada caja en las manos fue la voz de Victor, serena pero firme.
—Ay, dioses —dijo soltando la caja en el suelo y corriendo a la recepción.
Sangre por el suelo, el cristal roto y ensangretado, más sangre por el suelo. Maya pegada contra la pared en estado de shock y a su amigo sujetando a un vagabundo, que sangraba profusamente, por las manos.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Ethan con la voz entrecortada y pensando en lo peor.
Como respuesta, Maya pareció reaccionar por fin y rompió a llorar desconsolada, dejando salir el susto y el estrés acumulado.
—¡Llama a seguridad, Ethan! —dijo Viktor, haciendo un gesto a Ethan con los ojos hacia la sangre.
Ethan se apresuró a pulsar el botoncito escondido debajo del escritorio y después fue a ayudar a Viktor con el tipo, que para ese momento no ofrecía resistencia alguna, más bien estaba semiinconsciente.
—Creo que ha perdido mucha sangre —murmuró Ethan.
—No me digas... —respondió Viktor.
—Deberías salir de aquí —dijo el enfermero—, métete en la sala de extracciones o algo. Yo explicaré lo ocurrido.
Viktor se lo pensó un momento y asintió con la cabeza, pero al pasar al lado de Maya suspiró y le tendió la mano. La chica lo miró con incertidumbre, claramente todavía afectada por la situación.
—Ven conmigo, seguir aquí no te va a hacer ningún bien.
Maya obedeció como una autónoma. Tomó su mano, que estaba fría, y se levantó sin mayor esfuerzo.
***
—Toma, es una tila —dijo Ethan tendiéndole una taza humeante a Maya—. Lamento que hayas pasado por esto. No oí nada, estaba en el almacén.
Maya cogió la taza y negó con la cabeza, restándole importancia al asunto. No quería hablar más del tema. Ya le había contado todo a los encargados de seguridad, y después a la policía que había venido a detener al hombre.
—Deberías tomarte la noche libre. Yo me ocupo —. Ethan trató de mostrar una sonrisa de consuelo—. Explicaré lo ocurrido, igual puedes quedarte hasta una semana sin venir o...
—Te acompaño a casa si quieres —lo interrumpió Viktor.
Ethan intercambió una mirada con Viktor cuyo significado maya no supo identificar, ¿era realmente seguro que él la acompañara? Llevaba mucho tiempo queriendo encontrarse con él, pero desde su último descubrimiento había desarrollado cierto miedo.
—No hace falta —contestó Maya.
Viktor enarcó una ceja. No se esperaba esa respuesta, y a juzgar por la expresión de Ethan este tampoco.
—Con Viktor estarás segura. Es un tipo fuerte —dijo el enfermero.
—Bueno, no pudo hacer nada la primera vez que me atacaron, ¿no? —Maya sonrió con amargura.
Un silencio incómodo se apoderó de la sala. Tenía razón, pero Viktor no podía explicarselo, ¿o sí?
—Deja que te acompañe a casa y quizá podamos hablar de lo que ocurrió esa noche. —Viktor apartó la mirada—, pero va a ser largo y difícil de explicar.
—No me importa —. Maya parecía haber recobrado la compostura y la energía. Claramente Viktor había tocado hueso al decir aquello.
—Vamos en mi coche —se limitó a responder el hombre trajeado—. Ya vendrás mañana a plena luz del día a buscar el tuyo.
***
El coche de Viktor era mucho más lujoso que el suyo desde luego. Maya no tenía mucha idea de coches, por no decir ninguna, pero aun así podía reconocer que la tapicería era exquisita y que Aston Martin significaba "caro".
Maya tamborileaba el brazo de la puerta del copiloto, no quería demostrar impaciencia, pero claramente estaba impaciente, desde que se había montado en el coche Viktor no había dicho ni una sola palabra, a pesar de que le había prometido hablar de la noche en que había sido atacada.
—¿Conoces a quien me atacó? —Maya tenía la vista fija en la carretera.
—No.
—¿Pudiste verlo?
—No —. La voz de Viktor titubeó de forma muy leve con el segundo no.
Maya lo miró de reojo, pero Viktor parecía tener la vista centrada en el cristal delantero, ya que era él quien conducía.
—¿Tienes alguna relación con este asunto? —Maya se sintió liberada al hacer la pregunta, pero también asustada. Si este hombre tenía algo que ver estaba en la peor situación posible.
—No —. Viktor hizo una pausa de segundos— Creo.
—¿No crees?
—Si tengo alguna relación la desconozco —se apresuró a aclarar Viktor— y sea lo que sea no ha vuelto a morderme el culo.
Maya asintió con la cabeza despacio, ordenando sus pensamientos y calculando qué debía decir a continuación.
—Sé que has descubierto una serie de... digamos errores, el la contabilidad de donaciones del hospital —se adelantó Viktor— pero te aseguro que no tiene relación alguna, y que los motivos que tenemos son buenos.
—¿Cuales son esos motivos? —preguntó Maya.
Viktor tragó saliva y aparcó en la puerta del edificio donde vivía Maya.
—Te acompaño hasta arriba, si quieres.
Maya no pasó por alto que el hombre había evitado contestar su pregunta cambiando de tema. Pensó en negarse a que la acompañara, pero entonces recordó el miedo que había pasado en el rellano unas horas antes y asintió con la cabeza.
Viktor salió del coche y la siguió al interior del edificio. La chica se acercó al ascensor, pero se lo pensó mejor en último momento y tomó las escaleras. Viktor la siguió sin emitir una queja. Maya no pudo evitar fijarse en que ni subiendo las escaleras la respiración de Viktor no se oía más agitada. Parecía incansable. Apartó la mirada de él, consciente de que se había sonrojado pensando en cosas que no venían al caso.