Siempre creí en los fantasmas.
Mientras estaba en la cama y miraba por el pasillo, me aterraba el imaginar que allí hubiera algo, observándome, esperando el momento en el que cerrara los ojos para abalanzarse sobre mi.
El latir de mi corazón se anclaba con fuerza en mis oídos, como si ese fuera el sitio de aquel órgano.
Pero, cuando estoy triste, no tengo miedo.
#12575 en Otros
#3601 en Relatos cortos
autodestruccion, autoestima y superacion personal, amarse a si mismo
Editado: 09.07.2021