—Querías que abortara—dije con duda.
—Shh—puso su dedo en mi boca.
—Fui un idiota mi amor perdóname —dijo juntando ambas manos y arrodillándose y besando mi barriga—. Perdónenme ustedes también —dijo dirigiéndose a los bebés y acaricié con mi mano su cabello derramando unas lágrimas. En verdad necesitaba a mi esposo en este momento, sabía que había actuado mal, muy mal, pero yo lo quería y pensé que merecía otra oportunidad.
—Prometes que no insistirás de nuevo con eso del aborto.—murmuré con un nudo en la garganta.
—Lo prometo Alessia, lo prometo —respondió levantándose y acariciando con sus manos mi rostro y luego me besó y después me abrazó.
—Recogeré mis cosas —respondí y, mientras fui a la habitación a donde me quedaba a recoger mis pertenencias, él me esperaba en la sala.
—Tú, qué haces aquí —escuché a mi hermano reclamar y dejé las cosas como estaban corriendo hacia la sala.
—He venido a buscar a mi mujer —respondió Marcos.
—Ella no se irá de aquí —afirmó mi hermano.
—Ander—pronuncié—Marcos ha venido aquí a disculparse y a arreglar las cosas. —dije y él pasó ambas manos enojado por su rostro.
—¿Te quieres ir? —cuestionó.
—Tendremos dos hijos , es lo mejor para los niños y para mí en este estado—dije y mi hermano me abrazó y besó mi frente. En el fondo sabía que era lo mejor para todos.
—Escucha claro lo que te voy a decir —dijo señalando a Marcos con el dedo—. Si algo le llegara a pasar a mi hermana o a uno de esos dos pequeños estando bajo tu cuidado te mataré —agregó y Marcos permaneció en silencio y mi hermano se alejó de allí y me haló por el brazo.
—Lisi, si ese imbécil te maltrata o hace cualquier cosa que te lastime, tú solo llámame y te iré a buscar —dijo abrazándome.
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Tiempo después:
Llegué a la empresa de mi esposo y apenas la recepcionista me vio, tomó su teléfono para marcarle.
—No—interrumpí a la recepcionista para que no le avisara a mi esposo que estaba allí—. No le avises, quiero darle una sorpresa porque hoy es nuestro aniversario. Caminé hasta quedar frente a la oficina y saqué la copia de la llave que mi esposo siempre guardaba en casa .
—Hayyy Marcos—escuché cuando tenía la llave puesta en el cerrojo y mi corazón se aceleró un poco, pero terminé de abrir y empujé la puerta que quedó abierta de par en par. La vista de mi esposo y la de Mary su secretaria se dirigieron a mí quedándose perplejos.
—No es lo que crees, cariño —tuvo el descaro de decir él mientras terminaba de subirse el pantalón y la chica se levantó rápidamente, recogiendo apenada su ropa del suelo. Yo ni siquiera fui capaz de pronunciar una palabra, lo único que hice fue colocar una de las manos en mi vientre y la otra en la pared, pues el dolor que me había comenzado se me hacía algo inaguantable.
—Hablemos en casa Lisi—dijo él acercándose a mí y le lancé una bofetada.
—Eres un mal-dit0 desgra-ciad0—dije soltando un quejido y colocando ambas manos en mi vientre.
—Calma—dijo cínicamente—esto no le hace bien a los bebé—pronunció y mis piernas se inundaron de agua, había roto fuente, cosa que no debía estar pasando, pues además de solo tener 7 meses de embarazo, se suponía que debía ser cesárea, pues eran dos bebés los que cargaba en mi vientre. Quería decirle tantas cosas, pero todo a mi alrededor comenzó a ponerse oscuro y terminé cayendo desmayada.