—¿Cómo está mi hermana? —preguntó Ander llegando al hospital—
—Está estable—respondió José mi padre.
—Tuvo una preclancia y perdió el conocimiento, tuvieron que hacerle una cesárea de urgencia porque rompió fuente.
—¿Y los bebés? —cuestionó mi hermano—¿Están bien los bebés verdad?
—Si está bien—respondió mi padre.
—¿Está?
—Uno de los bebés—pronunció mi madre lanzándole una mirada regañadienta a mi padre por hablar de forma tan cruel —perdió la vida.
—¡No!¡Maldita sea! No puede ser...¿Dónde está? Tenemos que hacerle un funeral—
—Era el bebé que tenía problemas y Marcos para ahorrarnos disgustos lo incineró.—comentó mamá
—No puede ser—exclamó Ander pasando ambas manos por la cabeza—vine a penas ustedes me avisaron y ni así pude ver a mi pequeño ángel.
—Nosotros tampoco—respondió mi madre y mi padre la miró con severidad.
—¿Por qué no vieron al bebé? —preguntó y ambos se miraron en silencio.
—Cuando Marcos nos avisó ya le habían hecho la cesárea a tu hermana—respondió mi padre
—¿Cómo así? —cuestionó mi hermano agitado.
—El pobre estaba nervioso—lo defendió mi madre.—tan nervioso que olvidó avisarnos.
—¡El pobre! ¿Dónde demonios está ese malnacido? —pregunto Ander irritado.
—Calma cariño—dijo mi madre acariciando el hombro de mi hermano
—¿Calma? —cuestionó Ander—por culpa de ese malnacido mi hermana está grave. Todo el mundo lo sabe—gritó—todo el mundo sabe que mi hermana está grave por descubrir a ese malnacido siéndole infiel, murió uno de los niños y piden calma. —dijo en voz alta y la mirada de todos los que estaban en la sala de espera se fijaban en él—Ese poco hombre va a aprender hoy que con mi hermana nadie se mete.
—Ander espera—suplicò mi madre.
—No hagas ninguna tontería de la que puedas arrepentirte, Marcos no es de mal corazón solo tuvo un momento de debilidad—explicó mi padre mientras mi hermano hizo caso omiso a sus palabras y se marchó furioso del Hospital.
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Ander tocó el timbre en la casa de Marcos y una de las empleadas abrió la puerta:
—Buenos días, le avisaré al señor Marcos que usted... —intentó decir pero Ander se coló dentro de la casa.
—¡Marcos! ¡Marcos! —grito mientras la madre de Marcos bajó corriendo las escaleras.
—¿Qué sucede cariño? ¿Cuando regresaste al país?—preguntò la señora algo nerviosa
—¡¿Dónde carajos está Marcos?!...¡Marcos! ¡No seas poco hombre y baja.
—¿Qué ocurre? —preguntó Marcos parándose en la escaleras y dando unos pasos hacia abajo—¿Qué diablos haces? ¿Estás borracho? —preguntó casi llegando abajo—Tu hermana grave y tú emborrachándote—terminó y un puñetazo de Ander en su cara lo silencio.
—¡Maldito cínico! —gritó pegándole otro golpe y agarró a Marcos por el cuello de la camisa.
—Suelta a mi hijo—gritó la señora intentando sostenerlo pero no pudo—vamos a hablar como personas civilizadas—dijo mientras Ander tiró a Marcos en el piso y comenzó a golpearlo sin que este pudiera quitárselo de encimas y defenderse, la verdad Marcos nunca había sido muy atlético, era más un hombre de negocios y diplomacia.
—¡Maldito bastardo! —gritó Ander golpeándolo en el rostro mientras la señora gritaba el nombre de los guardias que estaban en la entrada pidiendo ayuda para que lo sacaran de allí—todo esto es tu culpa—dijo Ander mientras los dos hombres corpulentos de la entrada lo agarraron uno por cada brazo y lo quitaron de encima de Marcos.
—Esto no se va a quedar así—dijo Marcos limpiándose la sangre de los labios
—Claro que no maldito, te lo dije que si algo le pasaba a los niños o a mi hermana por tu culpa me lo ibas a pagar, te lo advertí—dijo safándose de los guardias de la entrada y señalándolo con el dedo—ruégale a Dios por que mi hermana se levante de esa cama o te juro que te mataré: —terminó diciendo y escupió en el piso—no vales nada—agregó con cara de azco antes de salir de allí y fue al hospital nuevamente.
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—Alessia—pronunció Ander mientras me observaba acostada inconsciente con un respirador y suero en mis venas—mira que te lo dije hermana, ese maldito hombre está acabando contigo. Tienes que despertar—dijo besando mi frente y acariciando luego mi mano. —Tienes que despertar, tienes que ser fuerte, hay un bebé allí que te necesita, un bebé que necesita de la madre buena y bondadosa que tiene para llenar su vida de amor. Porque con el padre que tiene y esos abuelos no aprendería más que maldad y egoismo. Yo voy a cuidar de ustedes pero necesito que despiertes—añadió y besó mi frente de nuevo antes de salir de allí.
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Magdiel estaba en su oficina como director del Hospital, cuando sintió la puerta sonar y se levantò a abrir. Observó a Ander con cara de desagrado y enarcó ambas cejas.
—¿Necesitas algo hermano? —preguntó haciéndole una seña de que entrara a la oficina.
—¿Qué pasó con el otro bebé?—lo interrogó Ander.
—¿Qué bebé?
—No eres idiota Magdiel—dijo con odio Ander—tu hermano no quería a ese bebé. No le avisó a nadie de la cesárea de mi hermana y ahora qué, ahora ese bebé muerto. . .
—¿Qué estás insinuando? ¿Crees que mataríamos a un bebé? ¿Qué te fumaste?
—A mi no me van a ver la cara de idiota ni tu ni tu hermano—exclamò con rabia—quiero un informe completo de los médicos y las enfermeras que estuvieron presente en el nacimiento de mis sobrinos, la causa de muerte de ese bebé y los papeles de la autopsia.
—No seas ridículo, que autopsia ibamos a realizarle a un bebé que nació con el cordón enredado en el cuello.
—Quiero un informe completo o lo solicitaré ante un juez por falta de profesionalismo.
—Lo tendrás, en unos días lo tendrás, no tentengo nada que ocultar, ya puedes retirarte—dijo señalando la salida. Y cerró la puerta con llaves cuando Ander salió. Suspiró, pasó ambas manos por su rostro mostrándose preocupado y llamó a su hermano.