—¿Qué sucede? —preguntó Marcos entrando a la oficina de su hermano.
—Te lo dije que esto no estaba bien —pronunció nervioso caminando de un lado a otro de su oficina mordiéndose uno de sus dedos—. Ahora puedo perder todo, mi trabajo, mi hospital, mi reputación, mi libertad, ¡mi libertad! —gritó parándose frente a Entiendes eso?
—¿Qué demonios te pasa?
—Tu cuñado, quiere un informe médico completo del nacimiento de los niños, hasta autopsia estaba pidiendo.
—¿Me hiciste venir aquí solo por eso? ¿No podías decírmelo por teléfono?—cuestionó Marcos.
—No, y si filtran nuestra conversación —respondió Magdiel.
—No, ya estás paranoico.
—¿Paranoico? Solo mira tu rostro desfigurado. Ese hombre está loco y con razón —dijo Magdiel—eso no está bien, no quería, nunca quise hacer esto.
—Eres tan culpable como yo —exclamó Marcos señalándolo—. Hiciste el papel de defunción, la diste por muerta —y mandaste a ese bebé a ese otro hospital para que lo dieran en adopción allá, alegando que la madre murió y que en este hospital no se daban los niños en adopción. Si lo miras bien, yo soy una víctima más: era mi hijo, mejor dicho, mi hija.
—Eres un monstruo —dijo Magdiel golpeándolo en el hombro—te mereces esa paliza y mucho más. Este hospital lleva un año sin dar bebés en adopción, llevándolos a otros hospitales solo por tu ridículo plan.
—Recuerda que eres cómplice, hermano, tienes que tener calma y ayudarme a solucionar esto porque si yo me hundo tú también —dijo golpeándolo en el hombro también. —Cuando ese estúpido venga a pedir papeles le dices que no puedes darlo sin que él tenga una orden judicial.
—¿Quiere que nos demande? —preguntó Magdiel.
—Claro que no, solo necesito algo de tiempo y me libraré de ese imbécil..
—¿Te librarás?
—Tranquilo no mataría a nadie , a nadie que no se lo merezca —dijo Marcos riéndose antes de salir de allí—. Voy a ver a mi bebé, mi bebé sano y precioso. Mi pequeño Antony.
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—¿Cómo está? —preguntó Marcos entrando a la habitación donde estaba yo inconciente mientras mis padres estaban sentados allí cerca de mí.
—Aún no despierta—respondió mi padre.
—No se imaginan cuánto me arrepiento de lo que pasó. Yo amo a su hija, ese día estaba ebrio, yo... —dijo pasando la mano derecha por sus ojos como si estuviera intentando contener el llanto... Yo estaba ebrio ese día, estresado por la cercanía del nacimiento de los niños y bebí temprano y caí en la tentación. Ese día Mary me estaba provocando igual que siempre. Pero estaba estresado, hacía tiempo que Lisi y yo ni siquiera teníamos intimidad y estaba ebrio y fallé —agregó derramando unas lágrimas.
—Son cosas que ocurren —respondió mi padre golpeando su hombro—, pero Lisi es fuerte, ella mejora y volverán juntos a casa con nuestro precioso nieto.
—Gracias ustedes son como unos padres para mí —agregó y me observó. Abrí los ojos en ese momento y los tres se quedaron observándome.
—Está despertando—pronunció Marcos y se acercaron a mí.
—Lisi cariño—pronunció mi madre.
—Amor—dijo Marcos y lo miré a los tres un poco confundida y miré a mi alrededor el lugar en donde estaba.
—¿Dónde estoy? —pregunté poniendo la mano sobre mi barriga, mi barriga que ya no estaba y me miré confundida.
—¿Y mis bebés? ¿Dónde están mis bebés? —terminé preguntando, llena de miedo de que algo malo les hubiera ocurrido.