Cuando habla el corazón

Capítulo: 12

Ander se sentó en una cafetería cercana al hospital con la enfermera, logrando conseguir la dirección de la amiga de la chica que había estado presente en el nacimiento de los bebés luego de coquetearle un poco.

—Eso sí, hasta dentro de cuatro días no mandes la sorpresa, pues ella fue a visitar a sus hijos que viven en otra ciudad. —le explicó la chica.

—Está bien, muchas gracias —pronunció Ander.

—Eres muy amable —agregó la chica—. ¿Podemos intercambiar números?

—Por supuesto—respondió él dándole su tarjeta de contacto. Y un mensaje llegó a su teléfono —ya debo irme, tengo un compromiso importante, ha sido un gusto compartir contigo y muchas gracias por todo.

—No hay de qué. La próxima vez podemos ir a mi departamento y tomarnos una copa —insistió la chica coqueteándole.

—Por supuesto, cuando tenga un día libre, te contacto.—dijo él levantándose y borrando el mensaje que le había enviado la chica pues no tenía la menor intención de volverla a ver. 

—Te acabo de escribir para que me agregues, esperaré tu llamada —dijo ella y él le sonrió y se alejó.

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Ander estaba en su apartamento cuando tocaron a la puerta, abrió y sonrió al ver a la chica frente a él. Se acercó y la besó apasionadamente y luego se abrazaron.

—Gianna—murmuró él besándola de nuevo —te extrañaba mucho.

—¿Cómo está tu hermana? —preguntó la chica.

—Mejor—respondió él.—Quiero que veas algo —agregó y la chica caminó tras de él, que la halaba por la mano. 

—Cierra los ojos —añadió cubriendo el rostro de ella con su mano, era una chica blanca de pelo negro y facciones finas, bastante delicada y delgada. La guió y abrió la puerta de la habitación, destapando sus ojos. Ella abrió la boca sorprendida. Había un enorme letrero hecho con globos que decía feliz aniversario. Y muchos globos en forma de corazón y la cama llena de pétalos de rosas.

—Pensé que lo habías olvidado —pronunció mientras Ander se arrodilló frente a ella sacando una cajita y abriéndola.

—Gianna ¿quieres casarte conmigo? —dijo mientras ella lo haló por la mano haciendo que se pusiera de pie y lo abrazó, saltando sobre él haciendo que él la cargara y lo besó.

—¡Sí! ¡Si quiero! —pronunció entusiasmada.—Te amo—pronunció ella besándolo nuevamente. 

—También te amo, mi muñequita. —dijo él abrazándola. 

********

Amamantaba a mi bebé cuando el doctor entró a dónde estábamos. Era temprano en la mañana. Estaba allí mi hermano y Marcos, con el cual solo había hablado lo necesario las pocas veces que se había aparecido por el hospital pues era común que siempre estuviera trabajando.

—Les tengo una buena noticia, Alessia hoy puedes regresar a tu casa con tu bebé. Solo debes traerlo a las consultas continuamente, pues nació antes de tiempo, pero ya tiene el peso adecuado y su salud es excelente, eso sin contar que nuestro director nos pidió que te diéramos de alta y que él personalmente vigilará por la salud tuya y del bebé. —pronunció el doctor y sonreí feliz.

—Muchas gracias doctor—dije entusiasmada.

—Tienes una bonita familia, me iré para que acomoden sus cosas con tranquilidad —se despidió y salió de allí.

—Al fin iremos a casa, cariño —pronunció Marcos cínicamente y lo miré con odio.

—No volveré contigo, Marcos...

—Somos una familia, no puedes separar a ese bebé de mi lado, es mi hijo también. —pronunció mientras Ander lo observó con odio.

—La traicionaste—intervino Ander.

—Tú no te metas, estos son temas personales —agregó Marcos caminando hacia mí.

—Yo te amo Lisi, te amo a ti y a nuestro hijo —dijo arrodillándose ante mí—cometí un error y estoy profundamente arrepentido, dimequée tengo que hacer para que me perdones. Por favor piensa en nuestro hijo—dijo derramando unas lágrimas. Pero por su culpa había perdido a mi hija y eso no se lo iba a perdonar.

—Me iré a la casa de mi hermano, no quiero saber más de ti —pronuncié—. Dejaré que visites a nuestro hijo cada vez que quieras y que pases tiempo con él, pero no volveré contigo. Nuestro matrimonio acabó el día en que decidiste serme infiel.

—Somos una familia—murmuró él.

—Lo éramos, pero tú lo destruiste —aseguré convencida de que no volvería con él.

—No, cariño, no estás entendiendo —agregó Marcos—no dejaré que me separes de mi hijo, de mi único heredero. Es verdad que no puedo obligarte a estar conmigo, pero si decides irte a la casa de tu hermano, lo harás tú sola porque mi hijo se irá conmigo. —terminó diciendo y lo miré asustada. Hasta ese momento no me había dado cuenta de la clase de hombre con la que me había casado. Lo miré decepcionada y el poco amor que quedaba de lo que alguna vez sentí por él desapareció. El hombre que algún día amé era capaz de separarme de mi hijo solo por conseguir sus propios anhelos egoístas. 

 




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