Cuando hay Amor entre Nosotros

ϟUn nuevo comienzoϟ

Matías

Elisa se había ido unos días después, ella se quedaría con su abuela, Thelma, continuaría con la carrera en Australia y no pude detenerla en el aeropuerto. Se veía muy decidida y sin dar marcha atrás con aquellos planes.
Pensé en ella, todos los días, con la esperanza de que regresara y tocara a la puerta de mi casa; y volviéramos a intentarlo, pero ese momento no llegaba aún.

Me encontraba en mi habitación, recostado en mi cama, tratando de saber el por qué de la partida de Elisa; y aún seguía sin entenderlo.- Pensaba mientras abrazaba la almohada de kiwi que ella me había regalado.

-De seguro si fui un mal novio y ella no quiso decírmelo, típico de ella. Tal vez la hice sentir mal al insistirle de que tuviéramos sexo...

No me había percatado de que hablaba solo hasta que me vi interrumpido, en el momento que Natasha, la secretaria de mi padre, irrumpió en mi habitación.

-Matías, vamos. Hoy tienes una entrevista y cuatro sesiones de fotos para los nuevos catálogos de las...- no la dejé terminar ya que hice que callara en el momento en el que alcé la voz para responderle.

-¡Ya te dije que no pienso ir, Natasha!- le grité, estaba empezando a cabrearme. Solo la escuché suspirar.

-Matías, este es el sexto día que no cumples con tus compromisos y no vas a tus clases, si sigues así tu padre va a...

-No me importa lo que vaya a hacerme mi padre, al último que quiero frente a mi es a él.- le dije aún más cabreado.

-Tampoco bajaste a desayunar hoy.- me dijo intentando persuadirme de alguna manera.

-No tenía, ni tengo hambre.- le respondí corta y secamente.

No pude relajarme y sentirme un poco en la comodidad de mi habitación, hasta que escuché la puerta cerrarse; y lo único que pude hacer en ese momento fue llorar. Acababa de perder al amor de mi vida y aún no descubro el por qué.

-Tal vez pueda enviarle una carta...- no me había percatado nuevamente de que hablaba solo, ya que se había vuelto un constante consuelo desde que ya no estaba con Elisa.- ¡Eso es! No voy a perderla tan fácilmente, voy a...- digo emocionado levantándome de mi cama y caminando hacia mi laptop.- voy a escribirle todos los días, cosas de lo más cursis, melosas y graciosas. Así ella no va a poder olvidarme, así como jamás lo haré con ella.

Me senté frente a mi escritorio, en mi silla giratoria y cuando encendí mi laptop, noté que no había cerrado mi cuenta de Twitter, como era mi costumbre.

Pero me llevé una gran sorpresa cuando en la primera publicación mencionaban a Elisa y me mencionaban a mí.

"No puedo creer lo grosera que fue esa noche. Todavía le abren las puertas a esa chiquilla y va con mala cara".- fruncí mi entrecejo al ver la foto que habían tomado, era Elisa cuando estaba triste en aquella fiesta de gala.

Busqué entre las tendencias y ya no estaba ese lindo hashtag por parte de mis fans #MalisaLove o incluso uno que creó Diana, la mejor amiga de Elisa, había creado #FrutitasDulces. No, ya no eran comentarios dulces, si no ahora todas eran burlas y quejas, sobre la relación que mantenía con Elisa, comentarios sin un ápice de afecto, lo suficientemente crueles y groseros, como para herir los sentimientos de alguien.

Enseguida descubrí que las que más provocaban que otras personas odiasen a mi kiwi, eran las mismas que en su momento habían utilizado en mí, luego busqué en Instagram y en las fotos que subí con ella, abundaban los comentarios llenos de afecto y adoración hacia ella y hacia mí, en cambio, en las fotos que publicaba Elisa, casi la mitad eran mensajes de odio.

Sentí mis ojos humedecerse, llevé mis manos hasta mi cabello y jalé de este con ira y frustración, completamente asombrado de lo que acababa de ver. Había encontrado el motivo de su alejamiento.

Elisa

Seis días antes, llegando a Australia

Mi viaje había resultado bastante tranquilo, sin embargo no pude dejar de llorar.

Preferí la cobardía y huir, antes que reunir coraje y ser valiente.

Al menos ya dejaría en paz al señor Darío y a Matías, ya no recibirían más críticas debido a mí.

Recogí mis maletas y me dirigí a la salida del aeropuerto.

-Buenos días, señorita Lombardo.- un hombre de traje llamó mi atención, con su gorro de chofer y una agradable sonrisa.

-¿Quién es usted?- pregunté bastante insegura.

-Me mandaron para llevarla a su destino.- me respondió amablemente, pero evitando mi pregunta anterior.

-¿Quién?- pregunté aún un poco insegura.

El hombre de amable sonrisa no me respondió, solo comenzó a caminar y yo estaba consumida por la curiosidad, así que lo seguí.

Nos detuvimos frente a un auto de color negro y muy lujoso, con los vidrios polarizados y el hombre de traje me abrió la puerta trasera de aquel auto tan lujoso.

-Adelante, yo subiré sus maletas.- me dijo amablemente.




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