El primer día de pasarela había terminado, Darío Igarashi fue el anfitrión y su hijo Matías tuvo la gran mayoría de los reflectores sobre él; y muy a pesar de que tenía una sonrisa frente a las cámaras, su corazón estaba más que destrozado.
Cada día extrañaba más a su adorada kiwi y había pasado días ilusionado con tenerla ahí, junto a él, incluso modelando junto a él.
Ahora él estaba posando para las fotos que los paparazzis le tomaban en aquella alfombra roja, para así poder pasar a la mansión de otro diseñador, el cual estaba ofreciendo una fiesta.
-¡Matías, Matías!- Lo llamó una de las reporteras que se encontraban en el lugar.-¡Te viste sumamente fantástico! Pero todos aquí nos estamos haciendo una misma pregunta, ¿Dónde está tu novia? ¿Por qué no está aquí?
El castaño, por más que intentó mantener su sonrisa, esa que siempre se le exigía tener, no la logró mantener.-¿El por qué no está aquí conmigo?- Repitió la pregunta con más dolor del que quería demostrar. Respiró hondo y suspiró pesadamente, para así poder calmarse.- Creo que esa pregunta no es para mí, si no para aquellas personas que se hacen llamar mis fans y que no fueron capaces de apoyarme en mi relación.- El camarógrafo lo enfocó y la reportera se encontraba como niña regañada en ese preciso momento.-Ustedes saben que las aprecio y que es gracias a ustedes que les debo mi carrera pero... Con el más grande respeto, no tienen ningún derecho sobre mí y sobre con quien puedo y debo estar o a quien debo amar y a quien no, me parece una de las más grandes injusticias, que Eli sea linchada, odiada y criticada por periodistas y conductores, los cuales han tenido más matrimonios fallidos; y por gente que tiene menos valor que el que ella tiene.-Matías volvió su vista a la reportera.- Elisa... No, nadie se merece ese trato.
No dijo nada más, simplemente siguió su camino; y completamente fastidiado por aquel tema, ya no quiso posar para ninguna otra foto.
Después de haber estado un buen rato en aquella fiesta, Matías se dirigió al gran jardín de aquella bella mansión, sentándose en una bella banca blanca, que se encontraba frente a una fuente adornada de lucecitas blancas.
Sacó una pequeña pulsera que Elisa le había hecho, la cual trató de hacer combinar con la que él le dio tiempo después, y la acarició con su pulgar.
-Buenas noches, hijo.- Escuchó la voz de su padre y lo vio sentarse a su lado.
-Buenas noches, padre...Yo...- Guardó su pequeña pulsera.-Solamente quería tomar aire, ya regresaré a la fiesta, no te preocupes.- Vio como su padre asentía lentamente y a través de una de las puertas de cristal que se encontraban cerca de ahí, vio al anfitrión de la casa charlando alegremente junto a otras personas.-¿No deberías de estar ahí con ellos?
-No, a veces son bastante aburridos.- Se encogió de hombros y le mostró una sonrisa ladeada.
Aquel gesto le hizo comprender que intentaba ser gracioso.- ¿Darío Igarashi diciendo eso? Se armará el más grande de los escándalos.- Dijo en un tono burlón, sin tratar de molestar a su padre, eran realmente contados los momentos que pasaba así junto a su padre.-Ahora entiendo el por que siempre quieres que me vea como un niño bueno frente a todo el mundo.- Quería disculparse con su padre por lo ocurrido con aquella periodista a la entrada de la mansión, pero lo encontraba las palabras para hacerlo, así que simplemente dejó que su corazón hablara por él.-Elisa es la persona más dulce y amable... Y la trataron terriblemente, no podía quedarme ahí sin decir nada, ya no podía... Y lo siento mucho si eso te ha molestado, pero no iba a quedarme callado, ya no más.
-Matías, hijo, las personas al parecer tienen un chip que le hace pensar en automático como son las personas a su alrededor, simplemente por como se viste, por el dinero que tiene o por la forma en la que habla, incluso en su caminar.- Puso una mano en su hombro.-Me alegro mucho de saber que tú no eres así; y que tus amistades tampoco. Exceptuando a la señorita Britanny.
Ambos se voltearon a ver con una sonrisa.-Por cierto, te traje un regalo, por tu gran actuación de hoy. Te felicito hijo, estoy orgulloso de ti.- Se levantó para darle un abrazo y así dejarlo solo un rato más.
O al menos eso creyó el joven Igarashi.
Matías pasó ambas manos sobre su rostro y aquella soledad no tardó en traerle los recuerdos que tanto deseaba evitar, ya que no deseaba que ninguna de las cámaras captara como poco a poco se quebraba en aquel jardín y sus lágrimas no tardarían en traicionarlo.
-Ho-hola.- Escuchó a alguien detrás de él, aquella hermosa y melodiosa voz que reconocería a kilómetros.
Enseguida se levantó de aquella banca y giró rápidamente, para así confirmar que aquella dulce voz no era producto de su imaginación.-Elisa...
Sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente, ella estaba ahí, no era una ilusión, se encontraba ahí con un hermoso vestido color verde musgo con mangas de 3/4 con unos hermosos adornos en unos tonos más claros de aquel hermoso verde y la mitad de su cabello con una hermosa trenza que simulaba una diadema por encima de su cabeza y por la otra mitad unas ondas suaves que caían sobre sus hombros.
Ambos se fueron acercando despacio.
-Yo...- No sabía como comenzar, solo podía mirarlo a los ojos y no pudo dolerle más ver a su amado Matías derramando unas lágrimas.-P-per-perdóname... Fui una ton-tonta, yo simplemente me dejé llevar por lo que to-todos decían... Y no pensé en ti... Fui completamente desconsiderada.- Sus nervios iban floreciendo cada vez más rápido y más aún cuando él acunó su rostro con sus suaves y cálidas manos.-Matías... Habla, por favor, dime algo.