- ¿Para quién? - preguntó sorprendido Vladislav al mensajero.
- Para una chica que se llama Vida, - repitió él.
- Aquí no hay nadie así. Debe haberse equivocado. ¿Tiene la dirección correcta?
- No puede ser, - insistió el mensajero. - Está claro que dice: apartamento 345, tercer edificio, calle...
- Pero aquí no vive la persona que mencionó.
- Mi trabajo es entregar, - no le escuchó el empleado y le metió un objeto en las manos.
- Pero, - no alcanzó a decir algo mi chico, ya se había ido.
Vladislav cerró la puerta. Y ahora podía ver qué le había entregado el mensajero - un gran ramo de margaritas.
Oh, Dios…
Qué belleza…
Simplemente adoraba estas flores. Ninguna rosa ardiente podía compararse con tal belleza delicada...
- Esto es un error, - comenzó a decir mi chico. - Este idiota se ha confundido. Alguien se va a quedar sin flores.
- ¿Y para quién son las flores? - le pregunté, sintiendo una leve emoción.
- Ya lo has oído, - frunció el ceño. - Para una chica que se llama Vida.
- Interesante... Debe de ser realmente un malentendido.
- ¿Quién llama a los niños así – Vida? - esbozó Vladislav, mirando las flores. Se le arrugó la cara por alguna razón.
- Ahora los nombres son muy variados, - no podía apartar la vista del ramo. - Leí hace poco que alguien llamó a su hijo Limón o Naranja...
- Entonces, si tenemos una niña, la llamaremos Chevrolet, y si es un niño - Volkswagen.
Me estallaron las risas al instante. A veces Vladislav sabía decir cosas tan graciosas.
- Y si son gemelos, entonces Peugeot y Renault...
- No te obsesiones tanto. ¿Qué haremos con este ramo?
- No lo sé, - se encogió de hombros. - Lo pondremos en agua y esperaremos a que la misteriosa chica llamada Vida venga a recoger su regalo.
- Entonces iré a buscar un jarrón, - dije y me dirigí al balcón, donde recientemente se había hecho una limpieza general. Así que mientras recordaba dónde estaban todas las cosas que necesitaba.
Cuando entré al balcón, el aire caliente me golpeó de inmediato. No había aire acondicionado que refrescara el ambiente y lo hiciera cómodo.
Tomé lo que necesitaba y volví a la habitación, cuando de repente sonó mi teléfono. Era un mensaje de texto. Probablemente me estaban recordando que mi plan tarifario estaba por acabar y que tenía que poner dinero en la cuenta urgentemente.
Sin embargo, cuando mis manos tomaron el smartphone y mis ojos comenzaron a leer el texto, la maceta se cayó de mis manos, pero la agarré en el último momento. No dejé que se rompiera en pequeños pedazos esta frágil pieza que mi madre me regaló hace dos años por el ocho de marzo.
- Tu nombre es Vida. Espero que te haya gustado el ramo. Ayer dijiste que te encantan las margaritas blancas, - decía el mensaje.
Me senté en el sofá. Mis manos empezaron a temblar.
Vida...
¡Maldición! ¿No puede ser que sea Maxim?!
- ¿Zoya? - me llamó Vladislav.
- ¡Voy! - le respondí y rápidamente eliminé el mensaje que acababa de recibir. Entendí todo. Este ramo era para mí, porque mi nombre se traducía de alguna manera como vida...
Entré a la cocina. Estaba temblando. La sensación de traición revivió en mí con nueva fuerza. ¿Cómo voy a mirar a Vlad a la cara ahora?
- ¿Te sientes mal otra vez? - dijo preocupado el chico cuando estuve frente a él. - Estás muy pálida...
- Sí, - le ofrecí la maceta. - ¿Puedo irme a acostar?
- Claro, pez. ¿Te traigo algo?
- No, solo quiero descansar...
En la habitación, me invadió una risa silenciosa. Sin embargo, al mismo tiempo, mi cuerpo estaba lleno de euforia. ¡Para Maxim, nuestro beso no fue un error!
Entonces, ¡sabía lo que hacía y no se arrepentía!
Pero...
Aquí ya comenzaban a predominar las emociones negativas, así como pensamientos que decían que esto no debía ser. Maxim tenía esposa y yo tenía un novio que, tarde o temprano, me propondría matrimonio.
Pero, ¿para qué hacía esto? ¿Por qué envió este ramo? ¿Podría ser una disculpa? ¿O tal vez, por el contrario, este chico quería confesarme sus sentimientos...
¡No!
Estaba empezando a correr en una dirección totalmente equivocada. No podía haber nada entre nosotros, porque ya tenemos a nuestras otras mitades. Claro, si nos hubiéramos conocido antes, tal vez algo podría haber surgido, pero ahora no.
Voy a ver estas flores como una disculpa por esa pasión y seguir viviendo en calma. No se puede arruinarlo todo por un pequeño error. Aunque en mi interior haya una simpatía por este rubio, hay que apagarla.
Solo podemos ser amigos...