Cuando la elección es solo una

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Cuando entré en la oficina, ya estaban sentados mis colegas trabajando diligentemente, tomando café aromático de sus tazas.

La cuarentona Lina Pavlivna me lanzó una mirada amable, pero Dana, que tiene la misma edad que yo, frunció el ceño. No sé por qué no tenemos una buena relación.

- Buenas tardes -dije, sentándome de inmediato en mi computadora, que estaba en el lado opuesto de la habitación.

Ellos respondieron al saludo y volvieron a sumergirse en su trabajo. Debería haber hecho lo mismo, pero mi atención comenzó a distraerse por un pie que estaba ardiente. Tenía la sensación de que mi piel estaba siendo quemada por brasas.

Me quité el zapato y noté que mi pie había sufrido bastante. Justo encima del talón se había formado una gran ampolla que, desafortunadamente, no soportó el roce y se reventó. Ahora había una gran herida roja.

- ¿Alguien tiene un parche o peróxido de hidrógeno? -pregunté, pero recibí una respuesta negativa por parte de mis colegas. Fruncí el ceño y empecé a pensar. La herida necesitaba ser desinfectada para que ninguna bacteria mala entrara.

Sin embargo, solo se me ocurrió una idea bastante retorcida: el perfume. Tenía alcohol en su composición, que era lo que necesitaba. Claro que iba a doler increíblemente, pero no tenía otras opciones.

Estuve sosteniendo la botella de perfume en mis manos durante aproximadamente un minuto. No podía animarme a actuar.

Pero entonces exhalé fuertemente y mis dedos hicieron dos pulsaciones. En ese momento comprendí que mi dolor hasta entonces era un juego de niños, porque ahora sentía como si mi pie fuera a caerse - a quemarse.

He soportado todo esto en silencio. Las lágrimas se me estaban acumulando en los ojos. Pensé que en un cuarto de segundo no aguantaría más, pero de repente llegó un alivio brusco. Mi cuerpo se relajó por completo. Ahora tenía un problema menos. Claro, volver a casa será un verdadero desastre, pero eso queda aún muy lejos.

Las siguientes dos horas estuve trabajando, armando un informe que tenía que estar listo para el miércoles. Al principio pensé que no lo terminaría a tiempo, pero inesperadamente ya tenía un cuarto del trabajo hecho. A este ritmo podría terminarlo para la tarde, y mañana solo revisarlo todo el día, pero mi atención se desvió hacia un mensaje de mi amiga Victoria, que está de vacaciones ahora.

- ¿Y cómo celebraron? ¿Se emborracharon mucho? - preguntaba ella.

- Ni lo digas. Fue un auténtico desastre, - empecé a escribir y, de repente, me vinieron a la mente los eventos de esa noche, especialmente el beso de Maxim... Empecé a temblar de emoción. Un deseo, que no sabía de dónde había salido, comenzó a pedirme que lo satisfaciera...

Me detuve en seco. No era el mejor momento para...

Pero hice parte del trabajo y pensé que si gastaba una horita en charlar ahora, no me afectaría tanto - el día es largo. Además, necesitaba desahogarme con alguien - solo así me sentiría más aliviada y dejaría de atormentarme con la culpa. Victoria me entendería y me daría un consejo.

Estuve unos diez minutos escribiendo el texto que contaba sobre mis aventuras. Salió algo extenso. Lo envié a mi amiga y esperé nerviosamente su respuesta, que llegó en tres minutos.

- ¡Vaya! ¡Casi un serial entero...

- Sí, estoy completamente sorprendida. Y las flores de ayer me dejaron sin palabras. Ni siquiera Vladislav me ha regalado nunca margaritas, siempre son rosas rosadas. Aunque no he dejado de insinuar que me gustan otras flores.

- A los hombres siempre hay que hablarles directamente, no andar con indirectas. ¿Acaso ayer naciste y no lo sabes?

- No, - me reí en voz baja para que los colegas no me escucharan. - Vine al mundo hace mucho tiempo, ni siquiera quiero recordar qué año era.

- Y lo de Maxim como regalo es extraño. Algo me dice mi trasero que aquí hay algo turbio.

- Creo que es una disculpa, - le escribí.

- A mí me parece lo contrario, - llegó su respuesta.

- Eso es imposible. Él tiene esposa.

- Que no es una pared y puede moverse. ¿Te lo dijo él mismo?

- ¿Y qué hago entonces? ¿Cómo me manejo en esta situación?

- Creo que deberías ignorarlo. Tienes un chico que te ama y pronto te hará su esposa. Han estado juntos mucho tiempo, y lanzarte sobre este tipo por una pasión de dos minutos y un beso es una locura.

- Tienes razón, pero tengo tantas emociones que hierven en mí que ni sé cómo describirlo. Ni siquiera con Vladislav me pasó algo así...

- Pero él es tu destino, no este Maxim.

- Ay, no sé qué pensar de eso. Vladislav no tiene prisa en proponerme, y de hecho, ayer hasta discutimos por eso.

- Deberías tocar menos ese tema, - le respondió mi amiga.

- ¿Tú piensas eso?

- Sí, mejor muéstrale lo genial que eres. Hazle una cena romántica hoy, compra vino, ponte esa lencería roja que te regalé, cumple todos sus caprichos sexuales y no le des tanto la lata. Así se dará cuenta más rápido de que necesita ponerte el anillo, porque si no, algún Maxim se la va a robar...

- Supongo que tienes razón, - admití.

- Así que elimina a ese chico de tu cabeza y piensa en qué vas a preparar para la cena.

- Ajá, - envié ese mensaje y dejé el teléfono a un lado. Vika definitivamente tenía razón - no necesitaba preocuparme por Maxim. No somos pareja, pero a veces me gustaría soñar un poco...



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 23.11.2024

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