Sentí que mis mejillas se encendieron con fuego rojo. Después de todo, en ese lugar estaban conocidas mías, mamás que le soltaron la información. ¡Malditas…!
- ¿Quién te contó eso? - le pregunté.
- ¿Qué importa? Zoya, explícame la situación.
No quería otra cosa más que compartir esos eventos de mi vida, pero tuve que hacerlo… En tres minutos le conté brevemente toda la situación e incluso mencioné el cumpleaños de Vlad, que fue de donde todo empezó.
- Estoy simplemente en shock. Zoya, ¿entiendes que eso está mal? Hija, ¿en qué estabas pensando en ese momento? Entiendes que si... No sé ni qué decir. Simplemente no tengo palabras.
- Mamá, lo amo. Queremos estar juntos, pero ahora tenemos que escondernos. Es temporal, y luego...
- Zoya, - me interrumpió mi madre. - Quiero que todo te salga bien, pero ahora mismo estás haciendo tonterías. No se puede estar en dos sillas a la vez: ¡te vas a caer!
- Seré cuidadosa, - le aseguré y continué. - ¿Y quién te contó sobre mí?
- Olga... Hablaré con ella para que esté callada como una tumba.
- Gracias.
- De nada, - movió la cabeza.
Después del desayuno, dormí un poco más, porque cuatro horas de descanso son muy pocas. Al principio, claro, no podía dormirme. Me ahogaba la vergüenza. Mamá sabía de todas mis aventuras. Eso es mejor, o quizás no. Sin embargo, ella definitivamente no le dirá nada a nadie, lo cual me alegraba.
Ahora tenía que pensar en cómo terminar la relación con Vlad de manera que no le doliera. Pero eso era inevitable.
Quiero estar con Maxim...
Cuánto lo extrañaba ya. Tenía muchas ganas de escribirle, y aún mejor, llamarlo y escuchar la voz de ese guapo... De nuevo se me apareció en la mente la noche en el campo donde hicimos el amor. Fue increíble.
Justo a las doce y media, papá prendió el coche que, de verdad, ya estaba viendo sus últimos días. Pero nos fuimos despacio hacia el autobús. Mamá nos saludaba con la mano cerca de la entrada, y luego nos escondimos detrás de la esquina del edificio.
- Mamá está algo enojada hoy, - comenzó a decir papá. - ¿Sabes por qué?
- No.
- ¿Puede que haya hecho algo mal? ¿No te dijo nada?
- No tengo idea, - respondí encogiéndome de hombros.
- Bueno, - murmuró el padre. - Espero que se le pase, porque da miedo estar en la misma habitación con ella.
- No le hagas caso. Debe estar a punto de tener sus días críticos, por eso está tan enojada.
- Todo es posible, - dijo él alargadamente.
Yo sabía por qué mamá estaba nerviosa, pero definitivamente no voy a contarle a papá sobre mis aventuras. No me entendería.
Veinte minutos después ya estaba sentada en el autobús. Estaba chateando con Vlad, que decía que me extrañaba mucho y que me estaba esperando.
Después de que el chico me deseó buen viaje, decidí entrar a las redes sociales para distraer un poco mi tiempo y mis pensamientos.
El primer post que me llamó la atención fue de Larisa. Me impactó. En la foto había una prueba de embarazo positiva, y abajo decía algo que prácticamente me mató:
- ¡Alguien pronto será papá! ¡Felicidades, Maxime!