Miroslava me miraba y casi estaba llorando. ¿Qué le preocupaba tanto a la chica? Ya no podía aguantar más, así que fui la primera en hablar:
- ¿Qué pasó?
- No sé si debería decirte, pero si no lo hago, mi conciencia me matará - dijo apenas.
- ¿Es algo serio? - le miré.
- Sí...
- Entonces te escucho atentamente.
- Esto podría sorprenderte.
- Ya no tienes opción, - insistí. - Habla.
- Vladislav te está traicionando con Larisa.
En el primer momento me quedé en silencio... Y luego empecé a reírme histéricamente. Esa risa simplemente me inundó.
¿Vladislav me estaba engañando? Eso no podía ser verdad. No, ¡no!
- Es verdad, - empezó a hablar Miroslava . - Su relación dura más de un año, y los proyectos adicionales eran solo excusas para quedarse a solas por la noche y...
Mi risa se apagó.
Miroslava no me estaba jugando. Sus palabras eran completamente ciertas.
Maldita sea... No podía creerlo.
- ¿Quieres decir que estuviste callada todo un año y solo hoy decidiste decírmelo? ¿De verdad no podías haberlo insinuado antes?
- Me amenazaron con presentar una queja en mi contra... No quería perder mi trabajo. Entiéndeme...
En contra de mi voluntad, las lágrimas empezaron a llenar mis ojos. Todo este tiempo me había estado reprochando por haber ido a la traición, y resulta que... ¡Vladislav...
- ¿Y por qué me lo dices ahora? ¿Querías arruinar mi boda? ¿No se podía...
- Ya no puedo quedarme callada después de lo de ayer, - me interrumpió.
- ¿Y qué pasó ayer?
- Maxim de alguna manera se enteró de la traición de Larisa, la siguió a la oficina y la encontró divirtiéndose con Vlad en la mesa...
- Qué bien, - murmuré. - Encontrar a mi esposa embarazada con otro hombre.
- Larisa está esperando un hijo de Vlad, - recibí otra noticia impactante de ella.
Eso me dio vuelta todo por dentro. Sentía que no podía respirar tras lo que acababa de escuchar.
¿Larisa está embarazada de Vlad?
Eso...
Horrible...
¿Es información cien por cien segura?
- Sí, - la chica se secaba las lágrimas.
- ¿Y Maxim lo sabe?
- Sí, él gritó que iba a solicitar el divorcio, y luego amenazó a Vlad diciéndole que le contaría sobre sus aventuras a ti, pero él le dijo que no se atreviera, porque tú también estabas embarazada, y luego Maxim se lanzó sobre él y empezó a pegarle... Todo esto lo vi a través de la rendija de la puerta.
Esto es un sueño. No podía creer lo que decía. No podía procesar toda la información que me había llegado con mi cansado cerebro.
- Perdona que te lo diga, pero no podía hacerlo de otra manera. Claro, entiendo que estés en un estado así, con el niño...
- Miroslava, no estoy embarazada, - apenas logré articular.
- ¿Qué? ¿Vladislav mintió?
- Parece que sí.
- Pero hay algo que me preocupa mucho más, - susurró Miroslava.
- Vamos sin acertijos, porque después de lo que acabo de oír, me...
- Larisa quiere envenenarte, - soltó de golpe. - Ya lo escuché por casualidad.
- ¿Envenenarme?
- Se está volviendo loca porque Vlad te lleva como esposa. Escuché que le decía a alguien por teléfono que deseaba mandarte al otro mundo. Así que ten cuidado... Te lo ruego.
Es un completo horror. Me siento como si estuviera en un libro muy cruel.
Mi prometido me fue infiel, y su amante embarazada deseaba mi muerte. Da miedo pensar en quién más podría estar afilando los dientes contra mí. ¿O tal vez la mamá de Vladislav estaba pensando en cómo perjudicarme? O tal vez alguien más...
- ¿Zoya? - me sacó de mis pensamientos Miroslava. - ¿Estás bien?
- Después de tus palabras, no puedo decir que sí.
- Lo siento, pero si no te lo contara, no podría vivir tranquila.
- Te entiendo y te agradezco, - tomé a la rubia de la mano. - Tus palabras lo cambian todo.
- ¿Te vas a casar con él? - preguntó ella.
En respuesta, sonreí, tomé mi vestido voluminoso con ambas manos y me dirigí a los invitados. No nos alejamos mucho, pero mi prometido mentiroso notó mi ausencia.
- ¿Dónde has estado? Nuestra turno ya se acerca, ya estaba empezando a pensar que habías huido.
- Fui a hacer unos asuntos, - expliqué, mirándolo.
¡Cómo desearía darle una bofetada! Su rostro me provocaba ira y odio.
Es un cretino...
- Entonces, entremos.
- Claro, - solté entre dientes y le di mi mano.