Cuando la guerra termine

Capitulo 2

Alaric

–¡¡Alaric!! ¡¡Bajan ahora mismo muchacho!! ¡¡Sera peor si subo maldito mocoso!!

Qué manera tan más bella de despertar un domingo por la mañana, padre había llegado borracho como cada fin de semana y como siempre, a querer golpearme, según él, yo era la causa de todos los males, que mi madre se haya ido de la casa cuando tenía 12, eso si no fue mi culpa, él la empezó a golpear y ella no lo iba a soportar.

–¡¡Maldito niño!! ¡¡Baja ya!!

–¿Qué carajo quieres viejo? Son las 5 de la mañana aún –Si, mi relación con mi padre no volvió a ser lo mismo, al no estar mi madre, su nuevo saco de boxeo era yo, salí de mi habitación y me quede a mitad de la escalera– Si lo que quieres es dinero, te voy diciendo que no tengo, tuve varios gastos y ya no tengo un centavo.

–Maldito niño –se apoya en una de las paredes, está tan borracho que no se puede mantener en pie, pero si para insultarme– Te hable para que vayamos a enlistarte, necesito el dinero

–¿y quién te asegura que serás el beneficiado? –con cautela me acerco a él, trato de pasar a su lado, pero logra tomarme del brazo– Entiende viejo, tengo esposa y si no vivo con ella es porque tengo que cuidar tu trasero de borracho

–¿En qué momento te pedí una puta explicación? –con eso cae al suelo– sigo siendo tu padre, lo quieras o no niño, me debes la vida, no tuvieras un techo si no fuera por mí, a medio día te llevare a las oficinas y aunque no quieras, te mandare a la guerra, a ver si allá si te enseñan los modales que la cualquiera de tu madre no te enseño.

–Deja de hablar tonterías viejo borracho –tuve que terminar de bajar para ayudarlo a entrar al baño– y no iré, mi esposa me quiere aquí con ella y aquí me quedare, esa es mi última palabra anciano, ahora ve a darte un baño y lárgate a dormir, hueles peor que un vagabundo

–Sera mejor que te hagas a la idea de que iras a la guerra si o si, mocoso malagradecido

Amaba a mi padre, era el único familiar cercano que me quedaba, hace años me hice a la idea que se si mamá me hubiera amado más, me hubiese llevado con ella, pero ella me dejo con un viejo al que ahora tengo que cuidar y solventar todos sus gastos, como si yo fuera el padre y él, el adolescente problemático.

Fui a mi cuarto por ropa limpia, debía ir a trabajar con los chicos en las construcciones de casas para los ricos, algún día le daré una de estas a mi reina, es lo menos que se merece y con este trabajo, es un paso más cerca.

Pantalón, camina blanca manga corta, la cazadora azul marina de manga larga y mis zapatos viejos para no dañar los buenos que me regalo Nancy en mi cumpleaños, mi chica siempre se ha preocupado por mí a pesar de todo lo que la he hecho pasar, me fui a dar un baño rápido, al salir me vestí y fui directo a la cocina para tomar una manzana y preparar algo de desayuno, el viejo tiene que bajarse la resaca que le queda luego de su aventura de cada día.

Dejo todo a cómo debe de estar y después de haber desayunado, tomo una cajita de regalo para Nancy y salgo de la casa, puede que no sea bonita, pero tampoco es fea, 3 habitaciones, 2 pisos, cocina, sala y comedor y un gran patio donde el viejo se supone que me haría una casa para jugar con mi Nancy cuando éramos unos niños.

Pase rápido a casa de Nancy, subí por el árbol que esta por su ventana y deje el regalo en la orilla de la ventana, ella se veía tan hermosa durmiendo tan pacifica que no entre, bajo por el mismo árbol y me fui al trabajo, ya eran las 6:30 y debía empezar lo más temprano posible para que el señor no se molestara por atrasos en la obra.

–¡¡Miren chicos!! ¡¡El príncipe consentido se cayó de la cama!! –grito Omar a los cuatro vientos nada más me vio llegar– ¿Qué te hizo el viejo? Y lo más importante ¿Qué nos mandó tu dulce chica?

–Pedazos de idiotas –éramos cerca de 10 trabajadores, pero a estas horas solo éramos el bocón de Omar, Pablo, Franco y yo, mis amigos de tragos y de la escuela– llegó borracho el anciano, clamaba furioso que era un malagradecido si no me enlistaba en el ejército para la guerra, ya se lo prometí a Nancy, no iré, ella me quiere aquí, pues yo me quedo aquí, como un buen marido que seré para ella.

–Alaric ¿en serio tomaste esa decisión? –pregunto Franco, ninguno de los 4 era ambicioso, pero todos presentíamos que se venía algo grande y el trabajo quedaría nulo por un tiempo y ni hablar de la escasez de comida que habría– hermano, todos adoramos a Nancy, es la mejor chica que todo conocemos, pero piensa, con este trabajo en el que pagan una miseria ¿crees que podrás mantenerla? ¿en verdad crees que le podrás dar la vida de reina que dices querer para ella?

–Nancy es mi reina y más que eso Franco, pero no quiero hacerla sufrir con mi ausencia

–Mejor dejemos de hablar y empecemos con el trabajo, estamos a la mitad y lo complicado será el demoler esa pared de allá atrás –señalo una pared que dividía la cocina de la sala de estar– la última y terminamos con la demolición, Alaric, te toca

Suspire y tome las herramientas para empezar, a Nancy no iba a hacerle daño, no iba a dejarla y si me enlistaba a como el viejo quería, no puede hacer nada ese, Nancy ya es mi esposa ante la ley, aunque nadie lo sepa, una sonrisa se extendió por mi rostro al recordar esa pequeña y rápida unión que decidimos hacer a escondidas.

Al cabo de unas horas, paramos para almorzar, el resto del equipo había llegado a la hora de siempre, 7:30 de la mañana y ya teníamos echa la mezcla para empezar con la escalera y por otros lugares que teníamos que adelantar por la parte de afuera, todos estábamos hechos un desastre, llenos de arena de los pies a la cabeza y aun así nos quedamos solo 4 horas más de trabajo y volveríamos a nuestras casas.




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