Cuando la guerra termine

Capitulo 4

Alaric 

–Así que es cierto –El viejo estaba frente a mí, llevaba sobrio 24 horas y en ese tiempo entro a mi habitación, encontrando la carta que mi madre me envió– la zorra de tu madre está viva y se está ocultando, yo la hacía enterrada bajo 10 metros de tierra.

–cállate de una vez –eran las 9 de la mañana, deje durmiendo a Nancy, ayer había olvidado un collar de perlas que le había comprado y no pude darle el regalo a como tenía planeados, por lo que al despertar, salí del cuarto y le dije a su madre que no tardaba mucho tiempo, pero me encontré con el anciano esperando por mí en la sala de la casa– no tengo tiempo para tus malditas quejas, mamá se alejó porque ya no te soportaba y a mí me alejaste desde que ella se fue, dejaste a un niño pequeño a su suerte y ahora me entregaste en bandeja de oro a la armada.

–Pero mira lo que tienes a tu alrededor bastardo –su rostro cambio por uno más relajado– escucha bien Alaric, las mujeres no necesitan de un hombre, somos nosotros los que necesitamos de ellas, eras un niño, no sabía cómo educarte, tenía miedo y la única manera en que lo podía demostrar era a golpes, no me puedo justificar por todos estos años en lo que te deje a tu suerte, pero mira bien, tienes empleo, tienes esposa, sabes hacer más de lo que yo sabía y me duele que tú, siendo un hombre como yo, seas mejor.

–Anciano, sé que no sientes nada de eso –me levante del sofá, pase por un lado de él y empecé a subir las escaleras– un padre a pesar del miedo siempre está para sus hijos y lo sé por qué tenía amigos que pasaron por lo mismo, sus padres trabajaban, les dieron estudio, los apoyaron en cada decisión, los vieron crecer y se sintieron orgullosos por lo que lograron, tú por otro lado solo te adueñabas de mi dinero y te lo gastabas en licores para “olvidar el dolor”

Por primera vez en años lo vi soltar una lagrima, se tiró en el sofá y yo fui hasta la habitación de mi madre, donde estaba el estuche con el collar dentro y una dedicatoria dentro de esta, cerré la habitación con llave y baje nuevamente, el viejo estaba tirado en el sofá, supongo que ese discurso fue por que descubrió que no recibirá más dinero de mi parte por que todo se ira a las manos de mi mujer.

–Espero que en tu conciencia quede que mandaste a tu único hijo al campo de batalla, donde seguramente perderé la vida y no volverás a ver al bastardo que tienes por único hijo

Salí de la casa con un nudo en el pecho, me dolía hablarle así, después de todo, él es mi padre, la persona que debió de darme amor, pero en vez de eso, lo único que hizo fue golpearme, me dejaba en medio de la lluvia, me humillo y me insulto, me gustaría volver en el tiempo para que un niño no estuviera debajo de la lluvia con sus lágrimas mezclándose con esta, pero en ese día fue que otra familia abrió sus puertas para mí.

Volví a casa de Nancy, su madre abrió la puerta para mí, ella iba a salir y su esposo no estaba, subí a la habitación de Nancy luego de despedirme de la madre, al entrar la encontré sentada en su tocador con una bata de baño y se estaba secando su cabello

–Mi hermosa bella durmiente ya despertó de su profundo sueño

–Buenos días, cariño –me dijo con una sonrisa y con sus mejillas encendidas– no tiene mucho que desperté, mamá me dijo que saldría y alguien debía encargarse de la casa mientras, mis padres vuelves hasta la tarde, que es cuando me iré.

Me puse detrás de ella, sus ojos se notaban apagados, sabía que estaba sufriendo, sabía que yo la estaba haciendo pasar por un mal momento y sabía que no quería irse, quería quedarse en el pueblo o en la gran ciudad para esperar que yo volviera a sus brazos.

–Cariño mío –baje un poco la manga de su bata, empezando a dejar un camino de besos por su hombro derecho– aleja todos esos pensamientos que afligen tu mente –hice que se levantara, quedando aun de espaldas a mí, seguía dándole besos, pero ahora había cambiado de hombro– próximamente yo estaré en los combates y mientras mi mujer estará en mi país natal, esperándome con una gran sonrisa y cuando vuelva te diré “¿ves que no fue tan difícil la espera?

Un suspiro salió de entre sus labios a causa de mis besos, echo su cabeza a un lado para que pudiera tener un mejor acceso de su cuello, empezamos a caminar a su cama mientras nuestros labios reclamaban los del otro, me senté y ella sobre mí,

–Dime que pare y lo hare, no te obligare a nada de lo que no quieras –le dije separándome de sus labios

–No pares, si te vas, quiero saber que fui tu mujer en todos los sentidos.

Ambos nos fuimos desnudando hasta caer en las sabanas de su cama, dejamos que nuestros cuerpos formaran una sincronía que solo nosotros íbamos a conocer, recorrimos el cuerpo del otro, entregando finalmente todo, el cuerpo y el alma, dejamos de lado los problemas, aunque sea por unos minutos y nos enfocamos en satisfacer al otro.

Nos acurrucamos el uno con el otro, fui el primero en bañarme y luego ella, mi cuerpo tenía marcas de sus uñas y ella tenía marcas rojas en su pecho, marcas que ambos ocultaríamos con nuestras ropas y nadie sabría que paso aquí.

–¿crees que mis padres se den cuenta?

–Si lo descubren, igual no importara porque somos marido y mujer, lo cual un día lo haremos bajo los ojos del señor –se sentó en su tocador y empezó a cepillar su cabello, no estaba ni muy largo, pero tampoco muy corto y me encantaba– ¿ya tienes todo empacado?




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