La revelación en el Aquelarre de la Noche Eterna había dejado a Scarlett con un frío que calaba hasta los huesos. La profecía exigía su sangre, su sacrificio. Pero también había encendido una chispa de rebeldía, una determinación feroz de reescribir su propio destino. El grimorio, ahora una extensión de sí misma, parecía vibrar con esa misma resolución.
El camino de regreso a la guarida de Dante fue tenso. El silencio entre Scarlett, Nyx, Kael y el hombre lobo era pesado, cargado con las implicaciones de lo que habían descubierto. La Maestra Lyra había accedido a enseñarle a Scarlett el contra-ritual, pero el tiempo era un lujo que no tenían. Necesitaban más información. Necesitaban entender la profecía, y el papel de Sterling en todo esto.
—Hay un vampiro —dijo Kael, rompiendo el silencio, mientras caminaban por el bosque cubierto de niebla—. Uno muy antiguo. Se rumorea que fue uno de los primeros en el continente. Ha visto siglos. Ha presenciado el ascenso y la caída de imperios. Y ha conocido a muchos Noctis.
Nyx, en su forma humana, frunció el ceño. —Lord Vorlag. Es un ser peligroso, Kael. Un depredador. ¿Por qué querría hablar con nosotros?
—Vorlag no se alía con nadie —respondió Kael, su voz baja—. Pero tiene un interés particular en la historia. Y en el poder. Si le ofrecemos algo que valore, quizás nos dé lo que necesitamos.
—¿Y qué puede valorar un vampiro tan antiguo? —preguntó Scarlett, con un nudo en el estómago.
Kael la miró, sus ojos azules brillando con una luz fría.
—Información. Y el conocimiento del grimorio.
Dante gruñó.
—No confío en ningún vampiro. Y menos en uno tan viejo.
—No te pido que confíes —replicó Kael—. Solo que entiendas la necesidad. Vorlag es una biblioteca viviente. Si alguien sabe la verdad sobre la profecía y sobre la madre de Scarlett, es él.
La idea de hablar con un vampiro tan antiguo le revolvía el estómago a Scarlett. La carta de su madre resonó en su mente: "No confíes en los que brillan sin luna". Pero la desesperación por la verdad era más fuerte que el miedo.
—Necesito saber —dijo Scarlett, su voz firme—. Necesito saber la verdad sobre mi madre.
Nyx asintió.
—Es un riesgo. Pero quizás sea un riesgo que debamos tomar.
Así se decidió. Kael, usando sus contactos en el mundo oculto, obtuvo la ubicación de la guarida de Lord Vorlag. Era un antiguo mausoleo, escondido en las profundidades de un cementerio olvidado, en las afueras de una ciudad costera abandonada. Un lugar que emanaba una sensación de muerte y olvido.
El viaje al cementerio fue largo y sombrío. Kael los guio por caminos secundarios, evitando las ciudades y los pueblos. Scarlett sentía la presencia de los Cazadores, una sombra persistente que los seguía, pero Kael era un maestro en el arte de la evasión. Dante, a regañadientes, los acompañaba, su desconfianza hacia Kael palpable, pero su lealtad a Scarlett, y su odio a los vampiros, lo mantenían a su lado.
Finalmente, llegaron al cementerio. Era un lugar lúgubre, con lápidas inclinadas y estatuas cubiertas de musgo, sus ojos vacíos mirando al cielo. El aire era frío y olía a tierra húmeda y a descomposición. La niebla se arrastraba por el suelo, envolviendo las tumbas en un sudario blanco.
—Aquí es —dijo Kael, su voz baja. Señaló un mausoleo imponente, de mármol negro, con gárgolas talladas en la piedra, sus rostros contorsionados en una agonía silenciosa. La puerta de hierro forjado estaba cubierta de óxido, y las enredaderas se aferraban a las paredes, como si intentaran ahogar el edificio.
Scarlett sintió un escalofrío. El lugar era opresivo, cargado con la presencia de la muerte.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Scarlett, mirando a Kael.
Kael asintió.
—No hay otra forma de obtener las respuestas que necesitas.
Nyx se acercó a la puerta del mausoleo, sus ojos dorados escudriñando las sombras.
—Siento su presencia —dijo Nyx, su voz grave—. Es viejo. Muy viejo.
Dante gruñó, sus ojos verdes brillando con una luz salvaje. —Si intenta algo, lo despedazaré.
Kael lo miró.
—No lo hagas. Lo necesitamos vivo. Por ahora.
Kael se acercó a la puerta del mausoleo. No había cerradura visible. En su lugar, un intrincado patrón de runas brillaba débilmente en el mármol. Kael colocó su mano sobre las runas, y estas se iluminaron con un resplandor azul pálido. La puerta se abrió con un crujido suave, revelando una oscuridad aún más profunda en el interior.
—Entrad —ordenó Kael.
Scarlett dudó por un momento, luego respiró hondo y se adentró en la oscuridad. Nyx y Dante la siguieron de cerca.
El interior del mausoleo era vasto y frío. El aire olía a polvo, a moho y a algo más, algo metálico y antiguo, a sangre seca. La luz era escasa, filtrándose apenas por algunas rendijas en el techo, revelando filas de nichos con ataúdes de piedra. Estatuas de ángeles rotos y gárgolas sin cabeza se alzaban en las sombras, sus ojos vacíos mirando al vacío.
En el centro del mausoleo, un sarcófago de mármol negro se alzaba sobre un pedestal, rodeado por un círculo de velas que ardían con una luz tenue, proyectando sombras danzantes en las paredes. Una figura alta y esbelta yacía en el sarcófago, su piel pálida, sus rasgos afilados, su cabello negro como la noche. Era Lord Vorlag.