Cuando la luna sangra

Capítulo 10

El aire del cementerio, incluso después de la huida de Lord Vorlag, seguía cargado con el hedor de la muerte y el eco de las verdades desenterradas. Scarlett se sentía como si el mundo entero se hubiera volcado, revelando capas de oscuridad y traición que jamás había imaginado. La profecía, el sacrificio, la traición de Sterling, y ahora, la confirmación de Kael sobre su pacto con el vampiro. Cada revelación era un golpe, pero también una chispa que avivaba la llama de su determinación.

El camino de regreso a la guarida de Dante fue un silencio tenso. La adrenalina de la batalla contra Vorlag se había disipado, dejando un cansancio abrumador. Scarlett se sentía exhausta, su cuerpo dolorido, pero su mente, lejos de encontrar descanso, giraba sin cesar. La imagen de Vorlag, sus ojos rojos, sus palabras sobre el "sacrificio" y la "sangre de la última heredera" se repetían en un bucle macabro.

Nyx, en su forma humana, caminaba a su lado, su presencia una roca en medio del torbellino. Sus ojos dorados escudriñaban las sombras, vigilando cualquier señal de Cazadores o vampiros. Dante, a pesar de su desconfianza hacia Kael, mantenía una distancia prudencial, su figura musculosa un centinela silencioso. La tensión entre Kael y Dante era palpable, una cuerda tensa que amenazaba con romperse con cada paso.

—No confío en él —gruñó Dante, su voz áspera, rompiendo el silencio—. Su pacto con los chupasangres… es una enfermedad.

Kael no respondió de inmediato. Su rostro, iluminado por la pálida luz de la luna, era una máscara de sombras.

—A veces, lobo —dijo Kael finalmente, su voz baja y cargada de un matiz de resignación—, las alianzas se forjan en el fango.

Scarlett escuchó la conversación, sintiendo la complejidad de este nuevo mundo. No había blancos y negros, solo tonos de gris, alianzas forzadas y secretos que podían costarles la vida. Kael, a pesar de su ambigüedad, los había ayudado. Pero su pacto con Sterling era una espina clavada en la confianza de Scarlett.

Llegaron a la guarida de Dante justo antes del amanecer. El aire frío de los túneles fue un alivio, un respiro de la opresión del exterior. Scarlett se desplomó en un lecho de pieles, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. Nyx se sentó a su lado, el grimorio en su regazo, sus ojos fijos en ella.

—Necesitamos un plan —dijo Nyx, su voz grave—. La información de Vorlag es valiosa. La profecía es inminente. Y Sterling… él sabe que estás aquí.

Kael asintió, su rostro sombrío. —Tenemos que llegar al altar. Y Scarlett necesita dominar el contra-ritual.

—¿Y si no puedo? —murmuró Scarlett, la voz teñida de desesperación.

Nyx la miró, sus ojos dorados brillando con una luz intensa. —Lo harás. Tu sangre te llama. Y el grimorio te guiará.

Mientras discutían los próximos pasos, Scarlett sintió un pequeño bulto bajo su almohada improvisada. Era un trozo de papel, doblado varias veces. No recordaba haberlo puesto allí. La curiosidad, esa parte impulsiva de su carácter, la impulsó a tomarlo.

El papel era grueso, de un color crema pálido, con un sello de cera negra que representaba un ojo estilizado, rodeado de espinas. No era el emblema de los Cazadores que había visto en el orfanato, ni el símbolo de Sterling. Este era diferente, más antiguo, más… siniestro.

Scarlett sintió un escalofrío. ¿Quién lo había dejado allí? ¿Y cuándo? Habían estado en la guarida de Dante durante horas, y nadie más había entrado.

Con manos temblorosas, rompió el sello de cera. El papel se desplegó con un suave crujido. La caligrafía era precisa, fría, sin adornos. No era la letra de su madre. Era la de un extraño.

Comenzó a leer, las palabras helándole la sangre.

Carta Anónima de un Cazador

Heredera de la sangre impura,

No creas que esta misiva es un acto de piedad. Es una advertencia. Una verdad que tus "guardianes" y tus "aliados" no te contarán, o no pueden comprender.

Tu madre, Isobel Noctis, no murió por accidente. No fue una víctima inocente. Murió por romper las reglas. Por profanar lo sagrado. Por deshonrar su linaje y por desafiar el orden natural.

Ella se atrevió a amar a un vampiro. A un ser de la noche, una abominación. Un ser que no tiene alma, solo sed. Y no solo lo amó, sino que intentó usar el poder de la profecía para protegerlo, para fusionar dos mundos que nunca debieron tocarse. Intentó corromper la esencia misma de lo que significa ser un Noctis.

Los Cazadores no somos los villanos de tu historia, niña. Somos los guardianes. Los que mantenemos el equilibrio. Los que purgan la oscuridad cuando amenaza con consumir el mundo. Tu madre, con su imprudencia y su amor prohibido, desató un caos que ahora tú heredas. Su ritual no fue un sacrificio. Fue un acto de desesperación, un intento fallido de reescribir un destino que ella misma había sellado.

La profecía de la Scarlett Sangrante no es una maldición, sino una purificación. Un fuego que quemará las impurezas. Y tú, la última heredera, eres el catalizador. Tu sangre es la llave. No para desatar el poder que anhelan los Ocultos, sino para cerrar la puerta que tu madre abrió.

Sterling, el vampiro que la traicionó, es solo una pieza en un juego mucho más grande. Él busca el poder, sí. Pero hay otros. Otros que desean que la profecía se cumpla. Otros que ven en tu sangre la oportunidad de un nuevo amanecer para su especie.




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