Cuando La Magia PronunciÓ Tu Nombre

CAPÍTULO 13 — El Precio de Amarte en Dos Mundos

El amanecer llegó sin pedir permiso.

No hubo explosión de luz ni cambio abrupto.

Solo una lenta claridad que comenzó a desplazarse por la terraza, revelando los restos de magia que aún flotaban como polvo dorado y azul alrededor de Aria y Elian.

Ella abrió los ojos primero.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que la voz —esa voz antigua, imposible, que parecía cargada de eternidad— los había envuelto. Pero sí sabía una cosa: su mundo ya no era el mismo.

Aún tenía la mano entrelazada con la de Elian.

No la había soltado.

Él tampoco.

Dormía ligeramente inclinado hacia ella, como si su cuerpo hubiese decidido protegerla incluso en sueños. Su respiración era tranquila, pero la magia alrededor de su pecho vibraba con un pulso tenue, como un eco de lo que habían invocado juntos unas horas antes.

Aria lo observó, sin moverse.

Era la primera vez que podía mirarlo así, sin la urgencia del peligro, sin la presión de lo prohibido, sin la necesidad de contener lo que sentía.

Solo mirarlo.

Solo sentir.

Y cuanto más lo observaba, más claro se volvía todo:

amarlo tenía un precio.

Y no era pequeño.

Elian abrió los ojos lentamente.

Cuando la vio, sonrió con esa expresión suave que Aria ya había aprendido a temer y a desear al mismo tiempo.

—Buenas… —susurró él, con una voz que parecía recién nacida.

Aria desvió la mirada, intentando ocultar el temblor de sus labios.

—La magia aún sigue ahí —dijo ella, para no responderle al corazón.

Elian se incorporó un poco, acercándose.

—¿Tú estás bien?

Ella dudó.

—Estoy… confundida. Asustada. Y al mismo tiempo… —tragó saliva— más en paz de lo que debería.

Elian la miró con una ternura que la desarmó por completo.

—Eso también me pasa.

Durante un instante, no necesitaron decir nada más.

Hasta que el viento cambió.

El día había terminado de nacer. Y con él, la realidad.

El llamado

Una vibración casi imperceptible recorrió el aire, un temblor mágico apenas audible para quien no estuviera entrenado… pero ellos lo sintieron de inmediato.

—¿Lo escuchaste? —preguntó Elian.

Aria asintió.

No era un sonido sencillo.

Era un llamado.

Profundo.

Antiguo.

Exigente.

—Es el Origen —dijo Elian, poniéndose de pie—. Nos está convocando.

Aria sintió un golpe de frío recorrerle la espalda.

—¿A los dos…?

Él la miró fijamente.

—Después de lo que pasó anoche, sería imposible que no.

La magia en la mano de Aria comenzó a arder levemente.

Un brillo blanco, puro, casi doloroso.

Elian extendió su mano hacia ella.

—El Origen nunca llama sin un motivo —dijo—. Y nunca llama a dos personas juntas… salvo cuando ha habido una ruptura en las reglas.

Aria respiró hondo.

—¿Estás diciendo que nosotros…?

—Que lo que hicimos anoche —corrigió Elian—, lo que despertamos… cambió algo en el tejido del mundo.

Ella tragó saliva.

—¿Crees que estamos en peligro?

—Creo… —respondió él con sinceridad absoluta— que estamos por descubrir cuál es el precio.

Bajar de la terraza fue como volver a la vida después de morir

Las calles estaban tranquilas.

El cielo, despejado.

La ciudad, ignorante de que dos jóvenes caminaban hacia un destino que podía alterar la balanza de lo imposible.

Aria sentía el pulso de su magia, contenido pero inquieto, como si algo dentro de ella se agitara para liberarse otra vez.

Elian caminaba a su lado, con el rostro tenso pero decidido.

—No puedo dejar de pensar en esa voz —dijo Aria, rompiendo el silencio—. “Dos almas que no debieron encontrarse”… ¿qué significa eso?

Elian no respondió de inmediato.

—Significa que no fue casualidad. Que lo que sentimos… no es solo nuestro. Que estamos conectados por algo que el mundo no aprobó.

Ella sintió un nudo en el pecho.

—¿Entonces… estamos cometiendo un error?

Elian se detuvo en seco.

La miró.

Firme.

Inquebrantable.

—No.

Porque aunque el mundo no lo aprobó… yo te elijo igual.

Aria sintió el aire escapársele.

Así de simple.

Así de devastador.

Él bajó la voz.

—Pero elegirte puede tener un costo, Aria. Y no sé cuál es.

Ella lo observó con el corazón desbordado.

—Lo enfrentaremos juntos.

Elian sonrió, vulnerable.

—Eso es lo que más miedo me da.

Las puertas del Origen

Llegaron al límite del bosque.

El lugar donde lo desconocido se transformaba en un territorio sagrado.

Elian inhaló profundamente.

—A partir de aquí… no habrá marcha atrás.

Aria apretó su mano.

—Entonces no retrocedamos.

Las puertas invisibles del Origen se abrieron con un temblor de luz.

Azul y dorado.

Sus colores.

Sus almas.

Sus mundos.

Y mientras cruzaban juntos, Aria supo con una claridad brutal:

Lo que el universo les había dado esa noche… ahora vendría a cobrarlo.

Y el precio no sería pequeño.

Ni justo.

Ni fácil.

Ni seguro.

Pero por primera vez en su vida, Aria no tenía miedo de la oscuridad.

Porque Elian caminaba a su lado.

Y si había un precio por amarlo en dos mundos…

Lo pagaría.

Aunque le costara el suyo.

El silencio que siguió al descubrimiento fue tan denso que Alexiel sintió que podía desarmarse dentro de él. Las palabras de Elarion —esa advertencia velada, casi quebrada, casi humana— seguían vibrando en el aire como un eco suspendido:

“No hay unión entre dos mundos sin un sacrificio que uno de los dos deberá pagar.”

Pero antes de que pudiera procesarlo, la tierra volvió a emitir un suspiro profundo. Las raíces bajo sus pies se agitaron como si el suelo respirara. La magia alrededor de ambos comenzó a compactarse en una especie de esfera palpitante.



#2959 en Novela romántica
#656 en Fantasía
#123 en Magia

En el texto hay: mundo fantastico, romance magico

Editado: 25.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.