Cuando la muerte sea solo un sueño

Capítulo 2: Conflictos

Picasso —la voz burlona de Christian retumbó en su tímpano.

El chico empezó a trotar sin reparar en la presencia de Skyler, siguiendo el paso de su mejor amigo Logan. Tras de éste venían Camille, Alai y Brandon, quienes cesaron la caminata apenas la vieron.

—¿Qué ocurrió? —atinó en preguntar, frunciendo su entrecejo y observando cómo los cuerpos de ambos chicos desparecían de su campo visual.

—Se armó un cuadrilátero de box en medio de la cancha —replicó Brandon a su incógnita, con una sonrisa ladina. Camille golpeó el hombro del castaño, reprendiéndolo por estar bromeando en situaciones como esas—. ¿Qué? Se supone que el chico se escapa en las noches para participar en peleas ilegales, algo así como un boxeador de mala calaña.

—Son rumores, Brandon. No puedes creer en todo lo que se dice, además, ¿Por qué no vas a ver cómo quedó tu amiguito el vulgar?

Skyler se sintió mucho más confundida de lo que estaba cuando vio a su compañero con el rostro magullado, no entendía aquello de las peleas ilegales a las que hacía referencia su mellizo, ni mucho menos de qué amigo hablaba Camille. A fin de cuentas, nunca mantenía al tanto cuando de cotilleo se trataba.

—Qué forma tan sutil de echarme, hermanita. —Brandon sonrió socarronamente—. Pero sí, iré a ver cómo va todo por allá.

Él señaló en dirección de su novia y su grupo de amigos, para luego emprender camino rumbo a ellos. Skyler se sintió un poco preocupada de solo pensar que el otro ser partícipe de la pelea, hubiera sido Ian. Algo que su mejor amiga no pudo dejar pasar desapercibido.

—Fue Marcelo.

El aire que contenía escapó de sus labios al instante, al cerciorarse de que el altercado había sido con el otro amigo de su hermano.

—De Marcelo no me sorprende, pero ¿Con Logan? Él nunca se ha metido en problemas...

Él era el alumno modelo. Había recibido una beca gracias a Tommy Henderson, el padre de Christian, y quien además era socio del bufete de abogados del padre de Skyler. A causa de tal beca, Logan debía mantener su promedio más alto que el resto de sus compañeros de clase y su impecable observador limpio de faltas académicas o comportamentales, además de participar en absolutamente todas las actividades de índole institucional.

—Sabemos perfectamente lo déspota que es Marcelo con el pobre chico, parece que tener conocimiento de su origen humilde, le provoca sarpullido —comentó su hermana, antes de entornar los ojos.

—No entiendo por qué Brandon es su amigo, son totalmente polos opuestos —agregó Alai.

—No podemos cuestionar las leyes de la física, los polos opuestos se atraen... y con esa afirmación, no nos referimos únicamente al sentido amoroso —dedujo Skyler, encogiéndose de hombros y desvió su mirada a la dirección en que se encontraba su hermano.

Marcelo parecía estar furioso cuando éste intentó tocarle, y eso fue evidente al ver la forma brusca en que lo empujó, consiguiendo tambalearlo un poco.

—Sí, un idiota total —enfatizó Camille por la escena que daban los supuestos amigos.

—Como sea —ella movió su mano con desinterés, caminando otra vez hacia el interior de la institución. Las chicas la siguieron sin rechistar—, Camille, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

La mirada de Skyler recayó en su hermana quien ya se hallaba caminando a la par de ella. Camille frunció su ceño ante el comentario.

—Si tiene que ver con tu caja de chocolates, te juro que solo me comí dos, si no queda ninguno es culpa de Alai.

La rubia abrió su boca por la sorpresa que se llevó a causa de la acusación, y jaló la cola de caballo que cuidadosamente se esforzó en hacer Camille. Ella solo había visto muy provocativos aquellos chocolates que su mejor amiga dejó el día anterior sobre la mesita de noche. Y cabe aclarar que no habría caído en la tentación si Camille no se hubiera puesto en la labor de engullirse dos de estos frente a sus narices.

—En todo caso, Camille es la única autora intelectual del crimen. Yo no quería robarme tus chocolates, pero no podía contenerme teniendo la tentación tan cerca.

—No sean tontas, sé perfectamente que ustedes se comieron mis chocolates, mis galletas del mes anterior, mis gomitas en forma de oso, además de haberse tomado mis leches de sabores que desaparecieron misteriosamente el año pasado —confesó Skyler con obviedad—. Lo único que no logro entender es por qué no me piden las cosas, en vez de robarlas. No soy una miserable tacaña... pero en fin, lo que tengo que hablar contigo no tiene que ver absolutamente nada con eso.

Ambas, su hermana y su mejor amiga, lanzaron un suspiro de alivio.

—¿Por qué le enseñaste a Rafaella mis escritos, y sin mi consentimiento?
—Skyler remarcó en el adjetivo, deteniéndose y cruzándose de brazos.

—¿Le enseñaste sus escritos a alguien?
—cuestionó Alai, con pasmo, levantando sus cejas. Camille entreabrió los labios, pero no emitió palabra alguna, lo que dio paso a que la rubia prosiguiera—. Porque si es así, te aplaudo y felicito, ¡Ese es el empujón que esta chica necesitaba!

Alai aplaudió unas cuantas veces y palmeó con delicadeza la espalda de Skyler.

—Ja ja, muy graciosas. —Ella conservó su semblante que reflejaba seriedad, y volvió a instar para que su hermana contestara—. Sigo esperando que respondas.

Camille besó su mejilla sonoramente, miró la hora en su reloj, y fingió sorpresa.

—¡Vaya! Es tarde para mi entrenamiento de natación. —Acomodó ambas correas de su mochila alrededor de sus hombros, y salió trotando hacia la entrada principal del internado.

—¡Camille! —gritó, fastidiada porque la dejó con la palabra en la boca.

—¡También te amo! —fue lo último que pronunció su hermana, antes de adentrarse por completo en el edificio.

El internado de Veser era uno de los más antiguos y prestigiosos del continente europeo, situado en Italia; sus gigantes paredes de ladrillo rojo, ventanas de madera vintage, y alrededores boscosos, le daban un aspecto similar al de un castillo representativo de la edad media. Contaba con tres edificaciones, todas con similitud estructural, pero con finalidades distintas. En el centro del terreno, estaba el edificio central, que era donde se encontraban las aulas, la cancha de basquetbol, salón de natación, auditorio, habitaciones y oficinas de las religiosas y directivos.




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